#Metoo: una semana de haber roto el silencio

En poco más de una semana, la ola de denuncias de acoso y violencia hacia las mujeres a través del hashtag #Metoo en Twitter estalló contra hombres acusados de reproducir estas prácticas. Las denuncias de las víctimas continúan en diversos sectores como parte de un movimiento cuyos alcances aún son un misterio

Texto: Lydiette Carrión

Foto: Archivo/ María Fernanda Ruiz

CIUDAD DE MÉXICO.- No es la primera vez que una mujer hace una acusación contra un hombre en redes, por acoso o violencia, ni el primer ejercicio público de denuncia. Pero en esta ocasión, un hilo de tuits provocó que en menos de una semana se conformara una red de cuentas en Twitter para denunciar, con nombre y apellido, a presuntos acosadores en el mundo creativo, artístico y profesional.

Y a raíz de ello, algunos de los denunciados han sufrido consecuencias en su trabajo.

El tuitazo

El 21 de marzo, pasadas las 4 de la tarde, Ana González una joven de 29 años, profesionista, comunicadora, subió a Facebook la captura de pantalla del perfil de Herson, un escritor que presentaría su más reciente libro el día siguiente.

Junto a la imagen, Ana escribió:

“Este hombre, a quien 54 de ustedes siguen , tiene una lista inmensa de mujeres que han salido a denunciar que las golpeó. Por lo menos una de ellas es una persona de mi círculo cercano. Si no sabían, se vale. Pero ahora que saben, no se junten con golpeadores”.

Inmediatamente hubo reacciones, cuestionamientos, indignación por parte de algunos usuarios, cuestionamientos hacia Ana González, quien un par de horas más tarde, posteó más información:

“Va la historia: un hombre ‘poderoso’ en el círculo literario ha golpeado, manipulado, gaslighteado, embarazado y abandonado (en más de una ocasión) a más de 10 mujeres. Pero como es un escritor “renombrado”, nadie le cree a estas mujeres.”

Este hervidero en Twitter fue suficiente para que, al día siguiente, 22 de marzo, la librería en la que Herson presentaría su libro decidiera cancelar. El aludido, por su parte, se deslindó en su red social, aseguró estar contra la violencia de género, y aunque, admitió, ha cometido “errores”, dijo que jamás golpeó a ninguna mujer. Pero algunas de sus exparejas hicieron públicos sus testimonios, esta vez sí, con nombre y apellidos.

A partir de ahí, vino una cascada de tuits de denuncias –algunas anónimas; en otras, la mujer hizo público su nombre– contra escritores mexicanos, bajo el hashtag #metooescritores. Y, luego, para aglutinar denuncias y publicar casos bajo el anonimato, alguien creó la cuenta @metooescritoresmexicanos, que desde entonces no ha dejado de publicar testimonios.

Así, en andanada, le siguieron los hashtags y cuentas vinculadas sobre todo a la academia, las universidades, los espacios y actividades culturales, la práctica profesionista: #MeTooCineMexicano, #MetooMúsicosMexicanos, #MeTooAcadémicosMexicanos, #MeTooPeriodistasMexicanos, #MeTooCreativosMexicanos, #MetooActivistasMexicanos, #MetooFotografosMexicanos, #MeTooGamers, #MeTooAgenciasmx, MeTooTeatroMexicano, #MeTooAcademicos…

Y más:

@MeTooMedicina, @MeTooEmpresario, @MetooAbogadosMx, @MeTooPoliticos…

Sobre esta última cuenta, un caso destacó. El 26 de marzo –cuatro días después de que explotara la ola metoo– una joven llamada Alexia Soch escribió desde su cuenta de Twitter su testimonio:

“En agosto del 2015 dentro de la organización @WikipoliticaJal me contactó Luis Hernán (N), quien entonces se encargaba de la publicidad para la campaña de Pedro Kumamoto, para que actuara en un supuesto cortometraje suyo…”

Y tras ello, Alexia narró cómo Hernán la violó. Después del hecho, el agresor continuó acosándola en distintas formas. Finalmente en 2019, de acuerdo con el testimonio de Alexia, él asumió que había hecho una agresión y narró su “versión” en un blog. Pero tergiversó las cosas, las minimizó y aparentemente capitalizó políticamente los hechos.

Alexia narró en su Twitter:

“En febrero de este año, 2019, escribió una entrada de un blog titulada ‘Reaprendiendo a ser un vato’ con fines políticos para @FuturoJal ya que había sido ahí estratega político y encargado de discurso durante la campaña para las elecciones del 2018.

“En ese blog que hizo público tergiversaba mi testimonio nombrándome como su pareja, que no fui, y minimizando sus violencias conmigo como ‘falta de responsabilidad afectiva’.

Cabe mencionar este caso, en particular porque, entre las decenas de testimonios en el ámbito de la política, Pedro Kumamoto fue quizá el único que se pronunció públicamente en respaldo de Alexia.

Pero conforme pasaban los días, algo se iba haciendo evidente: la necesidad de cautela. La posibilidad de una denuncia falsa pondría en riesgo la avalancha del metoo.

Otro caso que llama la atención, por el vínculo entre poder político y acoso laboral es el de Andrés N, representante del gobernador de Baja California ante la Conferencia Nacional de Gobernadores, ya que al menos cinco mujeres lo denunciaron por acoso sexual mientras él ostentaba algún puesto de poder. Hasta la fecha el gobernador Francisco Vega no se ha pronunciado al respecto.

Mensajero quemado

Se daría otro fenómeno obvio: Ana González, cuyos tuits catalizaron el movimiento, comenzó a ser objeto de amenazas y advertencias: sería demandada por daño moral. Otros más, que probablente ella, Ana, estaba detrás de las decenas de cuentas bajo el #MetooMx. Ella lo negó.

La realidad es que la práctica de la denuncia en redes o lugares de trabajo y escuelas de forma anónima es un proceso que ha ido enraizando entre los sectores universitarios e intelectuales y artísticos desde hace unos tres años: los escraches, los tendederos de denuncias en la UNAM, se han ido convirtiendo en prácticas más o menos cotidianas, por lo que las redes de mujeres para levantar decenas de cuentas con este propósito ya se encontraban listas.

Este aprendizaje en tropel y a carrera, tuvo otra consecuencia: que muchas mujeres solidarias con el movimiento #MeToo de pronto vieran denunciados a sus amigos, a sus parejas actuales, a gente admirada.

La propia Ana González escribió: “Acabo de leer un testimonio anónimo grave contra un hombre al que conozco de toda la vida. No sé qué hacer de esto. Sí me siento conflictuada y dolida y enrabiada. No tenía idea. También nos toca topar pared con esto”.

Éste es quizá uno de los temas más discutidos entre mujeres feministas durante esta semana brutal.

Desde la cuenta de Twitter @dahliaBat, alguien escribió:

“¿Qué hacer si un hombre querido salió en #MeToo? Puedes seguirlo queriendo y mantenerlo cerca, no queremos mártires del feminismo; invítalo que revise sus violencias, pida perdón, repare el daño y no vuelva a violentar. PERO nunca desestimes la denuncia porque contigo es chido.”

Y es que duele saber que un ser amado, en otro contexto, puede ser y ha sido violento.

Adela Cedillo, historiadora, escribió en su cuenta de Facebook:

“Nombres de conocidos, amigos, colegas, camaradas, personas que admiraba, hombres que ya me caían mal sin conocerlos, cercanos o lejanos, han aparecido en las listas negras. Tienen derecho de réplica pero a lo que no tienen derecho es a seguir hablando como si nada de poesía, literatura, periodismo, o cómo salvar al mundo cuando enfrentan acusaciones tan graves. Ellos minimizaron a las mujeres en su fuero interior, se valieron de su poder para someternos a un régimen de abuso y silencio. Lo único que querían de nosotras era sexo, servidumbre, compañía y admiración para nutrir sus frágiles egos de machos acomplejados. Nuestro silencio los blindaba de todo. Nuestro complejo patriarcal generaba una zona de exclusión para los hombres talentosos, poderosos y afamados y nos programaba a las mujeres para rendirles pleitesía. Ya nos cansamos de adorar machos y de protegerlos con nuestra culpa y nuestro silencio. Nunca nada será igual”.

Descubren acusación falsa

El 29 de marzo, desde la cuenta @MeTooActivistasMexicanos, se escribió lo siguiente:

“Recibimos pruebas de que la denuncia en contra de de @article19mex es falsa e inconsistente con nuestro código. Lamentamos que nuestro movimiento sea utilizado con otros fines ajenos a la visibilización de la violencia de género.

“Por tanto hemos retirado la denuncia y ofrecemos una disculpa a y a @article19mex por el daño ocasionado”.

Ya desde días antes, las cuentas emitieron pequeños protocolos para gestionar las denuncias.

Por ejemplo, la de @MeTooUAMex (enfocada a la denuncia de académicos y alumnos de la Universidad Autónoma del Estado de México), publicada el 28 de marzo, a la letra dice:

Para seguir apoyando a las víctimas de abuso, acoso y violencia en la UAEMex con responsabilidad y veracidad, en @MUaemex hemos creado un protocolo para recibir y publicar las denuncias anónimas.

  1. La denuncia debe ser hecha por la persona agredida. Nos abstenemos de difundir información basada en rumores o suposiciones. Si conoces alguna persona que haya sido víctima, puedes compartirle este espacio seguro y abierto para su denuncia.
  2. No se recibirán denuncias de cuentas anónimas. Sabemos que es un proceso difícil para las víctimas pero es importante para nosotras seguir un protocolo de seguridad que cuide y fortalezca la credibilidad de nuestro movimiento.
  3. En cuanto al tipo de denuncias, recibiremos aquellas relacionadas al acoso sexual, psicológico, físico, laboral, inmobiliario y ciber acoso, así como cualquier tipo de abuso.
  4. Es importante recordar que esta cuenta es una red de apoyo para las víctimas; para quienes lo requieran, contamos con información y asesoría legal para canalizar las denuncias recibidas.
  5. Para seguir alzando la voz y romper el silencio de la violencia, el acoso y abuso en la Universidad Autónoma del Estado de México, pedimos que las denuncias sean realizadas con conciencia y responsabilidad.
  6. Por último, queremos reiterar que @MUaemex es un espacio abierto para el derecho de réplica y en cuanto una denuncia se pruebe como falsa, la retiraremos de inmediato ofreciendo una disculpa.

La discusión, sin embargo, continúa: ¿cuáles son los alcances de este movimiento?, ¿cuáles los daños potenciales? Hasta ahora sólo queda claro que falta mucho por discutir y reflexionar.

Periodista independiente. Actualmente es columnista en El Gráfico de El Universal, y tiene a su cargo una sección semanal con historias sobre violencia contra las mujeres. Ha colaborado en diversos periódicos y revistas nacionales e internacionales Egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Participó en los libros colectivos 72 migrantes y Memorial de Chiapas: pedacitos de historia.

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