‘Stalker’: la zona de los desesperanzados

#AlianzaDeMedios

El filme Stalker, del director Andréi Tarkovsky, nos pone a pensar que hay cosas que creemos desear, pero no nos autoanalizamos lo suficiente para descubrir lo que realmente nos pide nuestro subconsciente.

Texto: Andrea Sarmiento Pastrana / Pie de Página

Foto: Especial

Stalker es una película dirigida por Andréi Tarkovsky en 1979 y es una adaptación de Picnic extraterrestre, novela de Boris Natanovich y Arkadi Strugatski.

El libro es una historia de ciencia ficción ambientada en la década de los años setenta, en el que la humanidad fue víctima de un impacto extraterrestre. Sin embargo, la trama no se centra en los alienígenas sino en el lugar donde ellos aterrizaron; a este espacio se le denominó como la zona y es una región de máxima seguridad, vigilada por el ejército y científicos rusos.

Es un sitio en el que nada funciona como lo conocemos; la energía de las cosas, los caminos y la composición de la materia se modifica constantemente haciendo casi imposible salir de ahí y la mayoría de las personas que entran no regresan. Dentro de ella se encuentra la habitación, donde según los rumores, quien lograra ingresar podría cumplir sus deseos más profundos.

Por eso se hizo la idea de que la zona es el lugar de la felicidad. Pero llegar no es una travesía sencilla; en primer lugar hay que esquivar la vigilancia del gobierno (algo así como intentar colarse en el Área 51 en Estados Unidos), una vez logrado, sigue lo más difícil: llegar a la habitación. La misma zona tiene trampas que son inexplicables para nuestro entendimiento, juega con la desesperación de los viajeros y saca a la luz los mayores temores humanos.

No obstante, existen personas que han logrado entrar y salir (mas no de la habitación) a quienes se les conoce como stalkers. Ellos se dedican a guiar a la gente lo cual les da cierto respeto social, pero también, tienen modificaciones genéticas que se pasan a su descendencia. 

La película es la historia de un stalker que debe acompañar a dos hombres dentro de la zona. Ninguno revela su nombre, por lo que son llamados de acuerdo a su profesión: Stalker, Profesor y Escritor.

Es un filme al cual hay que prestarle atención a los detalles. Tarkovsky utiliza distintos símbolos que van desde el sonido hasta los colores empleados que nos ayudan a entender el significado de cada escena. En general predomina una ambientación de inquietud; esto sumado al contexto en que suceden los hechos, la URSS en la crisis de la Guerra Fría.

Cada uno inicia con un propósito distinto, Profesor busca reconocimiento mientras que Escritor dice querer inspiración; a su vez, ambos son la representación de la necesidad humana, desde la ciencia o el arte, por encontrar la verdad. Se cree que estos dos ámbitos son opuestos entre sí, pero el filme nos demuestra que no; al final, las dos son ramas del conocimiento que buscan dar respuesta y encontrarle un sentido a nuestra existencia.

Conforme avanza la trama los hombres deben aprender a escucharse y convivir entre sí, del mismo modo es necesario que dejen su orgullo y confíen en ellos, sobre todo en el Stalker. Este compañerismo se ve obstruido por sus miedos y angustias, predomina el temor a perderse, a ser engañados o a morir, el director nos enseña a tres personas que llegan a su límite para lograr su objetivo. Durante toda la película hay discusiones y no es hasta que llegan al punto máximo que cada uno revela lo que piensa y expresa sus verdaderas intenciones.

Igualmente vemos a tres hombres que poco a poco van perdiendo la ilusión. A la zona, por ser un lugar tan peligroso, solo van quienes buscan una última esperanza; arriesgan su vida para encontrar lo que creen que les dará la felicidad, porque si no la encuentran ahí, ¿entonces dónde? Además, este sueño viene de una falacia ya que nadie les asegura que los rumores sean ciertos, dado que nadie nunca ha regresado de la habitación, jamás se ha comprobado que esta te otorgue la felicidad, aun así, la gente sigue intentando encontrarla.

Predominan los monólogos introspectivos que reflejan las inseguridades de los personajes hacia el mundo. Conforme avanza la narración sus pensamientos van evolucionando y sus deseos pasan de lo superficial a lo intrapersonal, permitiéndonos cuestionarnos ¿Qué es lo que realmente deseamos?, ¿y eso nos hará felices? Aunque para respondernos, tenemos primero que descifrar qué es la felicidad.

Stalker nos pone a pensar que hay cosas que creemos desear, pero no nos autoanalizamos lo suficiente para descubrir lo que realmente nos pide nuestro subconsciente. En mi opinión, la zona es una metáfora de lo que puede ser el autoconocimiento, algo que nunca termina. Por ello, es que la mayoría no logra salir, y quienes lo consiguen, son los que evaden este autoanálisis.

Mientras más nos sumergimos en nuestro mundo del inconsciente, más se nos dificulta asimilar nuestro mundo exterior.

Puedes ver esta película en YouTube, tanto en español como en inglés.

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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página, se replica en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs: 

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