Una jornada de búsqueda en la «zona de silencio» de Morelos

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La VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas finalizó su trabajo de búsqueda en el municipio de Amacuzac, una zona donde desde hace años se cuentan por decenas las desapariciones, asesinatos y extorsiones, pero que las denuncias son casi nulas

Texto y fotos: Estrella Pedroza / Pie de Página

AMACUZAC, MORELOS.- «¡Ahora sí! ¡Bienvenidos a Amacuzac, la meritita tierra del «Carrete», el capo de capos!, expresa un elemento de la Policía Morelos a cargo de la seguridad asignada a integrantes de la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BNBPD), que arriban a esta localidad para realizar su labor en campo con el fin de encontrar fosas clandestinas.

Lo dice quizá en broma con un volumen de voz en que es posible escuchar a un metro y medio de distancia, durante una charla con sus compañeros mientras esperan de pie afuera de su patrulla, frente al Panteón Municipal de Amacuzac, situado en el poblado San Gabriel Las Palmas.

Aguardan, igual que el resto de la caravana -que salió desde Yautepec- a que la coordinación de la VI BNBPD determine el terreno donde las familias podrán realizar la búsqueda de fosas clandestinas que es el objetivo de su visita.

Ese policía estatal, junto a varias decenas, forma parte del convoy de seguridad, que también está integrado de elementos de la Guardia Nacional, para resguardar a la comisión de búsqueda en campo de la BNBPD que llegó a Morelos desde el 9 de octubre.

Son las 11:30 de la mañana del sábado 23 de octubre, el sol incandescente cala hasta los huesos pero eso es lo de menos, se respira tensión entre las familias que tienen a un integrante de su familia desaparecido, personas solidarias, servidores públicos e incluso entre los cuerpos policiacos.

No es para menos, Amacuzac, situado en los límites del estado de Guerrero y a 47.6 kilómetros de Cuernavaca, capital de Morelos, es uno de los municipios considerados como foco rojo en el semáforo de violencia y es el más complicado de la zona sur de la entidad. 

Desde 2011 el grupo delincuencial “Los Rojos” tomó fuerza y se apoderó de al menos ocho municipios, entre ellos Jojutla, Zacatepec, Tlaquiltenango, Tlaltizapán, Puente de Ixtla y Amacuzac; además de la franja colindante de Morelos y Guerrero.

“Los Rojos” emanaron del cartel de los Hermanos Beltrán Leyva, pero tras el asesinato de Arturo Beltrán Leyva en 2009, comenzaron a operar de manera independiente.

Santiago “N”, líder de “Los Rojos” conocido por las autoridades como “El Carrete”, instaló su centro de operaciones en su natal Amacuzac y junto con algunos miembros de su familia dedicada a la política, por años han mantenido el control de todo en ese municipio, según reportes oficiales.

La principal actividad de este grupo delincuencial ha sido el trasiego de droga entre Guerrero, Morelos y Ciudad de México; así como secuestros, extorsiones, cobro de piso, robo de autos y motocicletas; en consecuencia asesinatos y desapariciones.

A pesar de que “El Carrete” fue detenido el 1 de agosto de 2019 y posteriormente sentenciado a 20 años de prisión, «Los Rojos» aún tiene presencia en la zona y se disputa el territorio con un grupo denominado “Los Colombianos” liderado por Francisco Javier “N”conocido por las autoridades como “EL XL” o ‘El Señorón’, por quién el Gobierno de Morelos ofrece 500 mil pesos a quien o quienes aporten información verídica que permita su detención.

Por ese contexto, la primera indicación de los encargados de la logística de la BNBPD fue que nadie descendiera de los autos; una vez transcurrida la media hora poco a poco, obligados por el calor y la impaciencia, la gente empezó a descender.

Al cumplirse casi dos horas, sin importar el riesgo que implicaría, todas y todas estaban a lo largo y ancho de la calle, entre autos, patrullas y personas, aquello parecía un paseo, un mitin y hasta una verbena.

Curiosamente por esa calle prácticamente no transitan personas; durante todo ese tiempo eventualmente circuló un automóvil y una camioneta; es una zona silenciosa, solo se escucha el murmullo de quienes acompañan a la BNBPD.

Si alguien quisiera atentar contra la brigada lo hubiera podido hacer sin problema, era casi una emboscada, reflexiona un grupo de personas.

Una señora que proviene de Veracruz platica con una joven psicóloga y le cuenta que llegó a Morelos para apoyar a la Brigada, ella es la única representante de su colectivo, el resto está asignado a otras actividades.

Ella busca a uno de sus hijos desaparecido desde 2017 y dice que es importante respaldar a las familias de Morelos porque aquí la situación también, como en su estado, es complicada.

De pronto Montserrat Castillo, integrante de la coordinación de la BNBPD, pide atención para dar información.

Explica que no será posible ingresar a los predios contemplados (situados en las inmediaciones del rancho «El Cachorro o Los Guitiérrez», presuntamente propiedad de “El Carrete”) debido a que en el camino que conduce a ellos (los predios) está bloqueado con una reja y además esa zona asegurada por la Fiscalía General de la República (FGR) porque forma parte de una carpeta de investigación.

Comparte con el grupo que una comisión de avanzada se desplazó a explorar otro punto en el que de acuerdo con información proporcionada a la BNBPD existen fosas clandestinas.

Pasan apenas unos minutos y regresa el grupo de avanzada para informar que hay condiciones para entrar y que han localizado áreas de sospecha.

Entre flores, paisajes, alacranes  y coronas: fosas

Por un camino de terracería, el convoy de la BNBPD se abre paso entre flores de campo  color amarillo; el silencio es una peculiaridad de estos terrenos que colindan entre Amacuzac y Puente de Ixtla.

La visible caravana -integrada por camionetas, autos y patrullas-  avanza con velocidad.

De pronto aparecen cultivos de sorgo en ambos lados del trayecto y en el fondo un paisaje montañoso; las flores de campo siguen presentes en color amarillo y lila a lo largo del recorrido.

El espectáculo de la naturaleza logra, por un instante, que una se olvide del calor, una condición del clima cálido de la región.

Son casi las dos de la tarde y el sol cae con mayor intensidad.

Una no imaginaría lo que se esconde dentro en ese lugar. 

Tras varios minutos de marcha poco a poco se detiene el contingente.

Yadira González es originaria de Querétaro  y busca a su hermano Juan desaparecido en 2006. Vestida con pantalón verde militar, botas de montaña, gorra y blusa todo en color negro, da indicaciones precisas:

“Todos los autos deben estacionarse de lado derecho, en fila india y listos para salir sin maniobrar, viendo de frente a la salida”, expresa con voz firme a cada uno de los conductores.

Las familias bajan con velocidad, prácticamente todas y todos, a excepción de los elementos de seguridad, toman herramientas y sus mochilas, caminan rápidamente.

Las buscadoras y uno que otro buscador muestran prisa por llegar a rastrear y encontrar.

Una vez en el punto – que está a unos 10 minutos caminando- Yadira nuevamente toma el liderazgo y organiza a la gente en grupos, reparte 10 puntos de interés – situados entre árboles de la región y matorrales- que previamente fueron examinados donde se eligieron zonas en las que se percibieron bordes o algún detalle que indican la posibilidad que la tierra fue intervenida.

El terreno se divide en dos zonas de búsqueda, una situada a la izquierda donde el terreno está irregular con una ligera pendiente y zanjas; y de lado derecho el terreno es un poco más regular y está totalmente arbolado.

La queretana, con voz firme, pide descartar lo antes posible debido a la premura.

Con velocidad, empiezan los trabajos; las familias, personas solidarias y servidores públicos (mujeres y hombres) se concentran en la actividad.

Comienza la labor de las búsquedas a campo abierto: las personas con palas y picos no descansan, con esas herramientas escarban, retiran la tierra y el escombro, una vez que se alcanza a percibir tierra blanda se introduce la varilla; como puede, cada quien adopta la técnica que mejor le va, algunos utilizan toda la fuerza de su cuerpo para girar como si fuera un tornillo humano y encajar en lo más profundo; otros usan lo que pueden para golpearla y sumergirla.

Cuando la varilla alcanza una considerable profundidad, la sacan, la observan y la huelen detenidamente; entonces determinar si hay o no hay algo que pueda ser de su interés, si existe duda se repite la dinámica para sumergirla un poco más o cambian de sitio, en ese mismo diámetro, para descartar o confirmar posibilidad de un hallazgo.

Algunos tienen suerte y trabajan bajo una ligera sombra que cubre un poco del sol pero eso no es suficiente.

Después de la primera media hora se empieza a escuchar algunas frases como “no, aquí no hay nada” o “descartado”.

Otros continúan o buscan nuevos puntos pero ninguna persona allí presente está con las manos quietas.

Un grupo de cuatro mujeres olfatea una y otra vez la varilla.

“Yo sí percibo un olor pero creo que es mi afán de encontrar”, dice Gaby, como es conocida en los grupos de víctimas.

Después corroboran sus compañeros y descartan el lugar.

Se les nota una ansiedad, es la primera vez que ingresan a Amacuzac para realizar una búsqueda, si por ellas fuera se seguían todo el día para aprovechar lo que ellas califican como una gran oportunidad de encontrar a sus hijos.

Sugieren a Yadira incorporarse a otros grupos para apoyar en los trabajos y les da luz verde para incorporarse en el último punto del terreno más regular.

Mientras ellas se suman a otro equipo, en medio de zanjas las buscadoras y buscadores detectan entre la tierra trozos de tela, siguen hurgando y descubren ropa enterrada.

“Era ropa de mujer y hombre, pantalones, blusas, playeras, lencería zapatos y tenis de fútbol, algunos envueltos en una sábana azul cielo con flores”, detalla Maria de Jesús Osorio Aguallo, ella buscó por años su hijo Iván Yan Carlos Ibarias Soria, quien desapareció a los 21 años el 9 de septiembre del 2016 en Tejeria, Veracruz.

Marí, como le dicen de cariño en la brigada, no se ha despegado del grupo de búsqueda en campo a lo largo de la estadía en Morelos de la VI BNBPD, sabe lo importante que es escarbar en la tierra. Su hijo fue localizado este año en las fosas clandestinas encontradas en el predio «El Arbolillo» en Veracruz.

Por más de cinco años lo buscó, se le nota agotada por la burocracia e indiferencia de las autoridades y del dolor de no saber de su hijo.

En pocos días le serán entregados los restos de  Iván pero aún no termina la batalla. Ahora está luchando por que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) cumpla con su trabajo, deje de revictimizar y cubra los gastos del funeral de su hijo. Hasta ahora la única alternativa que le ofrecen es que le reembolsará lo que gaste pero ella no tiene dinero, se quedó sin empleo y sin nada.

Cada buscadora, enfrenta una historia que la impulsa a hurgar entre la tierra e incluso enfrentarse a sus propias fobias y desarrollar una capacidad enorme de resiliencia.

Es el caso de Marité Valadez Kinijara, dirigente del colectivo Guerras Buscadoras de Sonora, ella se convirtió en buscadora tras la desaparición de su hermano Fernando en 2015 en Guaymas, Sonora. Se ha especializado en fosas porque sabe que su hermano está sin vida, les enviaron un video en el que Fer es torturado y asesinado.

A su hermano lo quería obligar a vender Droga y a convertir su casa en un centro de operaciones.

Marité cuenta que no le da miedo estar en Amacuzac a pesar de lo que califica como “una zona caliente (por la presencia del narco)”.

Pero, después de dos horas de trabajo, perdió la cordura debido a que mientras escarbaba se le presentó un alacrán.

Ella le tiene fobia a ese tipo de arácnidos, eso lo saben de sobra sus compañeras de búsqueda y la comprenden.

Quizá ella no sepa que los alacranes son mensajeros, según algunos mitos espirituales simbolizan la muerte y el renacimiento. Tal vez es un aviso de lo que está por venir en ese lugar.

La sonorense dejó de escarbar sin decir más y se alejó del grupo para no distraer.

Pero de inmediato ideó una actividad que le permitió regresar a su centro.

Tomó algunas lianas que encontró entre los árboles, ella las utiliza para hacer atrapasueños (está actividad la hace desde hace mucho para recaudar fondos que hacen posible sus búsquedas).

Empezó a formar aros pero en esta ocasión se le ocurrió fabricar una corona que fue decorada por sus compañeras con flores de campo blancas con centros amarillo.

Maité vive en un estado donde los grupos delincuenciales lo dominan casi todo, confiesa que nunca imaginó que en Morelos, conocido por ser un destino turístico, ocurriera tanta violencia y existan tantas fosas clandestinas.

Son casi las cinco de la tarde, algunos grupos hacen una pausa para comer y descansar.

En el último punto nadie quiere parar, se percibe incertidumbre entre quienes escarban y entre quienes observan el momento adecuado para meter una y otra vez la varilla.

Ahí hay un posible hallazgo positivo.

«Es un punto de interés porque tiene variaciones en el suelo, notamos cal y las características muy visibles de una fosa clandestina con características similares a las que hemos encontrado en Guerrero; este es un posible hallazgo positivo», detalló Yadira. 

Ahora hace sentido al alacrán.

Por las condiciones del lugar era recomendable que no les alcance la noche, así que antes de las seis de la tarde la BNBPD determinó abandonar el sitio.

Ahora corresponderá a la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Estado de Morelos concluir los trabajos para confirmar o descartar el hallazgo.

«Ingresar a Amacuzar es un logro»

Para la BNBPD la diligencia en Amacuzac significó un avance importante por las condiciones de esta municipalidad.

Desde hace años, Amacuzac es una zona de silencio, ahí se cuentan por decenas las desapariciones, asesinatos y extorsiones.

Sin embargo, por temor y amenazas son pocas, casi nulas, las denuncias y reportes oficiales al respecto.

«Ingresar a Amacuzac es un logro, es logro porque pudimos iniciar la búsqueda”, comenta, con un tono de voz determinante, Edith Hernádez, hermana de Israel un joven secuestrado en 2012 y localizado en 2014 en las fosas de Tetelcingo.

Agrega: “todo (entrar a Amilcingo) gracias a las familias y ahora queda el precedente que obligará a la Comisión de Búsqueda y a la Fiscalía regresar para rescatar cuerpos y que se haga bajo la observación de los colectivos».

Para la BNBPD y como para los colectivos locales, lo vivido en Amacuzac como en Yecapixtla es la muestra de que el mensaje «no buscamos culpables solo buscamos a nuestros desaparecidos», emitido al inicio de la VI BNBPD, tocó los corazones de todos, incluso de quienes por alguna razón forman parte de algún grupo delincuencia.

 «Pudimos ingresar y trabajar sin ningún incidente de seguridad», sostiene con júbilo la también integrante del Colectivo Búsqueda de Familiares “Regresando a Casa Morelos”. 

La BNBPD se va con la promesa de regresar

Wendy Guadalupe Ruiz Ramírez, titular de la Comisión de Búsqueda de Personas en Morelos, informó que ese mismo sábado, el último día de trabajo de la BNBPD, las familias lograron encontrar un noveno hallazgo positivo en la mina de arena, situada en la comunidad de Mixtlalcingo en Yecapixtla. Éstos se suman a los dos hallazgos realizados en la barranca de Yecapixtla y en Cuautla.

Esa comunidad fue el centro de operaciones del Raymundo Isidoro “N”, ubicado por las autoridades como “El Ray”, jefe de plaza del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Al cierre de la jornada se logró recuperar seis cuerpos dentro de las primeras ocho fosas.

La zona ya fue asegurada por la Fiscalía General Estatal (FGE).

De acuerdo a la funcionaria en días posteriores se realizará un segundo rastreo en toda la zona.

En el eje de búsqueda en vida se logró obtener información, en los Centros Penitenciarios de Morelos, que podría ser útil para localizar a tres mujeres del estado de Veracruz.

Juan Carlos Trujillo Herrera, coordinador de la BNBPD y hermano de cuatro jóvenes desaparecidos en Michoacán y Veracruz, detalló que a lo largo de 16 días fueron varias las familias morelenses que se acercaron a pedir apoyo de la brigada debido a que tienen desaparecido a un ser querido y están en cero.

En una evaluación general asegura que se notó la disposición de las autoridades locales para impulsar módulos de paz en cada municipio y para retomar los trabajos de exhumación en las fosas de Jojutla.

La BNBPD se fue de Morelos con la promesa de regresar y organizar otra brigada para seguir destapando fosas y localizar a algunas de las más de 92 mil desaparecidas en México, según datos oficiales.

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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página:

Una jornada de búsqueda en la «zona de silencio» de Morelos

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