5 de junio, una oportunidad para crear una nueva justicia

Manos Libres

Por Francisco Macías / @pacommedina

Lo ocurrido el 5 de junio puede situarse como una de muchas efemérides obscuras para colocar en el calendario y cumplir con el ritual anual de mencionarla. En este ejercicio nos condicionamos y evitamos responder a preguntas importantes que nos lleven a la reflexión y así construir nuevos significados a partir de ello.

Al pensar en lo ocurrido y además motivado por la pelea de lo que el gobierno estatal ha llamado como el cambio de “narrativa”, consideré importante aportar algunos de sus rasgos desde un enfoque de quienes han estudiado el impacto de las violencias y el poder para intuir nuevas rutas, en las cuales por cierto los colectivos de las personas jóvenes afectadas ya nos han encaminado afortunadamente.

De acuerdo a Sara Cobb, precursora del modelo circular narrativo para la transformación de los conflictos, nos advierte que lo expresado y construido a través de ellos conforman una arquitectura que en mucha de las ocasiones nos desconecta como sociedad por lo que nos propone tratarlos como parte de la lucha por la vida y la legitimidad para proporcionar espacios que eviten la marginalización de voces y describan todo aquello que nos oprime, en este caso por quienes impulsan la violencia institucionalizada.

Cuando hablamos de injusticias sufridas y silenciadas, existe una lucha por el significado, en este caso el gobierno estatal trasladó un discurso del enemigo que buscaba etiquetar a los jóvenes como actores de una inexistente desestabilización que fue el germen de la represión.  La intención era “afectar la capacidad de ser actores de su propia vida” y romper la relación con sus propias identidades para marginalizar y provocar el silencio. De hecho, las propias determinaciones judiciales impulsadas por la Fiscalía Anticorrupción por sistema excluyen el daño sufrido en clave de necesidades de las personas sobrevivientes y monopolizan la verdad institucional, por eso no representan a la justicia que buscamos.

La movilización que se originó por lo ocurrido por los jóvenes nos deja el aprendizaje de evitar el silencio y la importancia de expresar la injusticia, así como lo que esta provoca para vencer incluso inercias de una sociedad que percibe a las resistencias como algo atípico. Fijarnos en los signos de violencia, exclusión y desplazamiento en las relaciones y el futuro es una herramienta útil para reconstruir otros escenarios.

En este caso, el centro del debate es sobre el control de las juventudes tan apreciado actualmente como un bien activo de la baja política electoral, el cual se ve en riesgo por la toma de conciencia y reflexión que resiste a todo tipo de corporativismo.

El reto es continuar la construcción bajo el parámetro de la memoria y verdad de un relato que posibilite la construcción futura, que empodere la capacidad de describir y responder por el daño sufrido, que responda humanamente al relato de los demás. Por ejemplo, hace falta incorporar el vivido por los policías investigadores procesados y sentenciados por lo ocurrido, por lo menos para compasivamente observar su evidente marginalización y trabajar la responsabilidad de lo ocurrido de una forma restaurativa.

Es prioritario que como movimiento sigan impulsando posicionamientos que reduzcan la violencia en lo público, siembren condiciones para la deliberación y por consecuencia otro tipo de democracia. Sara Cobb afirma que somos seres humanos como tales, cuando damos testimonio de lo inhumano.

Por otra parte, es vital seguir en la labor de contener, acorralar a la violencia institucional, ya que, de forma extrema y sistemática, nos separa, acostumbra e impide que seamos testigos como agentes activos para volvernos en solo inercias.

Un punto urgente es desmantelar aquellas instituciones que han hecho del sufrimiento una forma de vida. La ruta también incluye en debatir la violencia narrativa actual tan posicionada desde el gobierno estatal para cambiarla por otra reflexiva, incluyente, deliberativa para la reconciliación, movilización y el cambio social.

Se trata de “crear nuevos significados” pero con la alteración de los significados y acciones que detonan las violencias institucionalizadas. Un buen principio desde el Estado sería asumir la responsabilidad para que surja la justicia, sin ella es solo un simple discurso en el que volverá a merodear la impunidad y la represión. Debemos muchos al Movimiento del 5 de junio, hay tarea en la podemos hacer más.

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Francisco Macías Migrante de experiencias, observador de barrio, reflexiono temas de derechos humanos.

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