No son treinta pesos, son los treinta años de neoliberalismo

Columna: Chile Despertó

Por Alfredo Villanueva Mercado, exiliado chileno en Guadalajara

Fotografía: Alonso Garibay 

Este fin de año un sinnúmero de sociedades se ven atravesadas por movimientos y manifestaciones sociales que reclaman cambios “desde abajo”, críticas multitudinarias que traspasan transversalmente dichas sociedades en el tiempo y en el espacio de sus estructuras básicas que tienen que ver con la economía, educación, previsión social, condiciones laborales, igualdad de género, medidas de protección al medio ambiente, protección irrestricta a los derechos humanos, entre otras y, que constituyen la parte central de la agenda socio-política y económica del siglo XXI. Todas ellas se mueven, básicamente, en torno a la modificación o derribamiento del modelo neoliberal. 

Para el caso de nuestra América Latina, el llamado Cono Sur constituye uno de sus actores protagónicos principales en la edificación de nueva geopolítica, países como Chile, Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil, son claros ejemplos, sin olvidar a Haití. El tema de Chile resulta paradigmático, puesto que poco antes del 18 de octubre de este año -día en que se dan comienzo a las manifestaciones mediante las protestas estudiantiles por el alza de la tarifa del tren eléctrico de Santiago de treinta pesos chilenos, equivalentes a veinte centavos de dólar que, en moneda mexicana son tres pesos con ochenta centavos- el modelo neoliberal económico, político y social chileno era puesto como ejemplo a seguir en casi todo el planeta, era “el jaguar” de América Latina, espejo donde tenían que mirarse todos los países con economías emergentes, es decir, subdesarrolladas para que pudieran salir de su parálisis de desarrollo.

Pero, lo que habían hecho las élites económicas, sociales y políticas de Chile era poner bajo la alfombra todas las miserias, desigualdades y corrupciones que fue gestando y acumulando el modelo neoliberal, basura que las movilizaciones e incipientes movimientos sociales han ido colocando a la luz pública nacional e internacional. Como sostienen los integrantes de las manifestaciones y movimientos sociales:

“No son los treinta pesos, sino los treinta años de neoliberalismo”.

Para comprender la crisis que hoy atraviesa la sociedad chilena hay que poner en la mesa algunos antecedentes históricos que se remontan a la mitad del siglo pasado. Durante el mandato del presidente Carlos Ibáñez del Campo (1952-1958) se produjo una crisis económica y social, llamada la “Segunda Revolución de la Chaucha” –chaucha era el nombre que se le daba a un centavo de un peso-  ver (elclarin.cl/life-styles-2/ítem/1276-estalla-la-tercera-revolucion-de-la-chaucha). La cual tuvo varias consecuencias, entre otras, la derogación de la “Ley Maldita” -Ley de Defensa Permanente de la Democracia- dictada el 18 de octubre de 1948, bajo la presidencia de Gabriel González Videla, que declaró ilegal al Partido Comunista y fue el punto de ingreso de Chile al bando del occidente capitalista en la Guerra Fría, cabe destacar que González Videla fue electo como presidente de la república por la Convención de Centro Izquierda, uno de cuyos partidos integrantes fue el Partido Comunista. Otro efecto fue el establecimiento de la cédula electoral única que permitió ir democratizando los procesos electorales porque con anterioridad las cédulas electorales las imprimían y repartían a los votantes los partidos políticos, abriendo así un amplio espectro para el fraude y cohecho en las elecciones.

Pero, quizás, para el tema que estamos abordando, lo más destacable es la llegada a Chile de la Misión Klein-Sacks, por gestión y promoción de Agustín Edwards Bunge, dueño del principal periódico derechista “El Mercurio”, quien años más tarde, noviembre de 1970, luego de asumir Salvador Allende a la presidencia de la república, se reúne en la Casa Blanca con Henry Kissinger, en esa época asesor para asuntos de seguridad nacional de Richard Nixon, para generar y concretar el proyecto de golpe de estado a su gobierno, el 11 de septiembre de 1973. El presidente Ibáñez del Campo acepta el ingreso de la Misión Klein-Saks, procedente de Estados Unidos de Norteamérica, integrada por miembros con altos cargos en la banca de dicho país y cuya tarea originaria era proponer al gobierno en turno, políticas estabilizadoras del peso chileno y control de la inflación.  

Sin embargo, la Misión Klein-Saks dejó en manos de Ibáñez del Campo un proyecto económico neoliberal para su implementación, quien se lo presenta al presidente que le sucede, Jorge Alessandri Rodríguez (1962-68), éste lo rechaza por el momento de inconformidad político y social que vive Chile.

Paralelamente al arribo de la Misión Klein Saks, la Facultad de Economía de la Real y Pontificia Universidad Católica de Chile establece un acuerdo de colaboración con la Agencia Americana para el Desarrollo Internacional (USAID). A través de dicho acuerdo, estudiantes de esa universidad afinaron sus estudios en la Universidad de Chicago, sede del neoliberalismo mundial. Esos estudiantes fueron los teóricos del establecimiento del neoliberalismo en Chile –Chicago Boys-, formando parte del gobierno de la junta militar de Pinochet.

A inicios de la dictadura de Pinochet el modelo económico chileno aún no se definía, por una parte, Gustavo Leigh, miembro de la junta militar representante de la Fuerza Aérea, era partidario del estado benefactor, a lo que Pinochet se oponía tajantemente, ya que para él, era volver a la situación socioeconómica anterior al golpe militar; por ello, había que desterrar totalmente esa posibilidad; en consecuencia, en 1975 el dictador nombra como ministro de Economía a Sergio de Castro, uno de los integrantes del grupo Chicago Boys, así se abre totalmente la economía chilena, hasta el día de hoy, al capitalismo salvaje. La entrada del modelo neoliberal a Chile se produce a través de la “política del shock”, clave de ingreso que han conocido y conocen las innumerables economías a las que se le han aplicado el modelo del capitalismo salvaje, hoy Colombia, Ecuador y Brasil; en el caso de Bolivia lo notaremos si el golpe cívico militar avanza, bajo el amparo y ayuda del gobierno de Trump, en contra del pueblo boliviano.

Nos veremos en la próxima entrega para seguir examinando las causas principales de la actual situación chilena.

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