Las maestras feministas en Jalisco luchan “cartografiando la violencia escolar”

La Red de Maestras Feministas GDL lucha porque las escuelas de Jalisco se conviertan en espacios seguros para sus estudiantes y colegas, quienes se enfrentan al silencio, la complicidad o la omisión de las autoridades educativas dentro y fuera de los planteles escolares.

Con la “Cartografía de la violencia escolar”, una de sus más importantes acciones de incidencia en el marco del 8 de Marzo, fue construida como una herramienta colectiva entre estudiantes y maestras que pretende ser útil para visibilizar que esta problemática existe y debe ser urgentemente atendida.

Por Dalia Souza / @DaliaSouzal

Dolores, “Lola” como le dicen sus colegas, es geógrafa e integrante de la Red de Maestras Feministas GDL. Dice que cuando llegó a la colectiva por invitación de una amiga, pudo reconocer que su campo de acción para el cambio estaba en el aula con sus estudiantes y mientras impartía sus clases.

Antes de dedicarse a la docencia y mucho antes de si quiera formar parte de la red, trabajaba haciendo mapas. Su habilidad y formación profesional es evidente en la práctica, no pasa ni medio segundo antes de que pueda identificar una ubicación en los mapas que colocaron en la explana de la Plaza Imelda Virgen:

– Lola, no encuentro esta escuela.

– ¿Cómo dices que se llama?

– Secundaria 46 Mixta “Juan Rulfo”. Dicen que está en Jardines de La Cruz.

– Acá esta, en la orilla, la que buscas está acá, por esta zona.

Lola señala con su dedo el polígono donde, efectivamente, se encuentra la escuela que buscan.

Elegir cartografiar la violencia escolar para esta red de maestras es indispensable para los procesos de visibilización y reconocimiento de la problemática, identificación de casos, denuncia pública y accionar colectivo, explican que, “al ubicar estos lugares nos damos cuenta dónde se dan más, cuáles son las zonas donde ocurren, pero sobre todo, al plasmarlo en un mapa, las niñas, los niños y las y los adolescentes podrán comenzar a hablar sobre ello”.

Estos cuatro mapas que colocaron sobre el piso fueron impresos en papelotes dividen el área metropolitana de Guadalajara en cuatro en grandes secciones: Zapopan- Guadalajara 1; Zapopan, Tlajomulco y Tlaquepaque; Tlaquepaque, Tlajomulco, El Salto y Juanacatlán; y Guadalajara, Tlaquepaque y Tonalá.

El color morado es utilizado para identificar el acoso sexual de un estudiante a una estudiante; el azul para el acoso sexual entre personas adultas; el rojo para actos de abuso entre estudiantes; y el color verde para el abuso entre personas adultas.

El objetivo es que las personas asistentes a este taller, entre ellas, familias que transitan por el centro de histórico de Guadalajara, puedan marcar con plumones los centros escolares donde han vivido alguno de estos tipos de violencia.

Pero antes del ejercicio, dice Lola: “hay que identificar estas violencias para después poder cartografiarlas”. Para ello, han decidido iniciar una actividad de lluvia de ideas.

¿Qué entendemos por violencia escolar? Póngalo en la cartulina, ahí están los plumones.

-¿Humillaciones?

-Sí, las humillaciones son un tipo de violencia, apúntalo.

-¿Acoso?

-Sí, el acoso es otra forma de violencia y sucede mucho en las escuelas, escríbelo.

-¿Jalones de pelo?

-Sí, también los jalones de pelo.

-¡Chismes!

-¡Que te golpeen con cosas!

-Todas esas también. Este material es para que ustedes lo manipulen y lo rallen. Anímense, claro que pueden ser cosas que no te hayan pasado a ti, pero que tú sepas.

Hay quienes solo miran la cartulina. Es muy difícil verbalizar la experiencia de violencia.

“Aquí no están sus abusones, pueden hacerlo seguros” se atreve a mencionar Lola para invitar a que más a que se sumen a esta lista “la idea es identificarlas primero, para después cartografiarlas”.

Humillaciones, acoso, acoso sexual, golpes, comentarios inapropiados, amenazas, jalones de pelo, esparcir rumores, violencia verbal, abuso de poder, chismes, golpes con objetos, ley del hielo, chiflidos son los que más se mencionan, aunque sólo algunos terminan en la cartulina.

“Yo ya viví todo” dijo una adolescente que se acerca a observar la dinámica.

Con sensibilidad y cuidado, Lulú, integrante también de la red, pregunta a quien decide acercarse a hablar si estas violencias siguen repitiéndose o si alguien dentro de la escuela ha hecho algo para detener a sus agresores que, en algunas casos son sus propios docentes, directivos o compañeros del salón.

Por estas razones, el anonimato es el elemento principal de esta actividad, sólo basta con que marquen con un punto morado, verde, azul o rojo la escuela en donde se vivieron o toleraron estas situaciones, no más. Sin embargo, Lola asegura que, contradictoriamente, las víctimas temen que “alguien descubra” que ellas decidieron hablar “esto es algo que no debería de suceder, se sienten con una gran carga al mencionar estas violencias que viven”.

“Cuando son menores existe el temor, sobre todo, porque son figuras de autoridad, figuras adultocentristas que no le dan importancia a estas vivencias que tienen los estudiantes en las escuelas” agrega.

Y pueden pasar muchos años antes de que decidan hablar.

Varias personas adultas se acercan a marcar alguna escuela, no todos son padres o madres de familia, se trata de quienes encontraron en este sitio un espacio seguro para exponer lo que no habían hecho antes. Y es que Lulú reconoce que dentro de las escuelas donde la violencia escolar se ignora, tolera o deja pasar, ésta se vuelve transgeneracional: “conocemos casos donde madres e hijas se enfrentaron a un mismo agresor”.

“La escuela es para convivir, para aprender, para relacionarte con otras personas, no es para que te violenten o vivas con miedo” explica Lola.

La mayoría de las marcas en los mapas señalan a primarias y secundarias, públicas y privadas, así como a preparatorias y algunos centros universitarios.

Erika forma parte de la Red de Maestras Feministas GDL desde el año 2020. Para ella, este espacio le permitió reconocerse como docente y como feminista dentro de sus aulas “era la maestra más joven en mi plantel, además feminista, creía que no me escuchaban y así terminé aquí” recuerda entre sonrisas.

Participar en la construcción de esta cartografía es vital para Erika, puesto que, “darles esta oportunidad no sólo les planta la semillita para que reconozcan que esto no es normal, sino que, además, les invita a accionar y respetar sus procesos para cuando estén listos y listas para hablar”.

Su experiencia como maestra de primaria le ha permitido saber que la violencia escolar no suele nombrarse en estos niveles “tal vez por esta necesidad de “proteger” a las infancias, les alejamos de estos espacios de acción, cuando sí se enfrentan a estas violencias”.

De tal forma que, considera que lo más importante, más allá de haber decidido marcar su escuela, es “el proceso de reconocer que esto existe”.

Cada punto marcado en el mapa revela una realidad particular, sin embargo, cuando varios se conjuntan en una misma zona, reconoce la Red de Maestras Feministas GDL, es necesario analizar a profundidad qué situaciones se esconden detrás de una misma sección.

Por ello, explican que esta cartografía también les permitirá realizar un análisis del contexto que rodea a estos planteles educativos, para identificar qué características tienen en común, si se encuentran dentro de alguna zona periférica o, en su lugar, cercana al área metropolitana del estado, qué otras problemáticas de seguridad o violencia de género las atraviesa, cuáles es el contexto socioeconómico de quienes viven ahí, entre otros detalles que les permitan tener un panorama más amplio de la situación para que se puedan generar soluciones institucionales.

Una herramienta que da poder

“La persona que tiene el mapa tiene el poder, poder que no tuvieron antes otras niñas y niños” consideran las integrantes de la Red de Maestras Feministas GDL. Así, estos mapas se convertirán en un Google Maps público y, a su vez, en una herramienta que permita a otras personas marcar también aquellas escuelas que, contrario al discurso oficial, no son sitios seguros para infancias y adolescencias.

“Sobre todo, para que esta cartografía se socialice, porque debe ser para todas las personas. Así tendremos una identificación de estos lugares que muchas veces se ocultan o no se mencionan, o se guardan como secretos dentro de los órganos internos o en las direcciones” advierte Lola.

Esperan que estas visualizaciones también les permitan denunciar que “no se trata de casos aislados”. De acuerdo con su experiencia, en algunas escuelas los patrones de violencia reiterada hablan de una tolerancia institucionalizada hacia agresores.

Desde la red, es vital que se conozca que dentro de las escuelas, las docentes también se enfrentan a estos contextos de violencia normalizada y tolerada por toda la comunidad escolar “muchas veces decimos: “las estudiantes están sufriendo acoso, están sufriendo violencia”, mientras aguantamos que nuestros directores nos hagan comentarios, o que el supervisor haga lo mismo” precisa Erika.

“El que nosotras podemos aceptar que estamos viviendo estas violencias en el centro de trabajo, nos permitirá reconocer que no es un caso aislado, que no es sólo algo que viven las infancias y adolescencias”.

¿Qué debería de hacer la Secretaría de Educación Jalisco con esta herramienta?

“Aceptar que este tipo de violencias existe y hacer lo que les toca” afirma la Red de Maestras Feministas GDL. Sobre todo, les preocupa que dentro de los propios planteles, como  lo ha documentado, se toleren y encubran estas prácticas y a sus perpetradores; “las escuelas se manejan como un reino chiquito, los directivos ocultan la información y no llegan a la secretaria”.

Deben de “dejar de encubrir estos tipos de violencia, porque hay veces que todos saben que está ahí, pero nadie hace nada” agregan. Especialmente, cuestionan que los protocolos de prevención y atención no están siendo aplicados o, en su defecto, ya no son suficiente.

Así, afirman que para que se logre salir de estos círculos de violencia “debe haber una participación de la comunidad escolar: padres de familia, docentes, personal directivo, estudiantes y autoridades:

“No sólo es visibilizarlo, sino hacer algo, cumplimos con esta primera parte y desde nuestras trincheras estamos trabajando para que cambie, pero no podemos hacerlo solas” asegura la Red.

Como lo prometieron, también salieron a tomar las calles este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, para hacerle saber al Estado que “las maestras marchando también están enseñando”.

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Dalia Souza
Dalia Souza
Periodista apasionada de la radio, comprometida con quienes resisten en la exigencia de verdad, memoria y justicia. Creo que el periodismo es una herramienta para construir paz y cambio social.

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