Quien tenga oídos…

Todo es lo que parece

Por Igor Israel González Aguirre / @i_gonzaleza

Por puro azar, en días pasados me encontré con una docuserie que explora de manera divertida —cosa rara— la naturaleza del poder político. Está disponible en Netflix. Es cortita y no me cabe duda de que vale la pena el tiempo que uno le dedica. La serie se titula Cómo se convirtieron en tiranos, y la descubrí mientras buscaba la película con la que conocí el trabajo actoral de Peter Dinklage (Vías cruzadas, dirigida por Tom McCarthy y estrenada en el 2003), la cual vi mucho antes de que este actor adquiera una fama descomunal gracias a su papel en Juego de Tronos. Ahora bien, antes de seguir coloco aquí una enorme alerta de spoiler, porque este texto tiene varios. Así que sobre aviso no hay engaño. Luego de esta nota aclaratoria, pasemos entonces a lo que importa. 

Así, en Cómo se convirtieron en tiranos, Dinklage presenta en una especie de tutorial —dispuesto en seis episodios contados con un tono sarcástico y cargado de ironías— el conjunto de tácticas mediante las que algunos personajes ahora famosos lograron acceder al poder hasta el punto de convertirse en dictadores crueles y déspotas. A modo de ejercicio lúdico veamos en qué consisten estas tácticas. A lo mejor luego de leer esta columna se encuentran con que alguno o alguno de sus conocidos ya le echó un ojo a esta especie de Manual para dictadores principiantes y lo está aplicando. Vayan ustedes a saber: 

    1. Toma el poder a cualquier precio.  No importa cómo. Tampoco importa el tiempo que sea necesario. Lo que debes saber es que se premia la paciencia y que la vía más efectiva para cumplir este objetivo consiste en apropiarse del resentimiento y el descontento popular y, desde luego, incorporarlo como parte de tu proyecto político. Lo que se requiere específicamente es canalizar lo anterior hacia un sector específico (i. e. la clase política, los intelectuales, ciertas etnias, alguna clase social, etc.). Igualito a como lo hicieron Hitler en Alemania e Idi Amin en Uganda. 
  • Deshazte de tus rivales. Sigue aquel principio que señala que «quien no está contigo está contra ti». Por lo menos eso dice en la docuserie el otrora Tyrion con su voz de barítono. En este sentido, las lecciones más eficaces vienen de la mano de Saddam Hussein y de Joseph Stalin. Ambos tenían formas brutales de «persuadir» a sus contrincantes. Dichas formas, por supuesto, no respetaban ni a amigos ni a familiares. Todos eran sacrificables. En estos casos a veces resultaba incluso más peligroso formar parte del círculo interno del tirano que ser un disidente. Es famoso el mecanismo mediante el que Hussein se «libró» de aquellos que consideraba como opositores conspirando constantemente en su contra.  
  • Gobierna con mano dura (de preferencia infunde miedo). Una vez más, la docuserie aborda el caso de Idi Amin. Éste arribó al poder envuelto en un halo de altas expectativas y fue recibido con entusiasmo por amplios sectores de la población. Días después de asumir el cargo reveló su verdadera naturaleza al tomar medidas xenofóbicas contra la población asiática; al aniquilar a más de 300 mil ugandeses durante su mandato; y al sumergir a su país en una crisis económica brutal. Todo con el afán de acumular más poder. Y más. Y más. 
  • Ejerce un férreo control sobre la verdad. Según lo narrado en Cómo se convirtieron en tiranos, tanto Hitler como Stalin eran unos maestros en este aspecto. Ambos mantenían una vigilancia extrema sobre los medios de comunicación. Ello, por ejemplo, al grado de asegurarse que la audiencia sólo tuviera acceso a los mensajes que eran favorables para el sostenimiento de sus respectivos regímenes. Otros, como Gadafi, de plano llevaron las cosas al extremo. Tanto así que eliminó las materias de historia, geografía y lengua extranjera del sistema de educación básica y promovió en su lugar un libro de texto escrito nada más y nada menos que por él. Vaya modo de producir una realidad alterna y a conveniencia. 
  • Construye una nueva sociedad (de preferencia a tu imagen y semejanza). En este capítulo Dinklage cuenta cómo Gadafi se hizo con el poder en medio de una ola de popularidad bastante extendida. Ello en buena medida debido a un proyecto de transformación de amplio calado. Desde luego, para lograrlo —aseguraba— era necesario mantenerse en el poder. Y así lo hizo: durante más de cuatro décadas, sosteniendo un régimen cada vez más cruel y despótico. 
  • Eternízate en el poder. Finalmente, la docuserie plantea que en realidad hacerse con el poder no es tan difícil. Lo que resulta complicado es mantenerse ahí. En este sentido, el ejemplo más claro lo encontramos en la dinastía de Kim Il-sung, la cual gobierna en Corea del Norte desde 1948. Hoy, Kim Jong-un —nieto de Il-jun— ya es el tercer dictador perteneciente a dicha dinastía en un régimen que muestra a todas luces que el manualito funciona. Y funciona muy bien. 

Ya en serio, más allá de sus carencias, de sus imprecisiones, y de lo  bien o mal lograda que está la docuserie, puede que les resulte interesante, precisamente, porque visibiliza el conjunto de factores que son comunes a los personajes a los que pasa revista. Veamos algunos de éstos: a) Un profundo culto a la personalidad; b) Un férreo desprecio de la verdad cuando ésta no les es grata (o la manipulación a conveniencia de la misma); c) La satanización sistemática de la prensa y los medios que consideran enemigos (o la utilización descarada de quien les es favorable); d) La disputa sistemática de los procesos e instituciones democráticas; e) La premiación de una lealtad súbdita y el castigo de crítica más ínfima; f) La reescritura de la historia para adecuarla a una narrativa a modo y…

En fin, la docuserie vale la pena porque es entretenida y porque esboza los contornos de un proceso social más amplio, de orden global, desde el cual se vislumbra el retorno de lo político. Y también sugiere, como dijera Frank Dikötter, que el poder absoluto siempre tiene—a la larga o en el corto plazo— una fecha de caducidad inexorable. 

Comparte

Todo es lo que parece
Todo es lo que parece
Igor I. González Doctor en ciencias sociales. Se especializa en en el estudio de la juventud, la cultura política y la violencia en Jalisco.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer