“Las Paredes Rosas”

Maroma 

Por Joaquín Ramírez y sus tres hermanos / Escritor invitado en MAROMA

«Hoy maté a mis tres hermanitos: Mónica de cuatro añitos, Fabiola de seis y Albertito de siete. Y me mataré también a mí, porque ¿quién sino yo, para llevarlos al cielo?

Yo Joaquín, confieso que puse fin al sufrimiento que por más de cuatro años hemos sufrido mis hermanos y yo. Desde que nació mi hermanita Mónica y nos mudamos a esta casa, mis papás cambiaron.

No puedo decir si antes éramos felices o no; realmente no creo haber probado la felicidad nunca, pero sí sé que antes no estábamos tan jodidos como ahora. Y es que papá nos golpeaba por cualquier cosa. Mucho más cuando bebía.

Además, mamá nunca hizo nada. Jamás nos defendió de él. Al contrario, parecía que lo disfrutaba. Una vez hizo que Fabiola les pasara las cervezas, y cuándo tiró una por error, mi mamá le apagó el cigarro en la mano, para que nunca olvidara que no debía ser tan torpe.

Por eso y por muchas cosas más, es que decidí que nos teníamos que ir, que ya no podíamos seguir así. Lamento haber engañado a mis hermanitos, pero yo sabía que no era lo mejor para ellos y para mí.

Acepto la responsabilidad de haberlos matado, porque yo los envenené, pero quienes fueron los verdaderos culpables, los asesinos de sueños, fueron mis padres».

Antes de morir, Joaquín Ramírez de 17 años, dejó esta carta frente a la puerta de la casa de uno de sus vecinos.

Cuando sus padres llegaron, varias horas después del suceso, encontraron a los cuatro cuerpos acostados en una sola cama, abrazados, como si se hubieran quedado dormidos.

Al parecer, los cuatro niños murieron por envenenamiento, aunque sus cuerpos muestran marcas de moretones y quemaduras de cigarros, algunas recientes y otras de tiempo atrás ya cicatrizadas, lo que supone un abuso por parte de sus padres.

La fiscalía ya está haciendo sus averiguaciones y, aunque todos sabemos que quien suministró veneno a los infantes ya está muerto, los verdaderos asesinos fueron sus padres.

Sus cuerpos serán velados en el velatorio «Hermanos Gallardo», a partir de hoy, a las siete de la noche. Descansen en el cielo, los cuatro niños que huyeron de sus diabólicos padres.

Mi nombre es Roger Farrera, y escribo. Las Paredes Rosas son necrológicas y obituarios de personas comunes, que se van de este mundo por causas cotidianas y/o por aterradores sucesos que no nos sorprenden a los que seguimos vivos. Si bien, la mayoría de estos textos son ficciones, no sorprendería que alguno de los casos tenga similitudes con la realidad.

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