Las Barrancas, el pueblo que se organiza para no ser tragado por el mar

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El paisaje de playa está cambiando en Veracruz, el estado con más kilómetros de costa en el Atlántico Mexicano. El mar gana terreno en comunidades -a causa de fenómenos naturales y obras públicas mal diseñadas- destruyendo casas de familias desprotegidas por autoridades. Mujeres y algunos hombres de Las Barrancas se han organizado ante esa pérdida de playas y buscar nuevas formas de ingresos

Texto: Ana Alicia Osorio / Causa Natura

Fotos: Iván Sánchez

VERACRUZ.- Desde el patio de su casa Emelina tiene clavada la mirada hacia el mar que le ha dado todo pero que está a punto de quitárselo. Su casa está destrozada por la mitad y unos bultos de arena intentan amortiguar la intensidad de la llegada de las olas, pero cada vez lo logran menos. Desde ahí, solo puede observar.

Lo que eran kilómetros de arena antes de llegar al agua se han convertido en unos cuantos metros que desaparecen en cuanto llega el viento. Por eso las mujeres y algunos hombres de Las Barrancas se han organizado para encontrar una solución ante esa pérdida de playas y las consecuencias que trae consigo para el pueblo pesquero, como buscar nuevas formas de ingresos.

Emelina Castellanos, como muchas personas de la localidad, lleva 42 años viviendo en Las Barrancas, en el municipio de Alvarado, Veracruz. Vio a si hija e hijo crecer en el mar. Su esposo es pescador como la mayor parte de las personas en la comunidad. Toda su vida está ahí, donde ahora la playa está a punto de perderse y se ha llevado o dañado varias casas.

Ahora solo observa ese par de metros de arena que desaparece por las noches cuando sube la marea y en especial cuando hay viento y las olas azotan con violencia, como una noche de octubre del 2022, cerca de las 2 de la mañana, cuando el fuerte golpeteo del agua las despertó a ella y su esposo y salieron a ver cómo los costales de arena habían sido rebasados y los cimientos de su casa estaban siendo destruidos.

Esa noche no durmieron, la pasaron en vela en el patio de su vecina viendo si era necesario evacuar la casa, su único patrimonio, con su hija embarazada a quien intentaban no espantar con lo que estaba sucediendo.

“Mi esposo compró como 400 o 300 costales. nnos costó a 5 pesos cada costal y allá compró tres costales de mil pesos cada costal, para cuando menos amortiguar un poquito, pero no hemos tenido ninguna clase de ayuda (…) no tenemos a donde ir y aquí estamos, mi esposo quiere comprar más costales para meter ahí, pero esta cosa está muy fea, muy triste, muy crítica y desgraciadamente el gobierno no ve para donde uno está”.

Relata Emelina.

Emelina Castellanos platica con dos vecinas en la parte de su terraza que no ha sido derribada por el mar.

Esa ‘pérdida’ de playas que han vivido con el paso de los años es un fenómeno llamado erosión costera que se debe al cambio climático, fenómenos naturales como nortes o huracanes y, por supuesto, a la mano humana como la construcción de infraestructura en diversos puntos. Todos eso confluye en Las Barrancas.

Hasta el 2021, un total de 71.7 kilómetros de playas en Alvarado presentaban erosión costera. Es decir, son playas donde el mar ha ganado terreno. Además, ese municipio presenta 7.9 km donde la costa ha ganado terreno, que es otro efecto de la sedimentación causada por fenómenos naturales.

Los datos oficiales -basados en análisis de ortofotos del INEGI de los años 90 e imágenes satelitales de 2012 a 2016- revelan también que en el estado de Veracruz el 77 por ciento de la línea costera ha ganado terreno al mar y el resto, el 33 por ciento, presenta el efecto contrario. Es donde la marea está alcanzando casas y construcciones como en Las Barrancas.

Alvarado es el municipio del estado con mayor afectación por este fenómeno, seguido por Tampico Alto y Tecolutla según el documento Recomendaciones de Protección Civil dirigidas a las autoridades municipales por erosión/sedimentación de zona costeras, realizado por el Gobierno del Estado de Veracruz.

Aunque algunas casas ya han sido afectadas, Protección Civil no tiene un censo de los daños y su documento de Recomendaciones no incluye un plan para solucionar las afectaciones sufridas por los habitantes, según informó la titular Guadalupe Osorno.

De hecho, la funcionaria reconoció que la dependencia a su cargo «tiene que hacer la visita correspondiente» porque aún no saben «si hay recomendaciones técnicas específicas para las casas que a veces se puede solucionar con alguna cuestión que pudiera ser como paliativo».

En caso de no haber «paliativo» -dijo la funcionaria- «pues tendríamos que buscar la reubicación, la reubicación implica un trabajo entre dos niveles de gobierno, los municipios y el Estado», lo cual implica donaciones de tierra del municipio a las familias afectadas.

Un habitante de Las Barrancas camina entre los escombros que deja el mar a medida que gana terreno.

Alvarado es un municipio en la zona de la Cuenca de Veracruz, en su mayoría costero y aunque ha sido fuertemente afectado por la erosión, ningún poblado lo refleja más que Las Barrancas, una comunidad de apenas 350 habitantes que está entre la playa y el manglar y donde la pesca se lleva en la sangre casi tanto como el olor a mar que llena el ambiente.

Por eso hace 10 años, Nancy Ochoa y otras dos mujeres de comunidades cercanas comenzaron con la lucha para intentar que alguien volteara a ver lo que estaba sucediendo y les tendiera una mano. En ese momento eran agentes municipales, pero después se convirtieron en una asociación civil llamada Recuperación de Playas Las Barrancas, Playa Zapote y Mata de Uva, sumando a diferentes mujeres de la zona, quienes han trabajado para intentar rescatar Las Barrancas y buscar soluciones a los problemas que están viviendo.

Pero, aunque los gobiernos han prometido, no han cumplido. De hecho, el 2 de abril del 2014 el entonces gobernador, Javier Duarte de Ochoa, inauguró una escollera o rompeolas (una estructura que busca proteger la costa y desviar las corrientes) en una población cercana y anunció que el proyecto contemplaba ocho en total. Una de ellas era para Las Barrancas, pero nunca llegó.

El proyecto para la escollera de esa población se licitó, se adjudicó y se entregó dinero, según el Órgano de Fiscalización del Estado de Veracruz en su Cuenta Pública 2016 que señala que el proyecto estaba “sin terminar” por lo que dejó a su fiscalización para el siguiente año aunque ésta ya no se realizó.

Además, en junio del 2016 el extinto Consejo del Desarrollo del Papaloapan aceptó la propuesta por 2 millones 944 mil 993 pesos de la empresa Cocowarris México SA de CV para construir un proyecto de escolleras en la zona de Las Barrancas específicamente. No se volvió a saber nada de él y el Consejo fue desaparecido por la administración del Gobierno del Estado.

La secretaria de Protección Civil afirmó, en entrevista telefónica en diciembre del 2022, que la pérdida de playas se debe a un fenómeno natural, pero también a las construcciones, por lo que por este momento no hay ningún proyecto del que tenga conocimiento de generar nuevas escolleras y desconocen lo que sucedió con los de administraciones pasadas.

Nancy Ochoa, en recorrido por la zona afectada por las mareas en la comunidad de Las Barrancas.

Organización para pedir ayuda

Desde la playa un grupo de pescadores observan dos casas destrozadas que dejó el último frente frío; los restos de algunos muebles se dejan entrever, el refrigerador, una mesa y unos trastes, un ropero y restos de una cama en otra. Sus habitantes se fueron esa noche a vivir con familiares, pues de su casa ya no quedaba nada.

Cuentan acerca de esa escollera que les prometieron y que algunos de los habitantes ven como la única solución mientras que otros y otras creen que deben hacer nuevos estudios para saber qué es lo que sucede.

Pero en su totalidad están  de acuerdo en que el problema de la pérdida de playa en Las Barrancas se empeoró en 2014 cuando construyeron ese rompeolas en la comunidad cercana, que Duarte de Ochoa tanto presumió.

Jacobo Santander, investigador del Instituto Tecnológico de Boca del Río y quien ha estado trabajando de cerca con habitantes de Las Barrancas afirmó que la erosión costera es la pérdida de la playa provocada por fenómenos naturales como nortes o huracanes.

“Cuando hablamos de erosión costera es eso, hablamos de una pérdida de la costa, ¿no? Entonces cuando hablamos de erosión costera es esta pérdida de la playa, esa pérdida de la costa por diferentes fenómenos aquí lo estamos atribuyendo sobre todo, digamos, a meteoros como huracanes, a meteoros como bueno no meteoros, sí, como los nortes o fenómenos como los nortes”, afirmó

“Pero también la erosión es provocada por la falta de aporte de sedimentos. Entonces si tú estás perdiendo playa puede ser, porque esté subiendo el nivel del mar, puede ser porque te están construyendo un puerto, te están construyendo infraestructura costera y esas estructuras físicas te están modificando las corrientes y te están modificando la distribución de sedimentos”, aseguró.

Para las y los habitantes de Las Barrancas, la construcción de infraestructura en el mar es justamente causa de que la erosión costera haya avanzado tan rápido. Si bien saben que el cambio climático les afecta y que han perdido terreno a lo largo de los años, piensan que la construcción de la escollera en la comunidad cercana (Mata de Uva), la ampliación de la Heróica Escuela Naval Militar y el nuevo Puerto de Veracruz son también causa de que todo se haya acelerado. Esas obras se hicieron en 2014 y desde entonces los metros de playa que han perdido son muchos.

Santander señaló que no es posible asegurar qué tanto afectaron esas obras puesto que se carece de estudios para poder determinarlo, sin embargo, es posible que algunas hayan tenido un impacto directo puesto que en donde se coloca infraestructura genera cambios en corrientes y por lo tanto puede provocar que algunas playas desaparezcan de manera más rápida.

Nancy y sus compañeras han caminado, han acudido a foros, han hecho trámites ante todas las instancias, han expuesto su situación en diversos espacios e inclusive tienen invitaciones al extranjero. Pero nada de eso ha hecho que las autoridades les volteen a ver.

Inclusive en una ocasión, contó, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez les dijo que lo que les hacía falta eran chalecos salvavidas. El poblado lo tomó como una burla. Aun así fueron a buscarlos con esperanzas de allí poder dialogar con alguien que les tomara en serio, pero no obtuvieron ni respuesta ni chalecos.

Un pueblo pesquero sin playa

Varios hombres colocados alrededor de una lancha la empujan cada vez que gritan tres, mientras un tronco grande la hace rodar a un terreno que está unos cuantos centímetros más arriba. Unas casas más adelante algo similar sucede, pero apoyados de una camioneta que jala desde el frente la pesada herramienta de los pescadores.

Esa escena se repite todos los días. Son un pueblo de pescadores que no tienen donde poner las lanchas porque en cuanto la marea crece un poco, la playa desaparece y las olas provocan que éstas se golpeen generando daños cuantiosos.

Inclusive, eso ha hecho que haya noches que deban levantarse para ir a salvar las lanchas, el poco patrimonio que tienen, en medio del agua que ya empieza a llevárselas.

Por eso la solución que han encontrado es hacer el esfuerzo por subirla a los terrenos que son un poco más altos e invertir cuando menos 30 minutos para dejarlas acomodadas en esos espacios. Algunos, inclusive, deben rentar en los terrenos que han considerado que tienen menor riesgo.

“Es lo único que tenemos y nos lo está desbaratando el mar y más duro es que nomás no hacen caso las autoridades de alto grado”, sentenció Carlos Manuel Tello, quien ha dedicado su vida a pescar, aprendió de su papá y éste a su vez de su papá, pero ahora él no quiso transmitir el oficio a sus hijos porque está consciente de que en breve no habrá playa donde hacerlo.

Pescadores de Las Barrancas, en la tarea de bajar la lancha desde un nivel donde la dejan para no ser alcanzada por la marea.

A Las Barrancas han llegado algunos y algunas investigadoras para conocer la situación, estudiar el cambio climático, la erosión costera y la forma en que sus habitantes están viviendo las afectaciones. Las integrantes de la asociación se han unido para hacer trabajos en conjunto y han animado al resto de la comunidad para participar, intentando mitigar los problemas.

Estos investigadores les han planteado proyectos como sembrar vegetación en la playa para evitar que el mar se continúe llevando la arena y lo que ha funcionado en otras partes, pero se descartan porque no son viables para la zona.

Santander aseguró que la erosión costera es multifactorial pues fenómenos naturales, el cambio climático, la contaminación del manglar y la construcción de estructuras afectan. Por lo que acciones como el rompeolas que le han prometido a la comunidad podrían ser un paliativo (si se hace con estudios que revisen cuál será la verdadera afectación tanto allí como a otros lados) pero a la larga no será una solución.

Allí, la comunidad ha entendido también que el manglar que está detrás de sus casas puede ser una ayuda porque éste ‘arrastra’ sedimentos hacia el mar que trae desde otras partes. Pero debido a la alta contaminación que tiene y las malas condiciones en las que está, actualmente, el manglar no está haciendo esa función.

Esa es la razón por la cual se pusieron como meta intentar rescatarlo e inclusive aprovecharlo económicamente. Se han reunido con personas de otras regiones donde han logrado hacer actividades similares y comenzaron jornadas de limpieza sacando aquellos desechos que por desconocimiento de sus consecuencias vertieron al agua.

Nancy contó que buscan que el manglar sirva para dar paseos turísticos en la zona, que puedan acudir personas a observar la riqueza de aves y especies que tienen, pero también a la playa. Además, con eso están intentando mitigar, aunque sea un poco, la pérdida de una playa que saben no recuperarán.

Porque saben que no volverán aquellos años, en los que narró el papá de Nancy, construía palapas para aprovechar la llegada de turismo en temporada vacacional y las rentaba mientras que las mujeres de la zona sacaban dinero adicional friendo los pescados que les pedían quienes llegaban.

El espacio para las palapas del papá de Nancy poco a poco fue desapareciendo y en los últimos años, el tramo que quedaba se convirtió en un lugar donde poner llantas para evitar que el agua llegue de golpe a su terreno. Así a sus 80 años, libra una batalla contra el mar que parece no ganar, una batalla contra el lugar al que le debe todo lo que es y del que nunca se quiso ir por más que le ofrecieron otros oficios: lo suyo es ser pescador.

Pero ahora ser pescador en Las Barrancas es difícil, cuenta Nancy quien también es lideresa de una cooperativa de pescadores y pescadoras, porque no hay donde dejar las lanchas y el cambio climático ha generado modificaciones en las especies. Además el turismo ya no llega porque ya no tienen playas.

Por eso alternativas como generar ecoturismo en el manglar pueden ser una opción para tener ingresos en la comunidad. También lo es la Planta de Procesamiento Primario Las Bonitas, otro de los esfuerzos que como comunidad tienen para enfrentar su problemática pues la crearon mujeres y que procesa el pescado que genera la cooperativa haciendo minilla y ceviche para empaquetar y vender.

Pescadores de Las Barrancas llegan a tierra firma después de una jornada de trabajo.

“Hasta allá llegaba el mar”

Hace poco, contaron, llegó un funcionario municipal y les dijo que su problema es que se encuentran en zona federal porque están en esa franja de 20 metros conocida como Zona Federal Marítimo Terrestre, donde no se puede construir. Lo único que logró fue la indignación de las personas porque sus terrenos y casas son propiedad privada, comprada hace muchos años, a los que les alcanzó esa franja federal porque el mar llegó a ellos y ahora están teniendo serios problemas.

“Allá donde ves aquel pelícano, hasta allá llegaba la playa”, “las lanchas las podíamos dejar hasta allá, ve donde viene aquella”, “mira allá por donde se ve esa mancha”, es una constante de las y los pescadores parados frente al mar.

Desde la orilla del mar añoran aquellos años en los que la playa ocupaba grandes extensiones de terreno, cuando transportarse caminando o en vehículo por la playa entre los poblados cercanos era cosa de todos los días, cuando ese lugar donde ahora solo es agua servía de carriles para las carreras de caballo, cuando llegaba turismo y les dejaba algo de dinero, cuando no tenían que vivir con miedo de que el agua se llevara sus casas una noche cualquiera o cuando acomodar sus lanchas tras regresar de pescar era un reto del día a día.

De esas épocas solo queda el pensarlas, mientras suplican ayuda de algún tipo, pues aunque están conscientes de que el cambio climático y el aumento del nivel del mar provocará que en algún momento Las Barrancas deje de existir.

Acusan que las obras que el propio gobierno ha realizado han acelerado el proceso y ahora ese mismo gobierno debe hacer algo para tenderles una mano. De esas épocas solo quedan algunas imágenes viejas que cargan en sus teléfonos y muestran a la menor provocación y los recuerdos que atesoran y narran sin miramientos mientras la incertidumbre reina e intentan acostumbrarse a la nueva vida.

Feliciano Ochoa Quevedo, habitante de Las Barrancas y abuelo de Nancy, señala hasta dónde llegaba la playa.

Las Barrancas, hace 30 años, en una foto guardada por Nancy en su teléfono.

***

​​* Este trabajo contó con el apoyo de la Red de Periodismo del Mar (Repemar), impulsada por Causa Natura con la ayuda de la Earth Journalism Network de Internews. Fue publicado en LA MAREA, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leerlo.

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