Crónica de batallas en una homofóbica Guadalajara

Crónica

Dedicado a todas las personas en Guadalajara, amonestadas por un besito.

Por Osvaldo Rondán / @Osvaldo_roldan

Foto portada: Darwin Franco

“Antes de que existiera el Grinder, los bares LGBTIQ y hasta un significado para esas letras, allá en los ochentas, a los gays, lesbianas y más, en Guadalajara, nos iba de la chingada”.

“Quiero que los jóvenes ya no dejen que se las hagan de tos por un beso en un restaurante de esta ciudad, que sepan que los más viejos ya nos sabemos ese cuento y luchamos fuerte para que esas mamadas no volvieran a suceder”.

Fer ha hecho activismo desde 1981, cuando nació en Guadalajara el Grupo Homosexual de Liberación (GOHL), ante la invisibilidad y represión sexual que padecía la comunidad no heterosexual, tan sólo unos años atrás.

“Éramos nadie. Sin un nombre en sociedad (bueno, el maricón y puto están desde que tengo memoria); sin lugares donde pasar el rato, todo a escondidas; y sin voz o agenda pública.

¿Sabes lo que eso significa para una persona? Significa que cualquier cabrón puede golpearte, robarte y hasta las autoridades detenerte arbitrariamente sin que pase nada. Y así pasaba.

Yo sé que la homofobia y el odio persisten, qué me vas a contar a mí que sé la historia, pero en ese entonces era sistemático: la familia, sociedad, las élites, medios y el Estado estaban de acuerdo en que todo lo malo que nos pasara estaba bien. Nos querían escondidos, de derechos ya ni te hablo”.

Imagínense cómo era de horrible este rollo, que uno de mis primeros ligues fue en una cantina del centro. ¡Todo era mixto, hijo! Tenías que entrar como machito, aunque salieras tapándote la cara.

Me acuerdo muy bien de la cantina el Ches, era el Panchos, para los bugas (heterosexuales), pero nos lo apropiamos, tú sabes. En los setenta estaba en la calle de Maestranza, esquina con Madero.

Mi noviecito y yo llegábamos al Ches en su coche y todos se nos pegaban. Porque cuando había redadas de la Policía todos teníamos que salir acelerando.

Era un espectáculo épico, veías a las hermanas vestidas corriendo por toda la cuadra, con tres gorilas detrás y unos tacones que, válgame, yo no sé cómo le hacían para fugarse. Una vez, una sí se quebró una pata, mi novio y yo la ayudamos. Ellas eran las más arrestadas. Pero en los ochentas nos levantaban a todos.

Con Hernando, mi novio, también conocí los baños de vapor Señorial, ubicados en la calle Juan Manuel, a un costado del edificio de la Cruz Roja; además íbamos mucho a los cines también del centro. Estaba oscurito, libre.

Muchas veces nos negaron servicios o nos sacaron de restaurantes. Pero si alguien se tiene que quejar de todo esto, entonces, esas son las compañeras lesbianas ¡uy sí! Ellas sí que no tenían para dónde hacerse.

Foto: Dalia Souza

Persecución doble

“Las lesbianas ni nombre teníamos”, señala Pati, ex miembro de la agrupación Patlatonalli, conformada por mujeres lesbianas y cuya lucha era doble, en los ochentas: combatir la inequidad de género y la de orientación sexual.

“Los hombres todavía podían entrar a los bares, pero en esa época ¿te imaginas a una mujer entrando sola a un lugar de venta de alcohol? Creían que eras puta, y pues lo que menos quería una, era un wey ¿estás de acuerdo?”.

“La interacción entre nosotras tenía que ser más cerrada. Yo frecuentaba una cafetería frente a la Rotonda de los Hombres Ilustres, éramos un grupito como de cinco, a veces”.

Fer, por su parte, recuerda haber sido obligado a renunciar a su plaza en una dependencia del gobierno estatal, en los ochentas. Así comenzó en el activismo, primero llevando su caso a medios de comunicación, después sumandose a las recién nacidas organizaciones políticas como el Comité de Lesbianas y Homosexuales en Apoyo a Rosario Ibarra, en 1982; y en septiembre de 1981, al Grupo Homosexual de Liberación (GOHL).

En los mítines comenzaban a denunciarse redadas y extorsiones cometidas por las autoridades.

“Fue impresionante ver a tanta banda en la plaza pública gritando: ‘¡Soy homosexual!’ Me cayó el veinte. Estábamos reivindicando el ser cómo éramos “.

En un contexto de libertad sexual por el que pasaba la Ciudad de México y el mundo, Guadalajara, se subió a la ola: La toma de las calles era emocional y con la idea presente de dignificar a homosexuales y lesbianas.

“Nombrarnos abiertamente como homosexuales y no más como ‘no heterosexuales’ o groserías, comenzó a generar un poder. Aunque no lo creas, algo tan sencillo como darle nombre a las cosas les dota de importancia. A mí me chocaba la palabra ‘gay’ por agringada y como uníamos fuerzas con movimientos de izquierda, muy nacionalistas, preferimos usar tal cual y sin rodeos la palabra ‘homosexual’ y la verdad, fue un alivio”.

“No que no, sí que sí; ya volvimos a salir”, “Lesbianas y homosexuales estamos en todas partes”, “Ni enfermos ni criminales, simplemente homosexuales”, “No hay libertad política si no hay libertad sexual”, “En la cama mando yo”, eran consignas que atravesaron Guadalajara y en voz alta, como nunca antes había pasado. En las calles. A plena luz del día.

“Yo, como miles de mujeres lesbianas, pensaba que era la única que tenía ese tipo de sentimiento, sensibilidad, deseo erótico por otra mujer. El asumirme lesbiana, para dejar de ser ese tabú que no se nombra, fue mi propia labor de parto, uno psicológico”, recuerda Pati.

Además de la agrupación de lesbinas Patlatonalli, nacida en en mayo de 1986; también en 1985, surgió el movimiento de La Iglesia de la Comunidad Metropolitana, con el objetivo de dotar un alivio espiritual a personas perseguidas desde el púlpito católico, tan poderoso en la ciudad, y por ende, muy a menudo inquisidor desde sus propias casas.

La Iglesia de la Comunidad Metropolitana fungió como portavoz del evangelio y buscaba empoderar la causa y lavar la idea de culpa entre homosexuales, mediante el discurso religioso: “Dios ama a todo ser humano”.

“A mí se me notaba desde chiquito. Recuerdo que a los siete años mi abuela me advirtió que si seguía caminando como lo hacía, me iría al infierno. El miedo al infierno me acompañó incluso en mi primera relación sexual. Ya con el tiempo, estudiando, se me fue olvidando”.

Foto: Mario Marlo

Ser o parecer

¿Qué es lo que más ha censurado la sociedad en este tema: trangredir el género impuesto o el hecho de no ser heterosexual?

“La historia de mi tío Meño ejemplifica. Imaginate, el fue un hombre homosexual en Guadalajara, ¡a prinicpios del siglo XX!” comparte Regina sobre su tío abuelo:

“Por supuesto que tenía a su esposa e hijos, no tenía más opciones que esa forma de vida, en ese entonces. Aunque sí se hacía de sus estrategias para poder seguir viviendo su sexualidad, a escondidas obviamente. Se iba al club e incluso tenía de protegido a un joven con el que frecuentaba la plaza de toros. Mi tía le contaba a mi abuela que desde la primera noche durmieron en camas separadas”.

El Dr. Christian Israel Huerta, investigador del Departamento de Psicología Aplicada en UdeG, refiere el conocido episodio del Baile de los 41, a principios del siglo pasado, como un parteaguas de la visibilidad pública de la homosexualidad en nuestro país, constantemente negada.

Si bien, esta salida del clóset fue represiva y mediáticamente ridiculizada, de una forma más sutil, evidenció que los homosexuales no eran un mito en México y que buscaban estrategias para ejercer su sexualidad, a pesar de la persecución.

Contraste interesante: los travestis fueron quienes recibieron las penas, mientras que aquellos a los que “no se les notaba”, en ese mismo baile, pudieron regresar, en secreto, al “nosotros” de la sociedad que les disculpó la supuesta falta.

Y justo ese mentado “ustedes” y “nosotros” es el que comienza a cuestionarse en el mundo entero, a finales de la década de los setentas.

El Dr. Huerta refiere el libro “La condición postmoderna: Informe sobre el saber”, es un libro escrito por Jean-François Lyotard en 1979 y que revela cómo el mundo comienza a cuestionar las historias, los relatos totalizadores emanados desde un poder, desde donde la idea del “nosotros”, sostenida en su discurso único (el heterosexual en este caso), no alcanzaba para todos en la sociedad.

De hecho, el contexto permitía que ciertos individuos se validaran a sí mismos, a través o por encima de otros, los que eran expulsados.

“En esta época comienzan a recuperarse las historias para devolver validez a las visiones que no habían sido incluídas. Y nombradas, para poder ser narradas”, indica el investigador del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS).

“Yo creo que es cosa de pura apariencia, el mejor ejemplo fue el Congreso Internacional”, remite Fer a 1991, cuando se intentó hacer en Guadalajara, junto con el GOHL, el XIII Congreso de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA).

“La noticia desquició a todos. No sólo nos dieron la espalda sino que se opusieron el gobierno del estado y el presidente municipal de Guadalajara, apoyados o mangoneados, quién sabe, por organizaciones de ultraderecha, empresarios y jerarcas católicos”.

De hecho, al final, el congreso se llevó a cabo en Acapulco.

“Mi tío Meño coleccionaba recortes de periódicos sobre esos temas, no sé si pensó hacer investigación pero ahí los tenía. Y es de dar miedo. Literalmente el Ayuntamiento de Guadalajara hacía la cuenta en sus informes administrativos de cuántos “afeminados” había aprendido, por ejemplo en el año 1922”, refiere Regina, basada en el archivo hemerográfico de su tío.

La cifra de aprehensiones fue de mil 138, ese lejano año de 1922.

“¿Te acuerdas en 2011, los (XVI) Juegos Panamericanos? El Ayuntamiento anunció limpias sociales, querían retirar del centro de Guadalajara a los limpiaparabrisas, indigentes, trabajadoras sexuales y obvio, homosexuales.

Justo por ese tema mi abuela recordó el archivo del tío Meño, porque él hizo una fiel colección de las detenciones reportadas en la prensa, a principios del siglo pasado y bajo el nombre de “saludables campañas”.

Desde 1937, el gobierno municipal se empecinó en encarcelar, multar o desplazar el homoerotismo, como política pública en Guadalajara.

Y en casa del tío Meño todas las pruebas seguían ahí, cuando comencé a leer, se me partía el corazón de pura indignación”…

Foto: Aletse Torres.

De palabrerio y discursos de poder
El Dr. Huerta prosigue en la década de los ochentas, donde incipientemente comienzan a recuperarse las historias de los olvidados por el poder: “Para devolver validez a las visiones que no habían sido incluídas. Y nombradas, para poder ser narradas”.

Son movimientos que surgieron como resistencia, y ahora, de no considerar dicha premisa, subraya el experto, pueden estar en riesgo de emplear su discurso para justificar acciones u omisiones al institucionalizar la agenda.

Ejemplifica, con la iniciativa “Presentes: 40 años de visibilidad LGBTIQ+ en Guadalajara”, generada y difundida por el Gobierno del Estado de Jalisco, si bien es una propuesta inédita y provocadora, con la que se busca reconstruir y remembrar el movimiento civil LGBT, como parte de la identidad de Jalisco, a través de historias y archivos (imágenes, fotografías, notas de periódicos y archivos audiovisuales, etc.), en convocatoria abierta, para visibilizar esta historia; es indispensable considerar:

“¿Cuál es su objetivo: conmemorar, protestar, o referir? y ¿a partir de qué enfoque?; ya que la plausividad y trascendencia para la comunidad LGBTTTIQA+ de este tipo de iniciativas se sustenta en la reconstrucción de la cultura y el lenguaje hasta ahora sustentados en el estigma o estereotipos de masculinidad y entornos sociales, lo cual es posible lograr ante la valiosa oportunidad que se presenta con la iniciativa, al dar voz a la personas que por décadas han sido puestas en el oscurantismo social”.

Noventas de la Integración

En la segunda mitad de los años noventa un nuevo aire activista ocurrió, según indica el estudio antropológico en Guadalajara, Visibilidad y diversidad no heterosexual entre los tapatíos, de César O. González Pérez.

Esa década fue convocado el Comité Gay Tapatío, que con el ingreso de mujeres lesbianas se cambió el nombre por Comité Lésbico Gay de Occidente (Colegao). Además de político fue un espacio de vinculación y de apoyo a lesbianas y gays, que realizó consultorías y talleres sobre identidad y sexualidad.

Por otra parte, Homosapiens Sapiens, integrado en 1999, sería la primera organización local de prevención, información y lucha por los derechos humanos en casos de VIH/SIDA.

En años recientes, se abrieron espacios con un giro comercial, siendo cada cada vez más especializados y segmentados por las diferencias de género, la posición económica o la moda de sus asistentes.

Foto: Dalia Souza.

Sopa de letras LGBTIQ, conquista del Milenio

“Hoy es una maravilla la sopa de letras esa del LGBTIQ, cada una de ellas es la denominación de categorías distintas de vivir y ejercer la sexualidad y el género: bisexual, transgénero y transexual, etc. Antes todos éramos putos, creo que así nos refieren los policías en sus claves: 51, el 51 es joto y ahí meten todas las definiciones”.

En el año 2000 empieza. Fue cuando los no heterosexuales la rompimos. Fuimos convocados a ser visibles, a dejar de simular que no existíamos. La gran marcha del 2000 fue dis-rup-ti-va en Guadalajara”:

Entre tres mil y cinco mil participantes se hicieron ver. Si bien no fue la primera en la ciudad, sí la consolidó.

Desde entonces se ha podido organizar la marcha cada año, con un auge acompañado de una agenda política bien diferenciada y presentada, por vez primera, en las contiendas electorales de 2000 y 2003.

La mala prensa

“Ya no tenemos miedo, porque la verdad así era cómo vivías, esperando el putazo: en la calle, en tu casa, en el cine, del gobierno, de tu familia o hasta de Dios Padre. Todavía hace 20 años, la situación era espantosa.

Los fregadazos no se dan de balde, yo creo haber aprendido cosas importantes, no sólo de aceptación de quien soy sino que aprendí a cuestionar a las autoridades, exigir políticas que garanticen la equidad y plantarle cara a la violencia.

Y en el trayecto se ha perdido mucho. Yo te puedo contar la historia de ‘La Karina’, un prostituto de melenita que siempre pasaba rompiendo plaza por la avenida Juárez, allá en los ochentas, un día lo que rompieron fue su cara, lo desfiguraron. Sin denuncia ni nada, él se recuperó y siguió en lo suyo pero ya con el rostro descompuesto.

Que te voy a decir algo: ha habido agresiones más sutiles. En los noventas, cuando la pareja de un amigo mío, Peter, murió de SIDA, no había instrumento legal que le asegurara la heredabilidad de sus bienes, algunos los compraron juntos y pues nada, la familia homofóbica se quedó con todo.

Y es que ¿sabías tú que apenas hasta ésa década dejamos de ser ‘enfermos mentales’? la homosexualidad se retiró de una lista de patologías de ese tipo, hace poquito”.

Entre la locura y la vinculación directa que nos hizo la prensa con el VIH-Sida (El cáncer rosa), la estigmatización pública ya no sólo era desde juzgados morales, sino clínicos”, asegura Fer y detalla cómo estas opiniones fueron súper resonadas en la prensa sensacionalista.

“En la época de 1920 mi tío Meño está en sus treintaitantos, la prensa ya reconoce la existencia de grupos homosexuales en Guadalajara, pero lo hacen desde un discurso soez y burlesco. Mira, esto salió publicado en una edición de 1920, de un periódico que se llamó El Popular:

“En Mexicaltzingo acaba de ser asesinado, después de ser víctima de un hecho nefando, un joven de quien se enamoró de un cocinero que lo colmaba de obsequios y halagos (…) El crimen descorrió el velo, poniendo en relieve su deformidad (…) esos maricnoes infiltran en la sociedad un veneno mortal. Hacen que degenere la raza (…) Hay que dar con ellos, perseguirlos, darles a conocer para convertirlos en escupidero y luego enviarles a una isla lejana. De esta manera, los lindos mariposos del amor irán desapareciendo de la sociedad, en bien de la moral pública”.

“Con razón tuvo hasta cuatro hijos el tío Meño ¿no crees?”, añade Regina.

De hecho, en la primera etapa del XX, desde la redacción periodística se comenzó a relacionar la homosexualidad con el vicio y el asesinato, al punto de que se crea una tradición informativa en la que el homoerotismo será un móvil que explica muchos crímenes y homicidios ocurridos en México, según explica el investigador Ch. A. Lázaro en su estudio “La conformación del movimiento LGBT en Guadalajara”.

Cómo era la prensa de mala para la homosexualidad, que hasta los asesinos preferían aclarar públicamente que terminarían en el complejo penitenciario de las Islas Marías por matones, para que no los confundieran con homosexuales: “A mí me llevan por ratero” gritaban otros durante sus traslados.

En su estudio antropológico, César O. González Pérez, señala que aún falta en Guadalajara dignificar la imagen del homosexual.

Al día de hoy, 2022, es necesaria una labor de educación en diferentes niveles, con el fin de “normalizar” todas aquellas prácticas que, por estigma, han sido consideradas como “desviadas”; sin embargo, los cambios ocurridos en Guadalajara en poco más de veinte años evidencian su potencial para generar más transformaciones de fondo.

“El hecho de que alguien, actualmente, te pida en un espacio público que no te beses con tu pareja, tiene que ver con un pendiente de educación, tanto afuera como adentro del movimiento”, sentencia el Dr. Huerta.

“No hay argumento legal para pedirle algo así a alguien en un lugar público. La comunidad también debería conocer sus derechos y obligaciones”.

El experto asegura que en esta época en la que ya se han definido los nombres de la diversidad sexual, sus agendas e instituciones, ahora también toca fluir el conocimiento y respeto al interior de las personas de la comunidad.

“Yo soy gay, pero no me involucro con los afeminados porque no presentan la masculinidad que busco. Los tolero”; “La otra vez en un antro se me acerca un tipo y me dice: ‘hola hermana de leche’, en referencia a que se había metido con mi novio’”, estas sentencias obedecen a un contexto machista que puede leerse tanto al interior como al exterior de la comunidad.

Prácticas señaladas en la actualidad, al interior de la comunidad, pero con los mismos niveles de hostilidad que las que se ejecutaban en los ochentas.

De esta forma, continúa siendo preciso reivindicar el valor de la solidaridad y la feminidad. De la feminidad alrededor de la homosexualidad. Pues aún se percibe como un rol inferior de sumisión, servidumbre, cuidado, protección, pasividad, sometimiento, estigmas que predominan, incluso, más allá de una orientación.

El especialista de la UdeG invita a las personas de la comunidad a cuestionar cómo viven su experiencia homosexual (si permitiendo un vaivén entre lo masculino y lo femenino o no; o desde un total rechazo por lo femenino), así como el reconocer sus razones.

“Este movimiento tiene más que ver con la ruptura y no con la normalización de la heteronormatividad”.

-¿Cómo es la percepción que tienen de la homosexualidad las nuevas generaciones?

“Ya es común ver expresiones homoeróticas en las calles y medios de comunicación. La pregunta es ¿qué tanto las nociones culturales chocan con la educación en las escuelas y la familia? ¿se habla de esos temas? ¿cómo?”.

Foto: Dalia Souza

Informar, educar, salvar

“Información, información, hijo. Deja tú el fuego que sentí cuando leí el “Primer Manifiesto en defensa de los homosexuales”, allá en el 75 (aún se me enchina la piel), lo relevante es lo que comencé a hacer y las plumas que empecé a seguir.

Seguir a intelectuales como Carlos Monsiváis, Luis González de Alba, la carrera de gente como Nancy Cárdenas que no sólo fundó el primer grupo de lesbianas y homosexuales del país, sino que salió del clóset en el noticiero más importante de la tele.

Así comencé a ir menos a ciegas y con menos miedo, en serio que las palabras te salvan la vida.

Me hice de mis primeros libros, de mis primeros referentes culturales importantes. Yo nunca me ví como las loquitas de las películas de ficheras o como las parodias amaneradas que todavía presentaba la barra de comedia de Televisa, a principios del 2000.

Mi autoestima mejoró mucho cuando encontré referencias homoeróticas de verdadero valor cultural: “Las aventuras y desventuras de Adonis García, el vampiro de la colonia Roma”, escrita por Luis Zapata (1979), que es considerada la primera novela gay de la era moderna en México; o películas como “Doña Herlinda y su hijo” de Jaime Humberto Hermosillo; la música de Humberto Álvarez y Mario Rivas; las pinturas de Oliverio Hijosa.

Me sentía más sólido e identificado en la Semana Cultural Lésbica Gay, fundada por José María Covarrubias, en la CDMX, donde te informaban con conferencias de salud, derechos y mucho arte, que con las parodias que nos arrojaba la televisión y otros medios masivos, en la misma época de los ochentas.

“Las palabras me salvaron del miedo”, finaliza Fer, complacido.

“La visión tradicionalista en la vida cotidiana comenzó a cambiar hasta principios de los sesentas. Ya mi tío Meño estaba muy grande cuando, por ejemplo, fue la primera marcha gay en Nueva York, el 28 de julio de 1969. En México, fue hasta junio de 1979; y acá en Guadalajara, la primera fue hasta los ochentas, ni hablar.

Además, mi tío nunca fue activista, su época no se lo permitió. Pero un gran coleccionista sí que lo fue: de hecho, otra cosa valiosa que encontré en su archivo, me llenó de orgullo y es con lo que quisiera cerrar muy redondamente su testimonio, post mortem, son los 17 tomos íntegros de la revista Crisálida:

En los ochentas el GOHL edita y comienza a distribuir esta publicación donde combina información especializada para la comunidad; además de testimonios sobre la experiencia de algunos miembros; y denuncias en contra de la persecución y atropellos.

Te estoy hablando de que ya casi al final de sus días, mi tío Meño tuvo el interés de localizar y conseguir estas publicaciones informativas muy necesitadas en su época. Creo que haberse dado ese conocimiento a sí mismo, tan contrastante con los horrores que tuvo que leer todos los días en los periódicos de su juventud, es una buena manera de cerrar su pequeño archivo con un mejor sabor de boca. Aunque sea un poco.

“A veces me asusta que las conquistas logradas se vallan pa ́atrás”.

Datos para no olvidar

  • En México la homosexualidad no está penalizada.
  • Gobiernos panistas en Jalisco han sido vinculados a grupos para “curar” la homosexualidad.
  • En 2011 en Rusia fue aprobada una iniciativa contra la presencia de grupos LGBT.
  • En Guadalajara sale del anonimato su comunidad en 1983 con la conformación del Grupo de Orgullo Homosexual de Liberación (GOHL).
  • En 1997 llega la primera diputada federal abiertamente lesbiana, Patria Jiménez, por elección popular.
  • En 1998 se organiza en la Asamblea del Distrito Federal el Primer Foro Legislativo de Diversidad Sexual y Derechos Humanos.
  • Las marchas buscan un carácter democrático. Vistas como un gran carnaval catártico, o hasta como oportunidad de captación por parte de empresas, el énfasis es su objetivo reivindicativo.
  • La configuración política de movomientos de liberación homosexual persigue la lucha política por: Despenalización de la homosexualidad ● Visibilidad individual y colectiva ● Exigencia de derechos constitucionales ● Estrategias de educación socio sexual
  • Los espacios donde han más ham padecido discriminación, miembros de la diversidad sexual, incluyen la familia, el espacio público, el ámbito laboral e incluso el sector salud.
  •  En México, un beso, puede ser una protesta.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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