El Berrinches

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @TurcoViejo

Un comando armado ataca a elementos de la Fiscalía de Jalisco en pleno centro de Tlaquepaque. De manera simultánea, otro comando entra a una casa en San Andrés y se lleva a tres jóvenes, que son encontrados sin vida un par de días después. La investigación apunta a que ambos hechos están relacionados y la palabra “confusión” vuelve a aparecer en el escenario.

Previamente, habitantes de comunidades circundantes con Teocaltiche abandonan sus casas porque el crimen organizado hace de las suyas en la región.

El 10 de mayo grupos que se identifican como gente del Mencho y del Cártel Jalisco Nueva Generación reparten regalos libremente con motivo del Día de las Madres.

Un día antes, el domingo 9, un comando asesina a otras cinco personas a plena luz del día en Jocotepec.

Durante la noche del viernes y todo el fin de semana la ciudad se llena de humo porque desde el jueves un incendio consume La Primavera. En redes sociales se difunden las imágenes satelitales que muestran cómo las zonas negras ocasionadas por los incendios de este año se van uniendo.

El martes 11, la Universidad de Guadalajara enseña el músculo con una manifestación que convoca a miles de personas para protestar por el asesinato de los jóvenes.

Lo que en las noticias y redes sociales luce como una de las semanas más complicadas que se han vivido en Jalisco últimamente —y eso ya es mucho decir, considerando que hay escasez de agua y que las desapariciones siguen a la orden del día por todo el estado— no se vive igual en la Nueva Jaliscia, la tierra refundada por Enrique Alfaro, para quien nada es más importante que vivir la intensidad del fútbol: el miércoles, el gobernador fue visto en el estadio de Tepatitlán, donde tuvo lugar el juego de ida de la final de la llamada Liga de Expansión entre el equipo de aquella ciudad, que es filial de las Chivas y por ende goza de las preferencias del gobernador, y el venido a menos Atlético Morelia.

Dicho con otras palabras: al iracundo gobernador le pareció muy relevante ir a meterse a un estadio donde no se guardaron los protocolos sanitarios —las fotos dejan ver que por lo menos no se respetó el distanciamiento social ni el cupo restringido— para presenciar un partido molero de una liga molera. ¿De verdad nadie le dijo que quizá no era buena idea? ¿Sus “asesores” le tienen tanto miedo como para preferir seguirle la corriente antes que llevarle la contraria?

En cualquier otra situación, la presencia del gobernador en el estadio sería un evento anecdótico. Sin embargo, en el caso de Enrique Alfaro, no deja de ser un berrinche más de un muchachito que parece no entender sus responsabilidades, como cuando dijo que “como cualquier persona” necesitaba una vacación o cuando salió a defender sus tres rebanadas de pizza con whiskey en un restaurante bar con música en vivo mientras Jalisco se enfilaba hacia el punto más complicado de la pandemia por covid-19. Y no se diga su berrinche mayor: la mentada Alianza Federalista, a la que se ha aferrado con tal de llevarle la contraria al gobierno federal aunque en medio hayan quedado los adultos mayores, padeciendo la desorganización —¿intencional?— durante la aplicación de las vacunas.

Las diferentes crisis que vive Jalisco —sanitaria, económica y la más grave, la de seguridad— necesitan de un líder que asuma su responsabilidad y se haga cargo, no un adolescente berrinchudo que a la menor provocación saca la cámara de sus amigos para grabar un video y decir, por ejemplo, que aquí no pasa nada y que los desplazados por la inseguridad en Teocaltiche no son desplazados, sino que sólo se mudaron “por precaución”, o para ponerse su traje favorito, el de bravucón, y decir que nadie lo va a intimidar al tiempo que se lava las manos y pide a la gente que no se ande con “politiquerías”, como si él no hubiera hecho lo mismo años antes. Alguien que tenga la sensibilidad para darle la cara a las madres que buscan a sus familiares desaparecidos y que no se esconda en Casa Jalisco, esperando a que llegue alguien que sí sea de su agrado para sí recibirle, o que está más pendiente de los resultados deportivos que de las estadísticas de la inseguridad que siguen registrando más robos, más asesinatos, más y más y más desaparecidos.

¿Cuál es la mayor tragedia para Jalisco? Que ese líder no existe y, en cambio, sólo tenemos al Berrinches

P.S.

¿No estaría genial que Enrique Alfaro cumpliera su palabra y se sometiera, como prometió, a la ratificación o revocación de mandato? Claro, si tuviera palabra.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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