PERDONAR A TU AGRESOR

Escribiéndonos resistimos

Por Regina Núñez / Morra tonalteca, Morra con Resistencia y Miembra de la colectiva de la Colectivas Morras, Potente y Crítica.

Denunciar, hablar y lo que hay durante este proceso es muy difícil, razón por la cual muchas de nosotras o, la mayoría de las mujeres, nos enfrentamos a la violencia: “Según la ONU México, 19.2 millones de mujeres fueron sometidas en algún momento de su vida a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual”

Después de hablar o cuando por fin decidimos hablarlo, nos enfrentamos ante las críticas o comentarios hacia nuestros procesos y no sólo eso, sino que se invalidan nuestras denuncias. Todos creen saber lo que sentimos o lo que vivimos, cuando no es así. Cada mujer, cada niña o adolescente vive y siente diferente, para algunas duele o tarda más, sabiendo también que hay mujeres que no tienen el recurso para asistir a un psicólogo o algún lugar donde puedan mejorar su situación, otras veces ni siquiera se les permite hablarlo.

Muchas veces cometemos el error de comparar nuestros procesos o nuestras vivencias con los de otras mujeres, incluso, llegué a decirme que, ¿Por qué si lo de ella fue más “grave” me sigue doliendo? Mucho tiempo tuve la idea de que lo que yo sentía no era válido o no era tan importante, ya que me siento en una posición un poco más privilegiada que la de otras personas, ya que me decían cosas como: “Tienes que comer, luz, agua, ropa, ¿Que más quieres?” cuando expresaba mi sentir o mi pensar.

Lo primero o más difícil es reconocer las violencias, a veces, ni siquiera nos damos cuenta que estamos siendo violentadas o que fuimos víctimas de esta, después nos enfrentamos con el hecho de tener que hablarlo o si decidimos hablar, como lo mencioné anteriormente, nos enfrentamos a los comentarios de la sociedad. Vivimos en un México católico, en donde esta prohibido hablar de estos temas, y cuando por fin lo expresamos nos tratan de locas, putas, ardidas, locas o mentirosas.

Cuando decidí hablar, mi abuela -la mujer más dulce que había conocido- me dijo que necesitaba mucha ayuda porque yo estaba enferma, que seguramente mi ex novio me había hecho algo y por eso yo estaba culpando a su hijo. El agresor siempre termina siendo la víctima porque “nosotras le arruinamos la vida al hablar”, cuando él ya nos había causado un daño, probablemente de por vida. Cuando la violencia se vive dentro de nuestro entorno familiar (no se puede negar el hecho de que de acuerdo con la organización para la infancia Aldeas Infantiles, el 60% de los casos el agresor es un familiar o pertenece a un círculo cercano a la familia), se nos llega a decir que no hagamos o digamos nada, nos silencian, ya que son los típicos “secretos de familia”, cuando me parece que esto es lo más violento que se le puede decir a una víctima de violencia.

¿Tenemos que perdonar a los agresores?

Desde un punto de vista espiritual, te podrán decir: para sanar tienes que perdonar o soltar tu pasado, pero no se refiere a que perdones como tal al agresor o, por lo menos, yo no lo comprendo de esa forma, el perdón es para una misma, sanar tu interior y esos sentimientos de culpa y represión, todas esas cosas que te dijiste cuando saliste de ese lugar violento, todas esas veces que te juzgaste, que te enojaste contigo misma y soltar eso que te carcome para estar en paz con una misma, pero qué fácil suena decirlo así nada mas cuando en esos momentos lo único que podemos sentir es rabia e impotencia, entre otras millones de emociones que experimentamos durante todo el proceso.

Considero que cada una siente de formas muy distintas, estas violencias han cambiado todo durante mucho tiempo. Desde el inicio de los tiempos, las mujeres nos hemos visto envueltas en estas violencias que el hombre ejerce hacia nosotras, nos cambian, llegan a influir incluso hasta en nuestra personalidad, ¿A qué me refiero con esto? a que:

“Una de las veces que más me marcó fue cuando fui acosada, fue cuando pasó un muchacho en una moto y me tocó una bubi, esto me cambió en el aspecto de que cambié la forma en la que me vestía”, Anónimo.

Por último, creo que es decisión propia si perdonamos o no, no es un perdón obligatorio, además es un proceso completamente propio, así como si decides denunciar, hablar de tu violencia, o no. Haz lo que sea más cómodo para ti y lo que te ayude a llevar tranquila tu vida, recuerda que no estamos solas.

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