¿Malas? Tal vez. Horriblemente asquerosas, nunca. A las mujeres que escribimos desde la grieta

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“Yo digo mujer mágica, vacíate a ti misma. Estrújate hasta percibir maneras nuevas de ver, estruja a tus lectores hasta lo mismo. Para el chirrido en su cabeza.
Tu piel debe ser lo suficientemente sensible para el beso más ligero
y lo suficientemente gruesa para evitar las burlas”.

Gloria Anzaldúa, carta a escritoras tercermundistas.

Por Tonantzin Moya: @tonantzinmoya (IG) / @huitlacochi (X)

“Horriblemente asqueroso de malo”, dijo el señor del Fondo.

Pero su frase no es un exabrupto: es un síntoma.

El síntoma de una estructura que lleva siglos sospechando de la inteligencia, la voz y la legitimidad estética de las mujeres que transgreden.

Desde sus sillones, los señoros del canon (no todos los hombres, no seamos injustas, son
los señores rancios, los señoros) siguen dictando sentencia porque les somos
“demasiado”, según una voz popular:

si las mujeres escriben sobre sí mismas, son ególatras;
si escriben sobre los otros, son sentimentales;
si se atreven a escribir con fuerza, son masculinas.
Siempre estamos mal escritas.
Demasiado algo. Demasiado poco de lo que ellos son.

¿O es acaso que la escritura dota de poder a quien escribe, y entonces las mujeres se vuelven peligrosas? ¿Desestabilizadoras del status quo?

¿Acaso el embajador de Israel en la ONU no le acaba de llamar “bruja” a Francesca Albanese por haber escrito un informe sobre las atrocidades en Gaza? Un ejemplo claro de que los señoros usan por igual los micrófonos de la mañanera o la vergüenza divina para meternos en una cajita silenciosa. En todas las disciplinas, en todas las latitudes, pasa.

Gioconda Belli, Claribel Alegría, Rosario Ferré, Carmen Boullosa denunciaron cómo el canon latinoamericano seguía construyéndose sobre una “masculinidad ilustrada” que definía la calidad literaria desde su propio espejo. Un espejo donde no caben otras miradas, otros cuerpos. Que es a la vez cerrado y cobarde: antesala peligrosa de machismo, racismo y clasismo camuflados. Porque lo que Taibo llama “malo” no es el poema, ni siquiera la escritura femenina, sino el acto radical y profano de escribir desde otro cuerpo, otra historia y otra lengua.

Las escritoras de este país llevan un siglo soportando que hombres con poder se sientan árbitros de la calidad mientras las callan, las omiten o las leen con desprecio. Un gesto que Rosario Castellanos (1) ya había diagnosticado: la abnegación como categoría estética.

Lo que le resulta asqueroso es que existan escrituras, voces, fuera del margen que él administra. Que hablen otro lenguaje. Y que hablen no para él, sino para ellas ¡Qué peligro para todo lo que él representa!

Pero seguimos aquí. Así que hagamos honor a lo que nos convocó Gloria Anzaldúa (2):

“Escribe con lengua de fuego. No dejes que la pluma te destierre de ti misma. No dejes que la tinta se coagule en el bolígrafo. No dejes que el censor apague las chispa, ni que las mordazas te callen la voz. Pon tu mierda en el papel. ”

Y sepamos encontrar en eso la belleza y la magia. La rabia y el fuego que construye. Llamémonos con orgullo. Como lo hace Mikaelah Drullard (3) cuando abre su gran primer libro, El feminismo ya fue, con una interpelación directa a Paul B. Preciado:

“NO soy el monstruo que os habla(…) No soy ningún monstruo, no soy ninguna mutante, no soy ninguna variación, modificación y construcción de otredad de la humanidad. No soy criatura ni engendro”.

Porque explica que llamarse monstruo es validar ese acto lingüístico de humanización – deshumanización. La domesticación a la que se nos quiere someter a todos, incluídos a ellos, y luego convencernos de que eso es “humanidad”. Solo pueden ser humanos quienes están domesticados. Humanos, personas, y sujetos de derecho. Sólo quienes habitan esos cuerpos normados y desde esas posiciones de enunciación. Los demás, los otros, son los monstruos, son asquerosos y horribles porque son incómodos, y se necesita silenciarlos para aislarlos. Para que no se encuentren, para que no cambien las cosas, para que no disputen sus derechos ni los de los demás.

“El monstruo es un invento moderno estratégico para definir la humanidad.”

Así que no. Hoy es urgente cuestionarnos sobre lo que llamamos “bello”: expulsar de esta categoría lo cómodo para incluir lo transgresor, lo desafiante, y lo no-lindo. No somos monstruosas, horrorosas ni asquerosas. Somos mujeres mágicas, respondiéndole al mundo en un momento donde las crisis políticas, ambientales, racistas, explotadoras, neoliberales, nos están asfixiando.

Mientras los señoros siguen decidiendo qué libros merecen leerse, nosotras sigamos escribiendo para rehacer el mundo. Y para sanar el cuerpo que la crítica patriarcal llama asqueroso. El cuerpo nuestro diverso, el cuerpo de la tierra sinfónico. Todos llenos de belleza.

Construyamos nuestra propia lengua, aunque implique hablar en lenguas que algunos no entiendan, y construyamos espacios fuera del radar del mainstream donde podamos criticarlos y criticarnos, entender las violencias que nos atraviesan y las que también somos capaces de ejercer. Peleemos, pero no contra los hombres, ni siquiera contra los señoros, sino contra el clasismo, el racismo, el capacitismo y cualquier otra forma de radicalización que insista en que unos deben ser leídos y otros silenciados. Que unos son personas y otros monstruos. Que unos tienen derechos y otros no.

“Horriblemente asqueroso de malo”, dijo el señor del Fondo.
Nosotras decimos:
benditamente impuro, indecente, mestizo y múltiple.
Valientemente transgresor y sanador.
Escribamos con todas nuestras lenguas,
porque una sola no alcanza para la rabia ni para la ternura.
Menos para sanar al mundo.

***

Referencias
(1) Texto “La abnegación: una virtud loca”, 1971. Disponible en: https://lasillarota.com/opinion/columnas/2021/7/12/un-texto-de-rosario-castellanos-358132.html 

(2) Texto “Hablar en lenguas. Una carta a escritoras tercermundistas”, 1988.

(3) “Mula cimarrona: no soy el monstruo que os habla”, 2023. Disponible en:
https://volcanicas.com/mula-cimarrona-no-soy-el-monstruo-que-os-habla/#:~:text=No%20soy%20ning%
C3%BAn%20monstruo%2C%20no,que%20no%20hay%20nada%20natural.

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