Conversar es un acto de paz

En Pie de Paz

Por Gabriela Hernández Ruiz* / @gabshdzruiz (IG)

Disfruto mucho charlar: tanto en pequeños encuentros cotidianos como en conversaciones largas y profundas; a lo largo de mi vida he atestiguado una gran cantidad de cambios respecto a las dinámicas vinculadas al encuentro y el diálogo, pasando por la costumbre de sacar las sillas a la banqueta y charlar mientras “tomabas el fresco”, al reto de transmitir una opinión en 280 caracteres y reaccionar con emojis cuyo significado se modifica de manera vertiginosa. 

Podríamos caer en la tentación de achacar al mundo tecnologizado la pérdida de espacios para la conversación y el encuentro, pero en realidad hay un complejo sistema que se alimenta del aislamiento y la polarización, para el cual resulta muy conveniente que no tengamos lugar para habitar nuestros sentipensares, compartirlos, ponerlos en tención y tejerlos con otras personas. Y es particularmente útil a este sistema porque el diálogo es un territorio habilitador para que las diferencias se encuentren sin anularse, donde puede construirse el pensamiento crítico mediante el intercambio genuino de argumentos y el reconocimiento de múltiples matices, en donde puede aparecer aquella pieza de verdad que no encontrábamos y era necesaria para comprender el mundo en su complejidad y contradicción.

Para el neurocientífico Mariano Sigman, conversar nos cambia. Él propone en su libro “El poder de las palabras” que el diálogo no es sólo un intercambio de información, sino una herramienta de transformación mental y social; Sigman sostiene que los espacios de conversación seguros son esenciales para sostener la vida democrática, porque permiten construir significados compartidos en un mundo donde el desacuerdo es inevitable.

Desde una perspectiva de paz, estas diferencias que se manifiestan en el conflicto traen consigo un enorme potencial de conexión y transformación cuando se gestionan de una manera no violenta. El conflicto, dice John Paul Lederach, puede entenderse como una práctica relacional propia de la vida social; un espacio donde las partes involucradas no solo buscan resolver un problema, sino también reconstruir los vínculos rotos y crear nuevas formas de convivencia. Esto requiere de abrir espacios para la conversación y desarrollar más y mejores capacidades comunicativas como la escucha activa o las herramientas que promueven modelos de comunicación como la Comunicación No Violenta (CNV) de Marshall Rosemberg o el modelo circular-narrativo de mediación de Sara Cobb, que parte de la premisa fundamental en donde los conflictos no solo son eventos, sino también poderosas historias en donde cada persona cuenta su versión y el intercambio de esas narrativas pueden alimentar la división o abrir posibilidades de encuentro.

Construir paz implica sostener conversaciones difíciles con quienes piensan distinto, reconociendo la riqueza de lo colectivo. Mientras la violencia se alimenta del miedo y de la simplificación, la paz se alimenta del diálogo y de la complejidad. Conversar se puede convertir en un acto ético de resistencia política de enorme relevancia, dando vida a esa paz imperfecta imaginada por Francisco Muñoz en medio de tensiones, desacuerdos e incluso contradicciones: desde la discusión de políticas públicas hasta los espacios comunitarios, desde los medios de comunicación hasta las aulas, se pueden generar microespacios donde sea posible la escucha, el contraste respetuoso e incluso la colaboración para construir ese mundo en el que quepan muchos mundos. 

Es posible que sea este uno de los desafíos nodales de nuestro tiempo: sostener conversaciones que no sean muros, sino puentes. Atrever a escucharnos con respeto y curiosidad y hacer de la conflictividad una oportunidad para reinventar la convivencia.

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Diseñadora de experiencias para conectar con nuestra humanidad compartida y generar entornos de paz.  

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En pie de paz
En pie de paz
"Es una columna que busca colocar en el debate público la relevancia de la cultura y la educación para la paz. Esta columna es escrita en colaboración con las y los integrantes del Centro de Estudios para la Paz (Cepaz) del Instituto de Justicia Alternativa del Estado de Jalisco”.

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