Pesca de arrastre en áreas restringidas, los riesgos en la búsqueda de camarón

Medios Aliados

Por Patricia Ramírez / Causa Natura 

Durante 2021 en México se detectaron 66 mil 63 puntos de posible pesca de arrastre de camarón en áreas restringidas o no permitidas. Se trata de señales satelitales que reflejan la frecuencia con la que embarcaciones entran a estas zonas a una velocidad, profundidad y posición que sugiere que están pescando.  

Un análisis realizado por la Unidad de Datos de Causa Natura localizó estos puntos conforme a datos de Monitoreo Satelital de Embarcaciones (registros VMS), permisos y avisos de arribo, que por norma deben llevar embarcaciones de altura.

Si bien, no es posible con los datos confirmar la cantidad de pesca de estas embarcaciones, estas señales que las embarcaciones envían cada hora muestran comportamientos de posible pesca en Áreas Marinas Protegidas (para este reportaje sólo se consideran zonas núcleo aunque existen otras áreas de restricción según cada plan de manejo); zonas de protección en refugios pesqueros, bocas de ríos, lagunas y esteros; y en las primeras 5 brazas de profundidad.

Pero mientras los datos reflejan un panorama de riesgos, en dichos sitios cada pescador complementa con su propia versión.

En las costas del Golfo de Ulloa existe una batalla silenciosa. En esta región del Noroeste de México que va desde El Delgadito, municipio de Mulegé, hasta Cabo San Lázaro, municipio de Comondú, en Baja California Sur, pescadores ribereños que utilizan pangas de pequeña escala trabajan en las mismas aguas que aquellos de embarcaciones industriales, por lo que han surgido desacuerdos por las diferentes formas de trabajo.

“Sabemos el daño tan grande que hacen los barcos industriales cerca de la costa. Matan un montón de tortugas”, explica Wendy Higuera, pescadora ribereña en Cabo San Lázaro.

Wendy es originaria de Puerto Adolfo López Mateos, también ubicado en el municipio de Comondú. Su familia se ha dedicado por décadas a la pesca, ella misma aclara que pertenece a la tercera generación de pescadores. 

Su principal zona de trabajo es Cabo San Lázaro donde dirige una cooperativa pesquera que captura escama, pulpo y jaiba.

Cuando Wendy habla de las muertes de tortugas se refiere a que los barcos camaroneros las atrapan y ahogan en sus redes. Este fenómeno conocido como captura incidental es común en la pesca de arrastre, donde grandes redes se dejan caer al fondo marino y capturan todo lo que encuentran a su paso, no sólo la especie objetivo que es el camarón. Sus impactos son tales que esto se ha convertido en una problemática ambiental.

Aunque existen tecnologías como los Dispositivos Excluidores de Tortugas (DETs) que ayudan a detectarlas y liberarlas, su uso todavía presenta irregularidades.

“Ahorita (los barcos de arrastre) se están justificando que entran (al refugio) con el uso de los excluidores, pero incluso hasta el día de hoy hay barcos que no los traen o que los que traen y de todas maneras agarran tortugas”, explica la pescadora.

Foto: Delimitación de la Zona de Refugio Pesquero del Golfo de Ulloa y su respectiva Área Específica de Restricciones Pesqueras.

Como parte de las medidas de prevención, desde 2016 el Golfo de Ulloa está catalogado como una zona de refugio pesquero, una herramienta establecida por la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (Conapesca) para recuperar poblaciones de especies. 

En este caso, se protege a la tortuga caguama que se encuentra en peligro de extinción, pero también a otras de valor comercial afectadas por la sobreexplotación como tiburón, raya, almejas, langosta, camarón, jaiba, caracoles, cangrejo, pulpo y pepino de mar.

“La problemática más grande que hay es que ahorita tenemos a los barcos arrastrando aquí enfrente, dentro del refugio y nadie les dice nada”, señala Wendy.

Si bien la pesca de arrastre no está prohibida en todo el refugio pesquero del Golfo de Ulloa, su acuerdo de establecimiento publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) indica que existe un “Área Específica de Restricciones Pesqueras”, la más cercana a la costa, donde no podrá permitirse el uso de redes de arrastre. 

Una medida similar ocurre en las Áreas Marinas Protegidas de México, que son otra categoría para la protección para ecosistemas, donde se establecen zonas núcleo dentro de estas áreas y se prohíben actividades, como la pesca de arrastre, que pongan en peligro la conservación.

Sin embargo, en el análisis de datos de Causa Natura, el Golfo de Ulloa se posiciona en el primer lugar de las 13 zonas de México en cuanto a mayor frecuencia de señales VMS con características de pesca de arrastre en áreas restringidas durante 2021.

En el sitio se identificaron 14 mil 309 puntos de posible pesca por parte de 23 embarcaciones.

El análisis de Causa Natura les nombra como posibles irregularidades ya que dichos datos están indicando sólo el comportamiento que siguieron las flotas.

Para confirmarse como irregularidad debería de existir un acta administrativa de sanción emitida por dependencias como la Conapesca o la Procuraduría Federal de Medio Ambiente (Profepa), pero esto no es algo que ocurra siempre.

Tras el Golfo de Ulloa, los sitios con mayor cúmulo de frecuencia de estas señales  se halla en zonas de importancia en la Norma Oficial Mexicana NOM-002-SAG/PESC-2013 como Agiabampo, en los estados de Sonora y Sinaloa, con 4 mil 132 puntos de pesca de 78 embarcaciones; Bahía de Kino, Sonora, con 3 mil 990 puntos de 63 embarcaciones; y el Área Natural Protegida La Encrucijada, en Chiapas, con mil 100 puntos de pesca de 25 embarcaciones.

Otro caso relevante por tratarse del área de refugio para la vaquita marina en el Alto Golfo de California, al norte de México, refleja seis puntos de posible pesca correspondientes a cuatro embarcaciones. 

Aunque solo se trata de seis, los datos VMS no pueden inferir la cantidad de pesca que se haya hecho.

Ante este panorama, los pescadores de arrastre responden por los datos y los señalamientos de ribereños en el Golfo de Ulloa. Uno es Oscar Valdez, pescador industrial originario del estado de Jalisco, quien actualmente vive en Guaymas, Sonora. 

Valdez tiene una pequeña empresa de embarcaciones industriales dedicadas al arrastre de camarón. Tanto él, como otros pescadores de Sonora y Sinaloa, han llevado sus flotas hasta el Golfo de Ulloa.

“El Golfo de Ulloa es zona de trabajo de la flota camaronera (industrial), pero se  arrastra lejos de la costa, generalmente de las 15/20 brazas de profundidad hacia afuera”, argumenta Valdez. 

De acuerdo con el pescador, las razones por las que los barcos no entran hasta la costa son la caída de la captura debido a la sobreexplotación en los últimos 10 años y el exceso de pescadores, tanto de ribereños como de industriales, ya que se trata de una región donde la mayoría de los pobladores y visitantes dependen del sector pesquero.

Pese a esto, el pescador reconoce que no puede hablar por todos y que las irregularidades existen, pero también representa un riesgo para su trabajo.

“No puedo negar que quizás algunos se arriesguen (a entrar a la zona de restricción del refugio), yo jamás lo realicé porque las redes no trabajan (funcionan)”, indica.

“En la costa poniente de Baja California Sur, por ser mar abierto la cresta de la ola es muy alta, al acercarse a la línea de la costa provoca una elevación del barco. Esto hace que el equipo sufra un fuerte jalón y la tensión de los cables de arrastre provoque que las redes se levanten del fondo, de tal forma que no trabajan. Esto se maximiza cuando trabajas a baja profundidad. De 15 brazas de profundidad en adelante, este efecto se pierde, por la longitud del cable de arrastre”, complementa.

Y es que a pesar de que la pesca en áreas restringidas representa una problemática de importancia pesquera y ambiental, estas afectaciones representan el 1.79% en la pesca de arrastre de camarón, según el análisis del equipo de datos de Causa Natura.

Pesquería de camarón. Foto: Instituto Nacional de Pesca (Inapesca).

La regla de las 5 brazas

“La ley en altamar la incumplimos todos”, dice Noé Aranzubia, pescador ribereño originario del municipio de Navolato, en Sinaloa, al noroeste de México. 

Noé pesca camarón con suriperas desde hace más de 30 años. Estas son artes de pesca para aguas poco profundas, como esteros y bahías, consideradas una alternativa sustentable a la pesca de arrastre, principalmente porque son más selectivas, lo que genera que la pesca incidental sea menor.

Sin embargo, en las costas de Sinaloa, el estado con mayor producción pesquera del país, las regulaciones para la pesca de camarón quedan de lado en el trabajo diario. 

“Respetamos los tiempos de veda cuando no se puede pescar, pero cuando se levanta la veda no deberíamos capturar dentro de las 5 brazas. Lo hacemos porque de lo contrario no tendríamos producto, los pescadores de altura están allí día y noche y también entran hasta la costa”, explicó Noé.

La captura en las primeras 5 brazas (una profundidad menor a 9.14 metros) es una regla establecida en la NOM-002-SAG/PESC-2013 en la que se prohíbe el uso de redes arrastreras dentro de los primeros 9.14 metros de profundidad.

De acuerdo con la Norma Oficial, pescar con redes de arrastre incide negativamente en la población de especies juveniles o en periodo reproductivo, incluida el camarón.

Pero en México esta es una de las posibles irregularidades que más ocurre, estando presente en el 6.97% de los puntos de pesca identificados en la captura de camarón.

Durante 2021 en la costa de Sinaloa 95 empresas propietarias de 295 embarcaciones se ven reflejadas en 42 mil 59 puntos de posible pesca dentro de las primeras 5 brazas, de acuerdo con los datos analizados por Causa Natura. 

A Sinaloa le sigue el estado vecino de Sonora con 108 empresas propietarias de 186 embarcaciones que incurrieron en 6 mil 664 puntos de posible pesca. Mientras el tercer lugar lo ocupa Baja California, también al norte del país, con 30 empresas responsables de 64 embarcaciones que cometieron 788 puntos de pesca de arrastre.

Aunque los datos VMS no permiten identificar la cantidad de captura, sí se infiere que hay intensidad pesquera, por lo que su frecuencia las considera zonas de vulnerabilidad.

Entre las empresas que se detectaron con posible actividad pesquera en zonas no permitidas están la Pesquera Axel, S.A. de C.V.; la Pesca Integra de Altamar, S.A. de C.V.; Pesquera Jusajeli, S.A. de C.V.; Operadora Marítima del Pacífico, S.A. de C.V.; y Pesca Mar y Sola, S.A. de C.V.

Por su parte, algunos pescadores industriales señalan que las irregularidades no sólo recaen sobre la flota camaronera de las grandes embarcaciones que, a diferencia de las pangas ribereñas, están monitoreadas satelitalmente, sino sobre un problema de la revisión de parte de las autoridades, tanto para la pesca regulada como la ilegal.

Las medidas y las opciones

De cara hacia las soluciones en el futuro, el Golfo de Ulloa es un reflejo de las distintas posiciones que se gestan en torno a las incursiones en áreas restringidas.

Además de dedicar sus días a la pesca, Wendy Higuera se involucró desde hace dos años en las campañas de concientización para conseguir el decreto de ANP en la zona, una iniciativa planteada por la organización Beta Diversidad, cuyo objetivo es alejar a los pescadores de altura.

La ANP tendría la categoría de Reserva de la Biosfera y se extendería desde la zona de Guerrero Negro, en el municipio de Mulegé, hasta Cabo San Lucas.

“Uno de los motivos por los que a mí me motivó apoyar la creación de la Reserva es el poder sacar a los barcos de nuestras costas para que también nuestra producción aumente”, explica Wendy. 

Para ella lo importante es que los pescadores ribereños puedan seguir pescando y generando alternativas de turismo sustentable y proyectos productivos. Por lo que actualmente se involucra en jornadas de concientización para que los pescadores conozcan qué representaría tener una ANP.

Por su parte, para Oscar Valdez, como pescador industrial, las medidas para solucionar los problemas no están en crear más zonas restringidas y sí en dar un ordenamiento tanto a la pesca de altura como a la ribereña.

“Creo que el gran problema no está en la flota de camarones de altamar, sino en el desorden que existe en la pesca de ribera. Son tantos, entre embarcaciones, concesionarios e ilegales que pescan todo el año y así no es posible (trabajar)”, señala.

Añade que los pescadores de arrastre han pensado en la actualización de la Ley de Pesca y Acuacultura para realmente poder trabajar en conjunto y que todas las herramientas, sean refugios pesqueros o ANP, cumplan con sus objetivos y eviten la pesca en zonas restringidas. 

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Este artículo fue realizado por la unidad de Periodismo de Causa Natura. y publicado originalmente en el sitio web de reportajes.

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