Del horror a la esperanza contra toda desesperanza

Manos Libres

Por Francisco Macías Medina / @pacommedina

Las imágenes se filtraban en las redes hasta ser tendencia. El escenario de color obscuro decorado con varios sujetos corpulentos, firmes, impasibles, vestidos de indumentaria militar color verde en la que todos ellos portaban armas de alto poder, como una alegoría de esa presencia que se ha vuelto constante en las labores de “seguridad”, obras públicas o programas sociales. Es como si hubiera una competencia de imagen y discurso.

Contrasta en el video la presencia de un sujeto, joven, como muchos en este país, delgado, vestido de civil, el cual realiza una serie de confesiones, ya esto en sí mismo es sorpresivo, porque el reconocimiento franco prácticamente ha desaparecido del discurso social, político y sobre todo del jurídico para ser sustituido por una argumentación maniquea desde los derechos. Hoy preferimos hablar del derecho a guardar silencio, el derecho a la vida privada o el de la presunción de inocencia.

En lo expresado en el video, se admite con prontitud y sin emoción, hechos gravísimos como el asesinato de los trabajadores de la construcción de la colonia La Jauja y la ejecución inhumana de cientos de personas que fueron colocadas en centros de exterminio (fosas) ubicados en diversos municipios metropolitanos. Pareciera que existe un sobre interés en que la sociedad recibiera un mensaje urgente que explicara de forma simple y unipersonal, el horror de una violencia visible, pero que tiene muchas partes que se han desarrollado de forma estructural por la inacción de las autoridades y la sociedad.

Se busca de nueva cuenta crear una narrativa ajustada a los medios y sus consumidores, pero no a una explicación apegada al derecho a la justicia y a la verdad. 

La sola mención sobre su relación de protección con funcionarios o agentes de seguridad, construyen la existencia de un tribunal paralelo en donde los grupos “administran justicia” y pueden decidir sobre la vida o bienes de las personas, lo cual coincide con la macro criminalidad existente en la ciudad la cual ha sido ajena a una intervención de las instituciones del Estado.

Pasadas las horas, la contestación “institucional” de los otros grupos que comparten una guerra cruenta por el territorio propicio para sus actividades, no se hizo esperar. Se encontró en una banca de un “Pueblo Mágico” un cuerpo, con mensajes y paradójicamente en una zona restringida por la pandemia.

El hecho emula una nueva red social que traslada los mensajes con horror e inhumanidad, en la que se deja nota de la brutalidad de la violencia que silencia a todos, que inactiva lo que pudiera ser y que aún no es: anhelar una seguridad para todas las personas.

Por eso, las respuestas venidas desde la esperanza contra toda desesperanza adquieren una mayor magnitud.

Durante la acción de memoria a tres años de la desaparición forzada de Javier Salomón Aceves Gastélum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García, sus amigos y profesores lanzaron un pronunciamiento (ver pronunciamiento) que recomiendo leer y reflexionar, ya que es un llamado a hacer un alto, una convocatoria a defender el sueño de miles de jóvenes y a construir desde lo que no signifique violencia.

Envían un llamado a todos aquellos que como en el video se colocan un disfraz construido por nosotros mismos, para reconocerles con una mirada profunda que busca liberarlos del miedo -aprendido, intergeneracional, que incluye e incluso socializa-  a todos aquellos que han optado por ese camino de obscuridad, que a final de cuentas fue permitido por nuestros fallos como sociedad, por la desigualdad, la exclusión, la acumulación del capital y la permisividad para impulsar la falta de significado del otro u otra como seres humanos.

Inevitablemente debemos de darnos cuenta algo nos une a ellos y que tenemos alguna responsabilidad indirecta como sociedad de alguna manera lo que implica sumarnos también para cambiar esas realidades y arrebatarles lo que constituya una luz que evite que lo ocurrido no vuelva a pasar.

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Francisco Macías Migrante de experiencias, observador de barrio, reflexiono temas de derechos humanos.

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