Chusma, chusma…

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Estoy seguro que todos conocen la rutina: alguien —el Chavo, la Chilindrina, Ron Damón o hasta el señor Barriga— le hacía algo a Quico. Justiciera, Doña Florinda salía a poner las cosas en su lugar, para luego rematar con un altivo: “Vente, tesoro, no te juntes con esta chusma”, a lo que el sobreprotegido cachetón remataba con un castrante “Chusma, chusma… ptrrrrr” y se iba tras las faldas de su mamá.

Aunque cada tanto se alzan voces aquí y allá para criticar al Chavo del 8, lo cierto es que resulta fácil reconocer su influencia en tantas generaciones, para bien y para mal. Conozco gente a quienes no le dejaban ver el programa cuando eran niñes y, sin embargo, conocen a la mayoría de los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños porque, vamos, siempre han estado ahí, como parte de la cultura popular del mexicano.

Me he estado acordando del Chavo del 8 y de doña Florinda y de Quico y del “Chusma, chusma” desde el miércoles cuando, al final de no sé qué actividad, los medios rodearon al secretario de Salud de Jalisco, Fernando Petersen Aranguren, para una entrevista banquetera, como se le conoce en el gremio a esos encuentros con algune personaje a pie de calle y en el que todos los reporteros ponen micrófonos y grabadoras y disparan preguntas al mismo tiempo para ver cuál escucha y responde la persona en cuestión—también les dicen “chacaleo”, pero se oye más feo, la verdad. 

El caso es que la pregunta ganadora del miércoles fue de Rocío López Fonseca, reportera de Canal 44, quien cuestionó al funcionario sobre la presunta falta de insumos y medicamentos en el hospital de Zoquipan denunciada por empleados del nosocomio. Petersen Aranguren no pudo articular respuesta, apenas balbuceó algo mientras miraba desesperado a todos lados, hasta que desde fuera de cuadro se escucha la voz de Enrique Alfaro, quien decide que mejor no va a haber entrevistas y que es hora de irse, a lo que Fernando Petersen exclama un espontáneo “¡Muy bien!” y secundado por un dicharachero “yo siempre jalo con los medios, pero hay quien nomás viene a reventar”, cortesía de Enrique Alfaro.

¿Se imaginan a Alfaro vestido como Doña Florinda y a Fernando Petersen con sus cachetes inflados y vestido de marinerito?

—Vente, Fernando, no te juntes con esta chusma que nomás viene a reventar.

—Chusma, chusma, ptrrrr

El nuevo desplante del gobernador —nuevo porque vaya que tiene antecedentes, como han documentado en este portal Jonathan Ávila y en su cuenta de Twitter Omar García, entre muches otres— ocurre en la misma semana en que el diario El País publica una entrevista al emperador de la Nueva Jaliscia. Una entrevista a modo en la que, si bien le preguntan algunas cuestiones como los desaparecidos, el crimen organizado, o las protestas del 4, 5 y 6 de junio del año pasado, el entrevistador no sólo permite que Alfaro se lave las manos y se deslinde de toda responsabilidad como bien sabe hacer, sino que además le regala el titular: “Enrique Alfaro: ‘Estoy más que preparado para ser candidato presidencial’”, cabecea la entrevista y el sumario afirma que ya mejoró la relación con López Obrador —en toda la entrevista no se menciona la mentada consulta por el pacto fiscal, síntoma de lo bien que se llevan, pero cada quien—. Habrá que ver qué entienden el medio y el gobernador por “mejorar la relación”, habida cuenta que, como pudimos constatar el martes, cuando Alfaro está con el presidente es uno (nervioso, titubeante, servil) y cuando anda de federalista es otro (bravucón, retador).

Entre las muchas cosas que dice en la entrevista, me llamó la atención esta parte de una respuesta: Lo que yo puedo decir es que estoy absolutamente claro de que no voy a faltar a mi responsabilidad política con este país. Sé que me va a tocar jugar un rol. Y si ese rol es el de ser candidato, pues creo estar más que preparado para hacerlo”. Y remata: “Tampoco estoy en una búsqueda por un proyecto personal. No estoy con ínfulas de grandeza”. ¡KABOOM!

Una vez más, como hizo en un post cuando al pandemia iba agarrando vuelo, Enrique Alfaro vuelve con la cantaleta del ser elegido, tener un destino, una misión —aquella vez escribió (bueno, le escribieron) que “dios había decidido” que estuviera al frente de la crisis pandémica, ¿se acuerdan?—. Ahora habla de jugar un rol, se autonombra como un personaje articulador de un movimiento que pueda plantar cara a Morena en 2024 y, en un arrebato de falsa, falsísima, hipócrita y resignada humildad, asume que podría tocarle ser candidato… unos días después de que otra vez no figuró en las encuestas de Reforma.

Estos dos ejemplos pintan a Enrique Alfaro de cuerpo entero —y bueno, vaya que se necesita mucha pintura— en lo que respecta a su relación con los medios: cuando se trata de recibir aplausos, de exponer su verdad e incluso de lavarse las manos y deslindarse de su responsabilidad, el gobernador sonríe, se toma fotos, se dice apenas un granito de arena en el mar de la democracia; cuando se trata de dar la cara, responder, enfrentar su responsabilidad, ser cuestionado, entonces se enoja, calla, se muestra altanero y, antier, termina convertido en Doña Florinda para salvar a su empleado Quico de la chusma, chusma periodística. Vaya cosa.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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