CaTrino

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

El año pasado, Jorge Alberto Pérez se preguntaba en  Twitter si no era tiempo ya de que La Catrina, el homenaje que se rinde cada año en el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta que se realiza en el marco de la FIL Guadalajara, estuviera dedicado a dos de las figuras más representativas de ese arte en la ciudad: José Ignacio Solórzano y José Trinidad Camacho, mejor conocidos por todos simplemente como Jis y Trino —aunque hay quien afirma que, luego de tantos años, bien podrían presentarse como Tris y Jino.

Jorge, que mucho tiempo se encargó de dar cuenta de la vida cultural de la ciudad desde las páginas de El Informador, también se preguntaba si, llegado el momento, La Catrina debería ser entregada a cada uno, por separado, como reconocimiento a la obra individual, o bien, habrían de recibirla ambos al mismo tiempo por la obra que han realizado en conjunto. Metiche que soy, le respondí que a mí me parecía que si bien el trabajo que han realizado en conjunto es notable, cuando ocurriera el homenaje éste debería realizarse de manera individual ya que la obra que ha realizado cada monero por su lado da para eso y más.

La respuesta a ese diálogo ocioso llegó más temprano que tarde ayer a mediodía, cuando los organizadores del Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta anunciaron que este año el homenaje La Catrina y su calavérica estatuilla estarán dedicados a José Trinidad Camacho, mejor conocido por todos simplemente como Trino.

(Antes de seguir me veo obligado a hacer una confesión de parte: en este rincón se le rinde reverencia y devoción al trabajo de Jis, pero esa será una historia para después.)

Trino forma parte de un grupo que brotó en los ochenta como brotan los hongos en la temporada de lluvias. Los nombres de Falcón, Jabaz, Julio Haro, Luis Usabiaga, Toñimex, Paco Navarrete, Josel, Jis y Trino, entre muchos otros, comenzaron a ganar relevancia en el lugar menos imaginado: la mocha y conservadora Guadalajara. Equipados con sus recursos gráficos y un inagotable humor negro, escatológico, procaz y soez, los integrantes de la llamada Generación Galimatías —llamada así por la publicación que los congregara hace más de 30 años— pronto trascendieron las fronteras de la capital tapatía. Yo, que siempre llego tarde a todo, conocí el trabajo del grupo en los suplementos «La mamá del Abulón», del periódico Siglo 21, y su heredero, «Tu hermana la gordota», que aparecía los domingos en Público. ¿Y cómo escribir de todo esto sin mencionar La pitaya yeyé, ese divertimento radiofónico? Que el Matacursis nos agarre confesados.

Poco a poco el grupo se disolvió y cada uno de sus integrantes exploró sus propios caminos. De todos, Trino y Jis fueron los que se mantuvieron trabajando en mancuerna y, al mismo tiempo, siguiendo sus propios intereses: Jis tirando tinta y líneas en una producción que apuesta más por la exploración abstracta y la introspección, Trino por una línea más comercial que ha logrado colocar sus monos lo mismo en campañas gubernamentales que en una marca de fotocopias.

Si la carne en su jugo y la torta ahogada son elementos indispensables para describir la identidad tapatía, lo mismo podría decirse de Fábulas de policías y ladrones, Crónicas marcianas, Don Taquero, Pipo y Don Calvino y El Rey Chiquito, por citar apenas algunos ejemplos de las tiras surgidas de la mente, la tinta y el humor de Trino. Y, regresando a la mancuerna con Jis, es imposible no mencionar a los dos titanes de la provocación: El Santos y la Tetona Mendoza, cuyas aventuras llegaron hasta la pantalla grande de la mano del Peyote Asesino y escoltadas por una horda de Zombies de Sahuayo.

La cita con La Catrina servirá para coronar un año que, en el caso de Trino, ha sido de cosecha. Y es que en agosto pasado el monero también fue galardonado con el Inkpot Award en el marco de la Comic-Con de San Diego, evento considerado como la convención de cómics y ciencia ficción más importante del mundo. Digamos que, tal y como hizo recién el Atlas de sus amores y sufrimientos, el dibujante tapatío tuvo en 2022 su bicampeonato.

Cuando el sábado 3 de diciembre Camacho se ponga CaTrino en el auditorio Juan Rufo de la FIL, inscribirá su nombre al lado Sixto Valencia, Maitena, Gabriel Vargas, Roberto Fontanarrosa, Adriana Mosquera Nani, Rius, Quino, Sergio Aragonés y Liniers, por nombrar a algunos de los artistas que han recibido el homenaje con anterioridad.

Y bueno, al tiempo que aplaudimos el merecido homenaje a Trino, seguiremos esperando que le toque turno a Jis, que seguro estará en primera fila fumándose la chora interminable para celebrar a su cómplice y colega.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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