Colectar en el bosque: campo de aprendizaje biocultural varonil en Michoacán

Maroma

Por Liliana Sarahí Robledo Barragán / MAROMA: Observatorio de Niñez y Juventud

La resina es una exudación natural de algunas especies de pino. Es una sustancia pegajosa que se produce en las zonas dañadas de los troncos como un mecanismo de defensa contra las enfermedades y los insectos. Con la resina se produce hule, insecticida, barnices, pegamentos, pinturas y líquidos de limpieza y se considera de alto interés comercial.  La actividad resinera en los pueblos de estudio tiene más de 40 años que se practica.

Las personas que llegaron a trabajarla, la mayoría, no provenían de los ranchos en la Sierra de Jalmich sino de las comunidades indígenas Purépechas que ya llevan varias décadas trabajando su recolección. Las personas que llegaron a este poblado se asentaron en una ladera de cerro con sus familias en los límites de los pueblos de Tocumbo y Santa Inés y conformaron las colonias de Pueblo Nuevo y “La Resina”.  

Diferentes grupos etáreos participan en la actividad forestal, entre ellos los niños. Mientras sus padres van por algunos botes y los burros esperan amarrados en un árbol con las barricas, los niños ayudan a sus padres en la búsqueda de botes que ya estén listos para vaciarse en las barricas y llevarlas al pueblo. Para algunos padres, es importante que los niños se enseñen a trabajar en el bosque “que valoren y que cuiden lo que nos da para comprar comida”.  Quizás en el proceso de crianza de los niños se manifiestan procesos de asimilación de una memoria biocultural en las formas de aprender, interactuar y trabajar en un entorno forestal.

El bosque también tiene una función de recolección. Los tiempos de recolección están vinculados con el producto que se extrae del bosque para el consumo humano. Los productos con los que estoy familiarizada en el entorno de estudio son: el aguamiel, las Terecuas y la raíz del cerro. El aguamiel se extrae en época de secas de marzo a mayo, aproximadamente.

En el pueblo hay dos personas que se encargan de extraerlo y distribuir la venta horas después de su extracción en la misma localidad; es decir, en un mercado local. Los que se encargan son resineros que van todos los días a sus labores al cerro y de paso, extraen el aguamiel de los magueyes que se encuentran en el camino. Julián, niño de 8 años, es el que se encarga de ir por los botes que dejó su papá en el maguey escondidos para venderlos al pueblo. El niño va en su bicicleta por los botes y es su medio de transporte y venta en el pueblo.

Considero que existen acuerdos por medio del proceso de crianza entre el padre y el hijo para esconder las botellas y de ir a recogerlas; es decir, una crianza de recolección en el ambiente. El niño es quién establece las redes de venta y los días que les distribuirá mientras siga saliendo el agua miel. Tiene un papel importante en este proceso alimentario. 

Terecuas

El segundo producto de recolección, las Terecuas, son unos hongos que se pueden obtener solamente dos semanas, cuando empieza la temporada de lluvias. Los resineros y otros jóvenes del pueblo dedican parte de sus mañanas para ir a recolectar y vender las cubetas en el pueblo. Este año, el valor de una cubeta llena de 25 litros y su valor oscila entre los $500.00.

Los niños participan en su extracción y en la venta dicen que “se vende como pan caliente”. Es un alimento que se presume en las redes sociales, donde se expresan reacciones escritas de las “maravillas que solo se comen en el pueblo”. Se guisa de distintas maneras y es un alimento, que yo podría considerar, como tradicional en el pueblo.  

Por último, el tubérculo conocido por los pueblos vecinos, Tocumbo, Santa Inés y Tacátzcuaro, como raíz del cerro, se recolecta de las barrancas en los meses de octubre a principios de enero. Me platican que, “las personas que conocen cómo sacarla dicen que es una guía, que hacen unos hoyos profundos y tienen que seguir, seguir, seguir hasta que se acaba la raíz. No sé qué contenga de propiedades, pero toda la vida la he comido, desde que tengo uso de razón. Por eso la dan tan cara. Hay personas que reconocen la guía pero que no se dedican a extraerla”, me platica una señora que ha vivido toda su vida en la localidad.

También me comenta que “cada región tiene su propio color de raíz, cambia por el tipo de tierra que hay. Aquí la raíz es blanca y tiene un sabor babosito”. Quienes se dedican a la venta de estos productos son niños que participan en su proceso de recolección. 

Los varones son los aprendices y los posibles captadores de los conocimientos locales medioambientales, pero en las comunidades de estudio las niñas quedan relegadas de las actividades del bosque. El espacio es el sitio masculino de enseñanza porque algunas actividades implican cierto riesgo y para eso se preparan desde el juego. Quiero cerrar con el manifiesto de que los procesos de enseñanza del patrimonio biocultural también están atravesados por el género de manera peculiar en los pueblos: las formas que cobran se pueden materializar en palabras. 

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Maroma es un observatorio de la niñez y la juventud. Somos un grupo interdisciplinario de personas involucradas en los sectores académicos, comunitarios, públicos y privados con fines de gestión y bienestar para la niñez y juventud que busca incidir en políticas públicas y movimientos sociales con un enfoque de innovación social.

1 COMENTARIO

  1. Muy bueno post, conozco esos pueblitos y sus tradicionales practicas y costumbres, comidas muy buenas, personas de mucho conocimiento de los saberes del campo y del cerro, gracias por información de este tipo. Saludos.

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