Portaplacazo

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Remember, remember, the Fifth of November,
the Gunpowder Treason and Plot.
 I know of no reason why
the Gunpowder Treason
should ever be forgot.
V for Vendetta 

 

En 1854, Antonio López de Santa Anna instauró un impuesto a puertas y ventanas. La idea era que las casas más grandes pagaran más impuestos porque recibían más luz solar en el día y de las farolas públicas durante la noche.

Antes, en 1853, en la capital del país ya se había creado una tarifa de un peso por perro, que la ciudadanía debía de pagar sin importar el tamaño, raza o edad de la mascota en cuestión.

El resultado de la primera medida fue que muchos, para evitar pagar la multa, optaron por tapiar puertas y ventanas, para lo cual contaron con la venia del gobierno. Y empezaron a hacerse casas con menos ventanas. En el caso del segundo, como había que registrar al perro, ocurrió que los dueños simplemente no los registraron y, al ser un impuesto mal planeado y peor ejecutado, al final salió más caro tratar de cobrarlo y terminó por desaparecer. 

Es curioso que, aunque suene ridículo, la idea de gravar puertas y ventanas no surgiera aquí, sino que fue importada de Europa, donde a finales del siglo XVII ya se usaba en Inglaterra y en las postrimerías del 1700 también había un impuesto similar en Francia, que incluía también las chimeneas. La diferencia fue la implementación: mientras allá funcionó, acá nunca se pudo ejecutar adecuadamente.

Pienso en este par de impuestos —había otro: a caballos y carruajes, antecedente directo de lo que años después sería la tenencia vehicular— porque ahora, más de 150 años después, suenan ridículos como política hacendaria y desesperados como medida recaudatoria. 

Casi tan ridículos y desesperados como la nueva disposición según la cual ahora los autos que circulen en Jalisco deberán hacerlo sin los llamados portaplacas, so riesgo de recibir una multa que asciende a los 13 mil pesos. ¿Qué es un portaplacas? Ese marquito en el que las agencias y lotes de autos han invertido una buena cantidad de pesos para ponerle a las placas de los autos que venden y hacerse de un poco de publicidad móvil. No es mucho, pero es trabajo honesto, pues.

Es curioso que mientras con una mano el gobernador exige un trato justo a la federación para que le dé más dinero para los jaliscienses, con la otra le da un manazo al bolsillo de los mismos jaliscienses y se inventa una medida a todas luces recaudatoria y desesperada que promete ser un merequetengue desde el primer momento: primero porque Vialidad salió a desmentir la medida, luego porque salió a confirmarla y después porque en la dependencia se dieron cuenta de que, upsi, todas sus camionetas llevaban portaplacas. 

(¿Quieren reírse un rato? Asómense a este hilo de Twitter: la cuenta de Vialidad aclara que la sanción por “circular con las placas ocultas total o parcialmente, o con algún complemento que impida su visibilidad, amerita que tu vehículo sea retirado de circulación” está contemplada desde siempre en la Ley de Movilidad. Acto seguido, un usuario comparte una imagen de una patrulla de Vialidad con —adivinaron— un portaplacas, a lo que la cuenta de la dependencia responde con una imagen de una placa en la que es más que evidente que acaban de retirar el marco. ¿Colofón? Los usuarios han alimentado el hilo con imágenes tomadas de la misma cuenta de la dependencia en las que se echa de ver que, efectivamente, muchas de las patrullas de Vialidad usan portaplacas. O usaban: a estas alturas ya debe haber todo un equipo desportaplacando las unidades de la dependencia.)

Al igual que el impuesto a las puertas y ventanas o a los perros, las “nuevas” multas a los vehículos que llevan un portaplacas parecen un chiste, una medida improvisada de un gobierno que no encuentra de dónde sacar más dinero porque la mayor parte de los recursos se están destinando a áreas que no son prioritarias, como pueden ser la publicidad de la administración. 

Si el argumento es que la sanción siempre ha estado contemplada en la Ley de Movilidad, ¿por qué han decidido aplicarla a rajatabla de un día para otro? ¿Ya se aclaró a qué se va a destinar lo recaudado, habida cuenta que sería un recurso extra no contemplado en el presupuesto aprobado para este año?

Si todavía no dicen a donde han ido a parar los cientos de miles de pesos en monedas de 50 centavos que se ahorran las máquinas del Tren Ligero con la tarifa a 9.50, mucho menos vamos a saber a dónde van a parar los cientos de miles de pesos recaudados con el portaplacazo. O sí: las empresas de comunicación consentidas del gobernador deben ir haciendo su ahorrito, porque ya falta menos para 2024 y hay que posicionar a un antipático personaje que todas las noches sueña con ser presidente de la nación. ¿Es ese el mentado “trato justo” que tanto alardea Enrique Alfaro que merecen los jaliscienses?

Es un hecho que a nadie nos gusta pagar impuestos —vaya, en su nombre llevan la penitencia, pues—. Sin embargo, las medidas recaudatorias se vuelven todavía más repulsivas cuando son improvisadas, mal socializadas, mal ejecutadas y opacas en la rendición de cuentas. Y si algo caracteriza a este gobierno es, precisamente, la falta de transparencia. Por eso, y por muchas cosas más, la medida va a fracasar, como fracasaron los impuestos a puertas, ventanas y perros.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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