El fotoperiodismo en Guadalajara busca otros espacios frente a la precarización

Tres fotoperiodistas de Guadalajara compartieron sus impresiones del complicado y precarizado panorama del fotoperiodismo local en una charla organizada por universitarios. Este es también un análisis de cómo el fotoperiodismo ha ido mutando hacia formas más creativas de hacer documentación y las posibilidades que tiene de considerarlo como arte para ser exhibido en museos o galerías de la ciudad, más allá de publicarlo en medios tradicionales. 

Por Elisa Jiménez Robles / @elisajrobles

“Yo no creo en la suerte del fotógrafo, pero sí en la de estar en el lugar en el que tienes que estar”, dice Michelle Freyría, una de las fotoperiodistas que participó en la charla “Fotoperiodismo en Guadalajara” el pasado jueves 25 de agosto de 2022 en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas. Este diálogo fue el último de los que organizaron en conjunto las licenciaturas en Gestión Cultural, Arte y Creación y Periodismo y Comunicación Pública del ITESO sobre fotografía y periodismo ambiental, en colaboración con Cuartoscuro y la Fundación Pedro Valtierra. 

Esta charla formó parte de la clausura de la exposición Concurso Latinoamericano de Fotografía Cuartoscuro 2022 “Nuestra huella en el planeta”, instalada en el mismo museo.

La proyección del documental  “Apunta y dispara” de Diego Reynoso, fue la antesala del diálogo. La pieza evidencia el panorama actual del fotoperiodismo en Jalisco, que ya desde 2014, año en que fue producido el corto, ha estado dominado por la precariedad. Las y los fotoperiodistas jaliscienses con sus relatos describen cómo fueron despedidos, sin compensación alguna, de los medios a los que les dedicaron tantos años malpagados, con pocas o nulas prestaciones, o teniendo que sostener más de un empleo para complementar sus ingresos y poder subsistir. Sus voces hacen énfasis en la ironía que es que les guste tanto la fotografía y que al final terminan dejando de disfrutarla, pues ésta ha perdido su valor como un trabajo remunerado.

Ninguno de los participantes del diálogo comenzó su carrera directamente como fotoperiodista. Michelle Freyría (ahora fotógrafa de gastronomía, de música y de retrato) trabajó tres años como reportera en el periódico local El Informador hasta que el jefe de redacción, “un hombre muy misógino”, se jubiló y pudo ejercer cuatro años tomando fotografías para el mismo medio

Maricarmen Galindo, quien sí sigue haciendo fotoperiodismo, tiene muy presentes las portadas impactantes del Alarma que su papá compraba y escondía; ella estudió fotografía en la escuela de Artes plásticas y empezó a tomar fotografía social para Reforma Jalisco, área que no le gustaba por su monotonía. Permaneció ahí hasta que intentó renunciar y le ofrecieron un espacio en redacción, donde originalmente quería empezar, y donde aprendió a mejorar sus técnicas de composición y edición. 

El primer contacto de Diego Reynoso, artista visual, fue en el entorno documentalista y nunca laboró en un medio de manera formal, pero siempre estuvo trabajando de la mano de agencias, llenando formularios, haciendo pies de foto, así como vendiendo imágenes como freelancer o stringer, con un contrato más libre.

El estado actual del fotoperiodismo en Guadalajara

“Con decirte que de los que salieron ninguno está ya en medios”, menciona Michelle, respondiendo sobre cómo describen el estado actual del fotoperiodismo en Guadalajara. Algunos están en agencias, otros salieron de los medios en los que trabajaban y varios ya no hacen fotografía. Señaló que ha bajado muchísimo el número de fotoperiodistas en el estado, en medios formales y en las agencias. Ella siempre les dice a sus estudiantes que tengan un plan de apoyo a la par de hacer fotoperiodismo, por si llegan a ser despedidos. 

“El panorama es complicado, pero no podría decirles a las nuevas generaciones que no lo intenten”, agrega, para continuar hablando sobre cómo uno de “todos modos” se “enamora de esta profesión”. Añade que lo que está funcionando ahora son los medios pequeños e independientes que le están dando espacio a fotoperiodistas, pues los medios grandes tienden a ser más exigentes respecto de la inmediatez de obtener y publicar imágenes. Incluso, señala que los fotoperiodistas están pasando a convertirse en editores.

Maricarmen explica que muchos de sus compañeros siguen haciendo fotoperiodismo por amor a ello, pues después de la pandemia se volvió peor; han habido muchos recortes y despidos, hay fotoperiodistas tomando fotografías con celulares, cosa que “denota la decadencia, y ya casi no hay dónde ejercer este trabajo en medios tradicionales”. Más allá de publicar en un medio escrito como un periódico o una revista, ahora se han ampliado las posibilidades, pues existen medios especializados para publicar fotografías periodísticas sin prisas, pero no sabe si son bien pagados; agrega también que las redes sociales son buenas herramientas para mostrar el trabajo. 

“Vivir del fotoperiodismo es imposible, si quieres vivir de eso, no trabajes en eso es importante no verlo como algo que nos va a hacer ricos”, concluye Maricarmen.

Finalmente, los tres participantes coinciden en que, para motivar a quienes aspiran al fotoperiodismo, una de las mayores razones es la satisfacción de ver una fotografía propia publicada. Diego Reynoso enfatiza en la función social que puede tener la fotografía, la memoria histórica que puede aportar, incluso, el conocimiento que se puede adquirir al convivir con distintas comunidades y platicar con las personas, pues se convierte en vivencias y aprendizajes valiosos.

No obstante, hacen hincapié en que es importante ser consciente de la situación de precariedad y violencia existente, pues es una realidad que no puede ignorarse dado el clima sociopolítico en el que suele “moverse” esta profesión. Aunque se publique en un medio pequeño, aunque las oportunidades de ejercerlo como trabajo sean limitadas, el amor por la fotografía, y por ende, por el fotoperiodismo, seguirá existiendo y hay que seguir alimentándolo, advierten.

 

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¿Fotoperiodismo como arte?

Diego asegura que hay mucho talento en el estado, pero los medios siguen sin comprender cómo utilizar las nuevas tecnologías para sacarle provecho. No obstante, le da tranquilidad que, aunque la situación económica esté comprometida, se va a seguir haciendo trabajo documental, una de “las mejores herramientas de apoyo” a otras áreas del conocimiento dice. Diego, asegura que el fotoperiodismo está mutando hacia una forma más creativa de hacerse, debido a la democratización de la imagen en el Internet y del acceso a la tecnología y a equipos fotográficos que antes no era posible para muchas personas. 

Hay mucha presión para hacer más innovador este proceso, por lo que han surgido nuevas formas de hacer documentación fotográfica. Hay quienes están exhibiendo su trabajo en museos y galerías, incorporando instalaciones o intervenciones como dobles exposiciones, hasta se están recuperando técnicas antiguas de documentación. Diego invita a seguir haciendo fotoperiodismo, a “ver la foto no como un servicio, sino como un producto para darle más valor” y a explorar la creación de proyectos de más largo alcance y mayor profundidad.

Son pocas las muestras que se han organizado en la ciudad para exhibir fotoperiodismo, y usualmente provienen de actividades estudiantiles o como resultado de concursos nacionales, como fue el caso de la del Concurso Latinoamericano de Fotografía Cuartoscuro 2022, expuesta en el museo sede de esta charla. En general, las exposiciones fotográficas en museos o galerías se enfocan en composiciones artísticas no necesariamente documentales.

Michelle Freyría, en entrevista, expresa que, aunque el fotoperiodismo no puede considerarse como arte en el sentido de que el arte es subjetivo y el fotoperiodismo es objetivo, sí puede tener lugar en galerías. Puede funcionar más bien como una recopilación o colección de la trayectoria de un fotógrafo o las fotos premiadas de un concurso bajo cierta temática, pues las fotografías como tales sí mantienen la cualidad artística de la composición y las técnicas, pero “el fotoperiodista lo que tiene que hacer es retratar la verdad”. Por lo tanto, el fotoperiodismo sí tiene cabida en exposiciones artísticas, mientras permanezca el aspecto informativo inherente a él.

Existen, sin embargo, varios casos de éxito de fotoperiodistas en México siendo valorados por su habilidad artística. Fabricio Atilano, ahora fotoperiodista de Protección Civil de Guadalajara, fue uno de los referentes actuales mencionados por los participantes de la charla. Sus fotografías en Instagram están llenas de comentarios que demuestran el contraste entre lo trágico del contexto y la belleza de la composición

En 2016, el Foto Museo Cuatro Caminos de la Ciudad de México montó una exposición compuesta por una colección de fotografías de Enrique Metinides, quien tuvo una ejemplar trayectoria en nota roja, a manera de homenaje hacia su trabajo. Sashenka Gutiérrez, fotorreportera de la Ciudad de México, cuyas fotografías de manifestaciones feministas, terremotos o pacientes con cáncer, han ganado premios como el Ortega y Gasset, se empeña mucho en utilizar las técnicas adecuadas para que las tomas queden bien a la primera sin hacerlas pasar por un programa de edición. 

Estos y otros ejemplos son evidencia de que el fotoperiodismo también responde a un elemento artístico que es claramente admirado por los espectadores. Si la gente en España acudió al Museo Nacional Reina Sofía para ver fotografías de guerra de Robert Capa, nada impedirá que en Guadalajara se formen para contemplar tomas únicas de reconocidos fotoperiodistas locales que, aunque capturen realidades duras de nuestro país, a sus ojos siguen siendo técnicamente bellas y emocionalmente impactantes.

 

 

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

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