La literatura en lenguas originarias resiste por la memoria

#FIL2022

Para cinco poetas indígenas, la escritura es una memoria viva de sus lenguas. Participaron en el “Conversatorio sobre el papel de la literatura en la revitalización de las lenguas” en la FIL Guadalajara 2022. Los y las autoras criticaron a los Estados latinoamericanos por no generar cambios sistémicos contra la invisibilización de los pueblos originarios, perpetuando así la pérdida de sus idiomas.

Por Isabella Jiménez Robles

 

“No hay mejor que los poetas para pensar el vínculo de la lengua con el territorio”, dijo el etnólogo José Manuel del Val Blanco para abrir el conversatorio de las poetas Liliana Ancalao, mapuche; Washington Córdova, peruano hablante del quechua; Francisco Antonio León Cuervo, mazahua; Margarita León, otomí; y María Clara Sharupi Jua, shuar. El foro cerró el VII Encuentro de Literaturas en Lenguas Originarias de América de la FIL. “Pensemos en el futuro definitivo del plurilingüismo de los países”, invitó del Val. 

Liliana Ancalao participó con un ensayo. Este es un fragmento:

¿Qué camino se han transitado nuestras lenguas madres para que hoy conversemos sobre sus posibilidades de volver a vivir? ¿Cómo es un cuchillo la lengua castellana, avanzando al corazón de nuestra memoria? ¿Cómo puede ser esta extranjera, la lengua en la que nos entendemos, la primera lengua que hoy hablamos?

¿Cómo es que una memoria oral regresa escrita a nuestra herida? ¿Cómo es que aún en castellano escrito seguimos escuchando la voz de nuestros abuelos? ¿En qué idioma se expresan las lágrimas?

Sólo el mapudungun entiende las fuerzas de la tierra, allá en el sur, en el principio de mi mundo. Este mapundungun al que me autotraduzco y leo en voz alta. Estas memorias a las vuelvo para escribir desde el dolor y la ternura, para homenajear la resistencia, la dignidad tras la aparente pobreza. Para seguir viviendo desde el poder que tienen las palabras.

Ojalá caminen juntas. Que siga circulando la memoria oral y escrita, oral-escrita. Belleza y aire en movimiento las palabras pronunciadas que reaviven las brasas y sean lenguas de fuego nuestros idiomas”.

Francisco Antonio León Cuervo, escritor, docente, traductor y promotor cultural mazahua del Estado de México, dijo que lo que hace la literatura es legitimar la lengua: “mostrarla en documento para que quede para la posteridad. Le da un estatus, incluso material, en parámetros convencionales a nivel nacional”. 

León Cuervo explicó que los mazahuas habitan una región “sumamente comunicada”, donde conviven muchos idiomas más allá del español. Por este motivo, mientras otras culturas pierden la lengua en varias generaciones cuando se deja de enseñar, el mazahua se pierde en una sola generación: “los mazahuas no han mostrado resistencia a los programas del sistema educativo. Han perdido la lengua de forma no gradual, sino espontánea”. 

Esta pérdida de la lengua tiende a descontextualizarse, cuando en realidad está asociada a otros procesos, dijo el autor: “Es como si abandonase su territorio”. Ocurre igual que con los procesos económicos, cuando las personas abandonan las actividades agrícolas para dedicarse a otras aparentemente mejor remuneradas en la ciudad, como el comercio o la albañilería, dijo León Cuervo. El resultado es “un territorio sin un objeto social, donde empieza a fragmentarse el tejido social. También se pierden los usos y costumbres, cuando las autoridades locales pierden facultades frente a las autoridades oficiales. La lengua no se pierde por sí sola, es todo un contexto que la lleva a desgastarse”. 

El escritor señaló que, a pesar de que en los últimos 20 años la enseñanza de las lenguas originarias se ha incorporado a los sistemas oficiales de educación básica en el Estado de México, las acciones del Estado continúan siendo insuficientes. En el país constantemente se implementan programas a los cuales no se les da continuidad, dijo León Córdova: “parecemos un niño en la feria que lleva un juguete y al llegar a casa no sabe qué hacer con él”.

La poeta otomí y psicóloga educativa de Hidalgo, Margarita León, planteó las siguientes preguntas:

  • ¿Cuál es la tarea que llevan a cabo las instituciones para revitalizar las lenguas? Y, ¿cuál es la tarea que se ha encomendado a los hablantes?

León citó a Yásnaya Aguilar, lingüista y escritora ayuujk: “Las lenguas son importantes, pero son mucho más importantes sus hablantes”. El Estado te dice que tienes que hablar la lengua para considerarte indígena, explicó León, “pero el mismo sistema educativo mexicano te dice ‘apréndelo donde se te dé la gana porque nosotros no te lo vamos a enseñar’”.

De esa forma, la enseñanza de la lengua también queda atravesada por un sesgo de género. Son las mujeres indígenas quienes quedan a cargo de enseñarle a los niños; “yo aprendí con mi madre”, dijo la autora.

  • ¿Quiénes y cuántas son las personas que gozan del privilegio de leernos?

“En mi casa no había libros cuando era niña”, contó León. “El primer cuento que leí fue un fragmento de Borges, Los dos que soñaron de Las mil y una noches. Mi mamá usó el libro para prender el fogón y le sobró un fragmento; ni siquiera lo leí completo”. La literatura es un privilegio para unos cuantos, concluyó.

Las escritoras en lenguas indígenas, además, no tienen el privilegio de ser criticadas en su propio idioma, señaló León: “Hay una exploración de la poética que todavía está en pañales. Se nos analiza, lee y critica en español”. Los textos hacen concesiones, “hay que poner un epígrafe”, explicó León, para explicarles a los lectores hispanohablantes ciertos significados, pero quedan perdidas otras referencias culturales.

Washington Córdova, escritor y traductor del quechua, remitió a la historia de opresión colonialista en el territorio andino desde el siglo XIV:

“Cuando llegaron los españoles en 1532 había una población originaria de entre 13 y 14 millones de habitantes. Poco tiempo después, eran sólo un millón de personas entre todas las etnias de la región. ¿Qué pasó? Está en el diccionario: fue un atroz genocidio”.

Incluso siglos después, con la consolidación de Perú como república, se arrinconó a quienes hablaban quechua, narró el escritor. 

Córdova criticó que el compromiso del Estado Peruano con los pueblos originarios sólo ha quedado como legislación: “si queremos revitalizar las lenguas, implica que se implementen decisiones, pero también hay que operativizarlas”. 

Los cambios, concluyó Córdova, “tienen que nacer desde abajo, en las mismas comunidades: estamos vivos, hemos vencido al tiempo, estamos firmes con el tiempo”.

María Clara Sharupi Jua concluyó el conversatorio. Este es un fragmento de su discurso: 

Nacimos esclavizados, despojados, nos azotaron las enfermedades. Nuestros antecesores hablaban hasta el latín como una imposición de los colonizadores. No nos romanticen: no somos una melodía amorosa, somos personas. Seguimos caminando, trascendiendo. 

No cabe en mi corazón el odio, el rencor, ni el resentimiento. En cada escritura trato de recuperar el poder de la palabra. He escrito la tradición de boca a oído. La literatura, la poesía, el arte, no generan tanto dinero, pero son un medio para llegar a un fin. Aquí estoy y mis palabras las leerán muchos. 

Existimos en Ecuador muy pocas mujeres shuar. Encontrémonos y sigamos fortaleciendo nuestra educación, como mujeres. Tenemos que decir: aquí estamos, vamos a investigar y publicar.

Basta a los tecnócratas, basta al extractivismo cultural, no a la gratuidad.

“La tarea que nos toca a los pueblos simplemente es seguir hablando y escribiendo”, dijo Margarita León, “a ustedes les toca buscarnos, les va a gustar”.

Los poemas de estas autoras y autores están disponibles a la venta en la colección “Literaturas en Lenguas Originarias de América Miguel León-Portilla” editada por la Universidad de Guadalajara.

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Isabella Jiménez Robles
Isabella Jiménez Robles
Periodismo y redes sociales. Me apasionan el arte, la cultura pop, los movimientos sociales y, sobre todo, cuando esos temas se traslapan.

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