Quiere la grande

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Juro que no es un albur, aunque se lea como albur, suene como albur y se vea como albur.

Pero eso fue lo que Enrique Alfaro salió a decir, recién empezada la semana, en una serie de “entrevistas” que le realizaron con el pretexto de su cuarto informe de gobierno. Pongo la palabra entrevistas entre comillas porque iba a poner “entrevistas pagadas”, pero como no tengo facturas para demostrar que hubo pago de por medio, las comillas son la única manera que tengo de nombrar a esos ejercicios a modo en los que le permitieron al gobernador explayarse de tal manera sobre lo que, fantasea en su esquizofrénica e interminable frente, es su futuro dentro de la política.

En el estado con mayor número de personas desaparecidas con registro; en el estado donde nos dijeron una vez que la Fiscalía estaba infiltrada por el crimen organizado y donde luego no se investigó; en el estado donde el exgobernador fue asesinado y se dijo que el crimen estaba resuelto sin tener un solo sentenciado; en el estado donde las balaceras ocurren en las zonas más caras de la metrópoli; en el estado en el que se informa que líderes del crimen organizado se reúnen con mandos policiacos para pactar protección; en el estado con tantos temas pendientes, las prioridades del gobernador están volteando a ver para otro lado.

Con la arrogancia que lo caracteriza, Enrique Alfaro anduvo paseándose por aquí y por allá para decir que de cara a 2024 —¿por qué será que a los políticos mexicanos, todos, de cualquier color, el presente y su realidad siempre les queda chico y todo el tiempo están pensando en las próximas elecciones?— él sólo se ve anotado en la boleta presidencial. Que no quiere ser diputado ni senador ni cualquier baratija. Él, vamos, quiere la grande.

Según él, su carta de presentación es el trabajo que ha realizado en la Nueva Jaliscia, donde la refundación ha avanzado, dijo, en un 80 por ciento. Así que agárrense: todavía le resta un 20 por ciento de carga al rayo refundador. ¿Dónde se pueden apreciar los avances de este estado que, en la imaginación de Alfaro, ha sido refundado casi en su totalidad? Pues en los rénderes y en las cuentas y en los informes que le preparan sus achichincles, esos mismos que le tienen miedo y que jamás se atreverían a llevarle la contraria porque la cosa no está como para quedarse sin empleo. Mejor darle por su lado.

Previo a su informe de gobierno, Enrique Alfaro presentó su informe de seguridad. Ese día, además de las cifras maquilladas que aventó a diestra y siniestra —yo no entiendo por qué le gusta decir que Jalisco está muy bien con base en las cifras federales, si esas cifras salen de la información que prepara su gente para enviar a la capital y, bueno, tienen el maquillaje más corrido que payasito de crucero al final del día—, decía que además de las cifras lo que más llamó la atención fue su bravata contra los medios de comunicación que, dice, insisten en decir que en Jalisco hay una crisis de seguridad cuando a él le consta que vamos requetebién y más vale que lo crean. Ah, el emperador presumiendo su traje nuevo por la calle.

Hace unos días, el periodista Jonathan Lomelí publicó en su columna de El Informador un recuento de las entrevistas que ha dado el gobernador durante su administración. No es de extrañar que la mayoría hayan sido concedidas a medios “nacionales”, como se les dice a los medios de la capital, y una cantidad muy menor a los medios locales. Es lógico, pues su prioridad siempre ha sido darse a conocer más allá de los límites de la caseta de Zapotlanejo y la última frontera de Tlajomulco. Tan es su objetivo principal desde hace mucho tiempo, que para 2023 se viene una grosera inversión para difundir su imagen. Por ahí leí al vuelo que el gasto para esa prioridad estratégica del estado rondará los 600 mil pesos diarios.

Regresando a la columna de Jonathan Lomelí, entre las pocas entrevistas que ha dado el gobernador a medios locales destacan el caso de Canal 44 y NTR Guadalajara: en sus cuatro años de gobierno, Enrique Alfaro les ha dado cero entrevistas. Nada raro, considerando que el primero es el canal televisivo de la Universidad de Guadalajara, némesis de su refundación, y teniendo en cuenta que con el segundo se compró un pleito gratis desde los primeros días de su gobierno al acusarlo de ser un “periodiquito”. En cuanto a los medios más favorecidos, también son dos: uno, Quiero TV, medio en el que encontraron al mejor vocero para colocar el discurso oficial como hicieron, por ejemplo, en el caso de Luz Raquel; dos, Televisa que… bueno, es Televisa.

El día de su rabieta contra los medios locales, Enrique Alfaro afirmó que éstos estaban resentidos porque no les estaba dando dinero y, como represalia, insistían en propagar información sobre la inseguridad del estado sólo para dañar a Jalisco, ah, esa cantaleta. El gobernador es tan torpe, que no se dio cuenta, o quizá sí, de que al lanzar esa acusación abrió la puerta para pensar que entonces quienes propagan sus ¿logros? lo hacen solamente porque ellos sí tienen abierta la llave del recurso público.

Pero el gobernador no tiene tiempo para fijarse en esos matices. Él tiene la vista puesta en su objetivo más anhelado: la grande. Él quiere la grande.

Afortunadamente no se le va a hacer. Al menos no con la que él quiere.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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