“Espero ser un ejemplo para las jefas de familia”: Celestina, trabajadora agrícola en EU

La campaña #EllasHablan de proyecto Periplo cuenta la historia, en primera persona, de diez mujeres trabajadoras agrícolas y migrantes con la intención de resaltar sus voces en un sector que hace todo por invisibilizar su trabajo y valor como sujetas de derechos. Entre ellas está Celestina José, una mujer de 42 años que desde los 12 aprendió a trabajar la pizca de un sinfín de alimentos en San Quintín, Baja California, México.

Periplo ha registrado diferentes tipos de violencias en los campos de México y también de Estados Unidos, sobre todo una serie de violaciones a sus derechos laborales, ya que el 85.3% de las trabajadoras en territorio mexicano no cuenta con prestaciones laborales. Fue esta realidad, la que llevó a Celestina a contar su historia a otras mujeres que, como ella, resisten y combaten las adversidades a las que se enfrentan en el sector agrícola.

Por Leslie Zepeda / @lesszep2

Foto portada: Proyecto Periplo y Toumani Camara

Desde hace cinco años Celestina José San Juan va y viene entre Estados Unidos y su natal San Quintín, Baja California, México. Su vida funciona así porque se adapta a la temporada de pizca fresas, chiles, tomates, mora y casi cualquier alimento que se cosecha, es decir, que cuando los cultivos están listos para ser cortados, ella viaja a alguna de estas ciudades del país vecino para realizar su recolección.

Así funciona la Visa Estadounidense H-2A a la que se inscribió Celestina desde 2018 en la búsqueda de brindarle a su hija e hijo las necesidades básicas y bienestar, como la que más anhelaba en ese momento: la educación. Las localidades que incluyen este programa son Oxnard, Lompoc, Salinas y Santa María, todos en el estado de California, y en los que ella ya trabajó al menos en una ocasión.

Han sido más los años en los que Celestina José San Juan ha pasado en el campo que fuera de él, ya que desde que era una niña, a sus 12 años aprendió cómo recolectar alimentos de diferentes cosechas:

“Sí, desde los 12 años soy trabajadora agrícola, bien chiquita, he trabajado en el campo desde esa edad” dice Celestina.

Celestina José San Juan (Foto: Proyecto Periplo y Toumani Camara).

Ha pasado ya 30 años como trabajadora agrícola, sin embargo, su historia no inició en Estados Unidos, sino en San Quintín, un poblado de Baja California, que reconoce como una zona repleta de campos agricultores, aunque sin oportunidades laborales equivalentes a las necesidades económicas de sus familias.

“En San Quintín hay mucho trabajo, sí, pero como soy madre soltera y tengo dos hijos, en ese momento cuando empecé a migrar para acá, el dinero no era mucho y no me alcanzaba porque ya era un hijo en preparatoria y mi hija en secundaria, sostener la casa, a mis hijos, entonces no me alcanzaba”, reconoce.

Por ello no dudó en registrarse para solicitar la Visa H-2A que conoció gracias a la información que llevaron hasta la población de donde es originaria, de hecho, en 2019, un año después de su ingreso a la misma, el Departamento de Trabajo de Estados Unidos certificó 257 mil 667 puestos de trabajo con esta clase de visas.

El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos es la agencia del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos responsable de autorizar estas visas que consisten en permitir a personas extranjeras la estancia por motivos de trabajo con temporalidad:

“El programa H-2A permite a los empleadores o agentes empleadores estadounidenses que cumplen con requisitos reglamentarios específicos traer ciudadanos extranjeros a Estados Unidos para ocupar puestos de trabajo temporales relacionados con la agricultura. El empleo debe ser de naturaleza temporal o de estación, y el peticionario deben demostrar que no hay suficientes trabajadores estadounidenses capaces, dispuestos, cualificados y disponibles para realizar el trabajo temporal”.

En el caso de Celestina, conocer este programa fue una oportunidad en medio del abandono de su pareja y padre de su hija e hijo. Convertirse en jefa de familia, significó en ese momento un gran reto, más aún porque lo que ya generaba económicamente en los campos mexicanos no era suficiente. De acuerdo con Periplo, en México el sueldo que reciben las y los trabajadores no es suficiente, va de los 171 pesos a los mil 200 pesos semanales, como era el caso de Celestina. Imposible solventar los gastos de un hogar con tres integrantes.

“Empezaron a llegar programas de H-2A al valle de San Quintín y supe de uno de ellos en el rancho donde trabajaba y pensé que no tenía otra opción porque, yo nunca quise dejar allá solos a mis hijos, pero no me quedaba otra opción porque ya no me alcanzaba el dinero yo sola con todos los gastos de la casa y sus escuelas, entonces dije no tengo de otra para sacar adelante a mis hijos”, Celestina afirma que no se arrepiente de la decisión que tomó.

Ella sabía que era una oportunidad importante porque, además, en la primera oportunidad de registro fue seleccionada para trabajar en Estados Unidos bajo la Visa H-2A, sin embargo, el miedo de dejar a su hija e hijo también eran un peso importante en su decisión. Irse, estar lejos, aunque no fuera permanentemente, implicaba un esfuerzo importante para ella y su familia.

Este año ya son cinco los que Celestina acumula viajando cada temporada al campo estadounidense y reconoce que, incluso, ya conoce todas las ciudades del estado de California donde movilizan a las y los diferentes trabajadores que adquieren esta visa, como lo son Oxnard, Lompoc, Salinas y Santa María. Precisamente ahora se encuentra en la ciudad de Salinas, donde puntualmente comienza su jornada de pizca de fresa a las 6:30 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde, casi 12 horas de trabajo físico extenuante. Aún le quedan meses de trabajo, ya que llegó en mayo y su permiso laboral termina hasta noviembre.

“Allá, el trabajo es fácil, uno lo aprende rápido, y como lo aprendí de chica se me hizo más fácil, de hecho, me gusta mucho el campo. Aquí en Estados Unidos se me hace un poco más fácil y mejor pagado, porque mandando el dinero de aquí a México ya es un poco más, pero el trabajo se me hace fácil, aunque cuando ya son muchos meses se siente el cansancio”.

A pesar de los años, Celestina aún no acepta que haya que migrar para tener acceso a un trabajo digno que remunere su labor en el campo, sobre todo porque ahora la diferencia de salarios es importante. Su sueldo semanal es de mil dólares, cantidad que le alcanza para mandar dinero a su familia mientras ella permanece trabajando en la pizca:

“Esta es la quinta temporada, desde hace cinco años que vengo para acá. Voy y vengo porque es por temporadas, casi la mayor parte de 6 a 7 meses y sólo una vez de 3 meses de temporada. Hay tiempos en los que me da nostalgia porque empiezo a extrañar a la familia y es cuando pienso en que me quiero ir, pero son momentos en los que pasa eso por la mente”.

Celestina en la recolección de fresas (Foto: Proyecto Periplo y Toumani Camara).

Relata que fue en México donde aprendió a pizcar diversos alimentos, desde la plantación de chile, el jalapeño, serrano, california, el pimiento, el tomate, hasta el pepino, la fresa y el chícharo, aunque admite le falta aprender a cortar arándano y cebolla. Pese a estar orgullosa de lo que ha aprendido, desearía no tener que migrar y estar lejos de su familia tres cuartas partes del año:

“Debe haber más oportunidades, mejores trabajos, con salarios justos, que hay mejores trabajos en México para que así las madres, los padres o el jefe de hogar no tenga que venir para acá y pueda estar al lado de su familia sin necesidad de migrar y solventar los gastos desde allá, hay personas que ni siquiera tienen una casa por ejemplo”.

Así fue como llegó la historia de Celestina José San Juan a la campaña impulsada por proyecto Periplo y Fundación Avina, #EllasHablan, que visibiliza las violencias y desprotección que enfrentan las mujeres en el campo. Celestina, quien ha sobrepasado dificultades desde su esfuerzo y resistencia lejos de casa, está segura que su testimonio llegará a otras mujeres que como ella están a cargo del sustento económico de sus familias:

“Me contactaron cuando estaba en San Quintín, pero era con el fin de ayudar a otras mujeres que estuvieran en mi caso, para decirles que estando solas, sin el apoyo de un hombre pueden salir adelante, pueden sacar adelante a una familia. Sé que implica muchos sacrificios como dejar a tus hijos, a tu familia, pero sí se puede lograr. luchen por sus sueños, si es posible lograrlo siempre y cuando uno tenga esa meta,  para poder esforzarse y lograrlo. ya con venir acá es incluso un logro.

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Leslie Zepeda
Leslie Zepeda
Periodista y fotógrafa feminista. Forma parte de CUCiénega Fem.

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