Lo impensable

Todo es lo que parece

Por Igor Israel González Aguirre / @I_gonzaleza

Hay días en que uno se queda sin fuerza ante el horror de lo que acontece. En momentos así, en el horizonte se abre un abismo ominoso que nos deja perplejos. Nos inunda la tragedia de lo inhumano. Y al mismo tiempo nos supera lo inhumano de la tragedia.

En este sentido, no me cabe duda que el 7 de mayo pasado en Jalisco tocamos un nuevo fondo. Esto es así porque con el secuestro y posterior asesinato de José Alberto, Luis Ángel, y Ana Karen, el alcance de la esfera de lo violento se ha expandido de manera terrible. A estos hermanos los sustrajo un comando armado que irrumpió en su vivienda y se los llevó a la fuerza. Así, sin más. Impensable.

El 09 de mayo sus cuerpos sin vida fueron encontrados en el municipio de San Cristóbal de la Barranca. Disfrutaban de la tranquilidad de su casa. De ahí se los llevaron. Y los tiraron a la orilla de la carretera. De suyo, este crimen es más que doloroso. Esto es así porque no solo ha destrozado a una familia. También ha rasgado el tejido social. Pero no sólo eso. Para quienes somos profesores, la muerte de un estudiante es siempre una catástrofe. Más cuando ocurre así, sin razón alguna. Nos desgarra. No es extraño que más de 10 mil universitarias y universitarios hayan marchado a modo de protesta el 11 de mayo. La realidad nos estalla en la cara y nos muestra el evidente grado de vulnerabilidad e indefensión en el que estamos.

Éste es tal que ya no sólo corremos el riesgo de que nos desaparezcan y nos maten impunemente mientras transitamos por el espacio público. Ahora, el flagelo de lo violento se ha desplazado a los reductos que suponíamos todavía seguros. Se ha colado hasta la intimidad de nuestros hogares. Terrible espiral descendente  de tristeza, desesperanza y muerte. Esto nos confronta con nuestra propia contingencia, con la profunda desvalorización de la vida —de las vidas juveniles, de por sí precarias—. La terrible tragedia que sufrieron los hermanos González Moreno nos coloca como testigos de la dolorosísima aniquilación del futuro. ¿Permaneceremos en la muda indiferencia o gritaremos desde la indignación o la rabia? 

Por otra parte, —como si la vulnerabilidad y la indefensión fueran poca cosa — ¿qué revela la narrativa acerca del caso, presentada por la Fiscalía General de Jalisco en días pasados, la cual se atiene a la hipótesis del “lugar y del momento equivocados”? En otras palabras, básicamente no tienen idea. Así, se evidencia la debilidad y la ineficacia de las instituciones encargadas de garantizar la seguridad y de impartir justicia en la entidad. Un escenario de este tipo produce un entorno en el que disponer de la vida de las personas, desaparecerlas, asesinarlas, constituye un acto cuyo común denominador es la impunidad.

Como he señalado en otra parte, para la población en general —y para los jóvenes en particular— sólo queda tanto la inmediatez de un presente violento y desigual; como la árida ausencia de condiciones para el futuro. Para tener una imagen de este panorama desolador basta recordar dos datos: 1. Según el INEGI, tan sólo en 2019 se registraron 2,481 defunciones por homicidio en la entidad; y 2. De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), Jalisco ocupa los primeros lugares en este rubro (con 12,469 personas reportadas como desaparecidas o no localizadas). Vulnerabilidad e indefensión. No hay más. 

¿Entonces qué hacemos? ¿Cómo superamos la anecdotización de la barbarie para que el horror que vivieron los hermanos González Moreno no sea sólo un caso más ¿De qué modo nos hacemos cargo de esta macabra contabilidad del horror que acumula cuerpos y desgracias? No lo sé. Hoy escribo desde el dolor, desde la indignación y de la rabia.

No tengo nada claro. Sé que organizarse y tomar las calles es fundamental. Pero sin duda esto no es suficiente. ¿Qué más nos toca hacer para preservar la esperanza? Debe haber algo más que podamos llevar a cabo. Pero hoy no  distingo el camino. Definitivamente hay días en que uno se queda por completo sin fuerza, habitado por un silencio ensordecedor y por una ausencia que lo llena todo de vacío.

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Igor I. González Doctor en ciencias sociales. Se especializa en en el estudio de la juventud, la cultura política y la violencia en Jalisco.

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