Certezas e incertidumbres cruzan uno de los programas de AMLO

Yunuen Guadalupe Nava Deloya estudió licenciatura en Literatura Hispanoaméricana en la Facultad de Filosofía y Letras . Ha buscado empleo de maestra, pero nunca ha conseguido dar clases. Una amiga le habló del programa Jóvenes construyendo el futuro y la invitó a que se inscribieran. Cuando se vinculó con los centros de trabajo, de inmediato escogió la opción del taller artesanal.

Texto: Marlén Castro

Fotografía: José Luis de la Cruz

25 de junio del 2019

Chilpancingo

Tonatzin Beltrán y Víctor Cabrera inscribieron el Taller de Creación Artesanal Jacarandas, el que fundaron hace ocho años, en Chilpancingo, al programa Jóvenes construyendo el futuro, con la idea de contar con dos o tres becarios para capacitarlos, pero la demanda los rebasó y, ahora, este espacio pequeño tiene trece aprendices.

Dos se dieron de baja porque encontraron una capacitación más acorde a su perfil: una era contadora y otra abogada.

La página oficial del programa indica que en Guerrero hay 50,054 jóvenes aprendices en 7,587 centros de trabajo, que reciben una beca de 3,600 pesos mensuales.

– ¿Cómo se las arreglan? –se pregunta a Tonatzin y Víctor, ante el reducido espacio en el que están ellos y los becarios.

–Creamos tres horarios para trabajar. De lunes a viernes: de nueve a tres y de dos a siete. Los sábados de nueve a seis. Aquí les damos de almorzar y de comer.

Al taller se le visitó un miércoles en el horario de nueve a tres. Tenían que estar sólo cinco, pero estaban doce. Se pidió la entrevista para conocer, en la práctica diaria, cómo funciona uno de los programas del gobierno federal. Por eso están todos. Falta uno, pero es porque se acaba de vincular y todavía no inicia su capacitación. Quieren contar cómo llegaron a este taller. Mientras trabajan y, cada quien hace cosas diferentes, cuentan su experiencia.

De los trece becarios, cinco son de Chilpancingo, dos de Ayutla, cuatro de Zumpango, uno de Tixtla y otro de Acatepec.

Los aprendices de este taller tienen estudios de bachillerato, sólo hay dos de secundaria y una licenciada en literatura. La plataforma del programa indica que de los jóvenes vinculados a centros de trabajo en Guerrero, el 49 por ciento son de bachillerato, 15 por ciento tienen estudios de licenciatura y también hay 87 becarios con posgrado.

Yunuen Guadalupe Nava Deloya estudió licenciatura en Literatura Hispanoaméricana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). Tiene 28 años. Ha buscado empleo de maestra, pero nunca ha conseguido dar clases.

Una amiga le habló del programa y la invitó a que se inscribieran. Cuando se vinculó con los centros de trabajo, de inmediato escogió la opción del taller artesanal. 

–Soy creativa y esta era mi mejor opción de entre todos los demás centros, –dice mientras manipula unas trenzas hechas de tela que se convertirán en un collar.

Yunuen sólo podía entrar al programa si conseguía quién le cuidara a sus hijos. Pidió a la maestra

Tonatzin Beltrán que también aceptara a su cuñada, también con hijos. Cuando una tiene taller, la otra cuida de ellos.

–La beca que recibo es una aportación a mi familia. No, nos la vemos tan duras, y estoy aprendiendo a hacer algo, –asegura.

En el taller reciben capacitación para elaborar joyería tradicional, máscaras en papel maché y pintura en diferentes superficies.

Yunuen ya encontró lo suyo. Quiere dedicarse a pintar y forrar botellas. Las que en un estado de producción mezcalera tienen buena demanda.

– ¿Cuáles son las posibilidades de que los aprendices encuentren aquí una fuente de empleo permanente? –se pregunta a Tonatzin Beltrán.

–Eso buscamos: que se queden aquí con nosotros. Del proceso productivo, la capacitación de los recursos humanos es la parte en la que más se invierte. No sólo dinero, sino tiempo y materia prima. Hemos capacitado a otros y cuando ya aprendieron se van. No queremos que nos pase eso siempre.

-¿Y cuáles son las opciones reales de que puedas emplearlos?

–Este es un taller pero con la producción que estamos generando estamos pensando poner una tienda de venta de artesanías. Ahora tenemos capacidad para cubrir pedidos, lo que antes no podíamos. Si abrimos una tienda ahí se vendería la producción que estamos generando, –responde.

También contemplan que los jóvenes aprendices pongan su propio negocio, como es el plan de Yunuen.

Tonatzin Beltrán considera que Jóvenes construyendo el futuro es un programa noble que si los empleadores hacen a un lado sus mezquindades, como quedarse con un porcentaje de la beca o usar la beca para no pagar a sus trabajadores, rendirá buenos frutos.

Los jóvenes tienen potencialidades, dice, que no han sido aprovechadas y el programa brinda esa posibilidad a quienes no han tenido oportunidades de capacitarse para obtener un empleo. El programa no contempla el seguimiento de los aprendices para ver cómo les fue después de la capacitación, por lo que será difícil conocer el impacto en la sociedad.

Por ahora, los jóvenes que se vincularon a este taller de creación de artesanías se consideran afortunados, pues no les piden un porcentaje de su beca, como sí ocurre en algunos centros de trabajo y reciben la capacitación que decía en el perfil del tutor.

Pudieran decir que el único problema es el espacio pero eso tiene que ver con la demanda. El taller sólo buscaba un par de becarios y tienen trece.

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.

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