¿Has violentado a una mujer?

Dejar de Chingar

Por Dejar de Chingar / @DejardeChingar

Parece que responder a la pregunta anterior es más fácil de lo que aparenta ser. Cuando te haces esta pregunta por primera vez, podrías responderla —como lo hicimos varios de nosotros— con una negación rotunda, porque ¿cómo es posible si eso va contra la educación y los valores que te enseñaron en casa y en la escuela?

La pregunta cobra una connotación aún mayor cuando vives en México, donde existe un promedio de poco más de 10 mujeres  (cis y trans) asesinadas al día (Forbes, 2021) —delitos de los cuales 2.7 son catalogados como feminicidio (SESNSP, 2021), además de otros crímenes de odio derivados de las violencias machistas que no paran ni toman descanso. Contestar a la pregunta con un simple “no” es porque quizá haya algo que todavía no nos hemos cuestionado o no hemos resuelto.

Y bien, si nos interesa acabar con las violencias machistas (o dejar de chingar), podemos tratar de responder a la pregunta aclarando que las violencias tienen diferentes efectos de acuerdo a la situación, esto es, algunas son más graves que otras (aunque no por eso se justifican). No es lo mismo arrojar un piropo a una mujer que va pasando por la calle que someterla a una agresión física; tampoco es lo mismo robarle la palabra a una mujer que agredirla sexualmente.

Además, es importante separar las violencias intencionales y explícitas de las que no lo son. Para el caso de las violencias no intencionales, tal vez no nos agrade escuchar que son más comunes de lo que creemos: todos hemos ejercido violencia contra las mujeres. Un caso no lejano es cuando en nuestros hogares el trabajo doméstico y de cuidados lo dejamos solo para las mujeres, sin esforzarnos en lavar un plato, barrer la cocina, ni lavar la taza del baño. Estos machismos que ejercemos continuamente se encubren tras la cotidianidad y los hemos asumido como normales, como parte del “ciclo de la vida” y el “correcto” funcionamiento del sistema.

El violentómetro puede serte útil para identificar violencias ejercidas:

Fuente: https://igualdad.ine.mx/mujeres-en-la-politica/violencia-politica/violentometro/

¿Qué hacer cuando identificamos que hemos violentado a una mujer? Aún más, ¿qué hacer cuando sabemos que como hombres nuestra forma y estilo de vida muchas veces se ha basado en la violencia contra las mujeres?

Identificar y reconocer nuestras violencias, dimensionando su gravedad, no es tarea sencilla. Con base en el trabajo que hemos realizado y el libro Varones y masculinidad(es) Herramientas pedagógicas para facilitar talleres con adolescentes y jóvenes (2019), algunas de las reacciones que se manifiestan cuando se visibilizan nuestras violencias son la victimización, el silencio, el paternalismo heróico, los sentimientos de culpa o las resistencias. A veces, pasamos por desapercibidas estas reacciones, ya sea por desinterés, conveniencia propia o porque nos desestabilizan de nuestra normalidad. Tristemente, existen varones que incluso celebran las violencias con tal de remarcar la autoridad y el poder de la figura del hombre, cosa que se vuelve bestial cuando se trata de violencias como  la cosificación y mercantilización de un cuerpo femenino, la violación, el feminicidio y la desaparición forzada.

Una vez identificada y reconocida la violencia ejercida, el siguiente paso es responsabilizarnos e iniciar un proceso de reparación del daño. Pedir perdón o mostrar humildad frente a los errores y fracasos del pasado no nos vuelve más débiles. Incluso es recomendable pedir ayuda a alguien de confianza o especializade en la materia, puesto que asumir la responsabilidad también implica reconocer que no siempre vamos a tener la razón ni las herramientas para afrontar este proceso.

Por último, a la par de reconocer la violencia ejercida, es necesario dejar de reproducirla. La estrategia no es eficaz si reconocemos y reparamos el daño pero la seguimos repitiendo como si de un ciclo infinito se tratara.

Estos tres puntos aquí recomendados (identificación y reconocimiento; responsabilidad y reparación del daño; y eliminación de la violencia) no son pasos que sólo se realizan de manera lineal ni tampoco existe una sola fórmula. Incluso pueden crearse otras fórmulas más efectivas. Un escenario ideal es que entre hombres discutamos qué hacer cuando hemos violentado a una mujer para identificar puntos ciegos que en soledad no veríamos, siempre buscando eliminar las violencias que ejercemos como varones. La sensibilidad, la empatía y la corresponsabilidad en estos tiempos violentos son horizontes posibles si buscamos construir un mundo de igualdad, paz y bien común para todes.

Y tú, ¿has violentado a una mujer?, ¿qué estrategias se te ocurren para identificar y reconocer tus violencias?, ¿qué otras reacciones identificas cuando señalan tus violencias?, ¿qué otras maneras propones para sensibilizarnos y responsabilizarnos?, ¿qué haremos para reparar la deuda histórica que tenemos como hombres?

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Masculinidades en conflicto. Hombres que reflexionamos y trabajamos colectivamente en torno a la masculinidad y el machismo como problemas.

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