Conciertos en el Zócalo: el derecho al gozo y la batalla por el espacio público

#AlianzaDeMedios

Desde la infancia se nos enseña que hay que estudiar y trabajar para poder vivir, pero ¿qué pasa cuando trabajas y el dinero apenas y alcanza para medio vivir? ¿Dónde queda el derecho al descanso?

Texto: Isabel Briseño / Pie de Página

Fotos: Isabel Briseño y María Ruiz

Decenas de fans acamparon desde la noche anterior. El concierto gratuito de la cantante de moda en el Zócalo capitalino había sido precedido por una semana de tempestades políticas. La presentación de Rosalía, la Motomami, fue vista por los críticos del gobierno como un evento con fines electorales e inundaron las redes sociales y los medios con críticas a que se destinara dinero a un concierto y no al mantenimiento del metro.

Pese a las expectativas -hubo quienes acamparon desde una noche anterior-, la catalana no rompió récord de asistencia. Eso no impidió a quienes llegaron a la cita para bailar, cantar, gritar y disfrutaron el concierto.

La presentación, sin embargo, abrió un debate paralelo sobre los derechos de todas las personas. Desde la infancia se nos enseña que hay que estudiar y trabajar para poder vivir, pero ¿qué pasa cuando trabajas y el dinero apenas y alcanza para medio vivir? ¿Dónde queda el derecho al descanso?

En su ensayo El derecho al esparcimiento, Cecilia Mora-Donato dice que cuando se analizan los derechos fundamentales, el esparcimiento es referido marginalmente como si se tratara de un derecho que todos entendemos, y en consecuencia, ejercemos. Pero basta con adentrarse al análisis de esta categoría como derecho fundamental para el buen desarrollo de las sociedades modernas, para que la perspectiva cambie.

Si bien nuestras sociedades funcionan sobre la base del trabajo, el esparcimiento representa un escenario necesario para el desarrollo equilibrado del ser humano, dice Mora-Donato. El derecho al esparcimiento es un derecho tan básico como el trabajo, la salud o la educación, y nadie debe ser privado de éste.

Paradójicamente, la Constitución mexicana fue pionera en materia de derechos sociales, pues reconoció tempranamente el derecho al descanso en su artículo 123.

Gran parte del público que asistió al concierto eran niñas y adolescentes que bailaron y corearon con mucha emoción las canciones. Foto: María Ruíz

¿Un sello de izquierda?

Antes de que la Plaza de la Constitución fuera escenario de mega conciertos, exposiciones o presentaciones de danza o teatro, existieron otros lugares como los quioscos de los parques y alamedas en donde se concentraban miles de personas para pasar tardes de esparcimiento con conciertos gratuitos. La cubana Celia Cruz, el español Raphael y la mexicana Lucha Villa fueron los pioneros en estas presentaciones masivas en la Alameda Central.

En 1997, con la llegada del primer gobierno de izquierda a la capital, los conciertos gratuitos y masivos se trasladaron al Zócalo. La banda grupera Los Tigres del Norte deleitó a los asistentes durante tres horas continuas. Mercedes Sosa también se presentó en el año de 1999, seguida de Café Tacvba, Manu Chao.

Después fueron Paul MacCartney, Roger Waters, Madredeus, Justin Bieber, Shakira, Vicente Fernández, Juan Gabriel, La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat y Vivir Quintana. Hasta ahora, Grupo Firme que tiene el mayor récord de asistencia con 280 mil personas.

Pero los conciertos son uno de los sellos de los gobiernos de izquierda en la capital del país y miles de personas han asistido por lo menos a uno de los conciertos gratuitos en el Zócalo capitalino.

Mora-Donatto considera que para conseguir un estado de bienestar físico, mental y social en todos y cada uno de los miembros de una sociedad, el gobierno debe ser capaz de identificar y satisfacer las diversas necesidades de esparcimiento y esforzarse por llevar a cabo una especificación del mismo.

Desde la óptica gubernamental, insiste, el esparcimiento debe verse como un recurso para aumentar la calidad de vida.

Asistentes al concierto aplaudieron la presentación de la europea Rosalía. Foto: Isabel Briseño
Foto: Isabel Briseño.

¿En qué gastamos los capitalinos?

La Ciudad de México es el corazón del territorio nacional. Conocida por sus grandes edificios y su amplia oferta cultural, la capital alberga a más de nueve millones de habitantes -y los otros 14 en la zona conurbada-. Dos terceras partes constituyen su Población Económicamente Activa (PEA).

El 63.8 por ciento de la población genera sus recursos a través del trabajo, y apenas el 13.1 por ciento genera ganancias por el alquiler de vivienda. Es decir, casi nadie «vive de sus rentas».

Y de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020 (ENIGH) los hogares mexicanos desembolsan aproximadamente la mayor parte de sus ingresos en alimentos, bebidas y tabacos, mientras que, a la educación y el esparcimiento se destina una cuarta parte de los ingresos.

Otra estadística comparativa con encuestas anteriores muestra que los mexicanos han reducido a la mitad el dinero que gasta en el esparcimiento, desembolsando, en promedio, 423 pesos cada tres meses.

Foto: Isabel Briseño

Ocio sin culpa

La periodista Teresa Juárez, autora de la columna Sin Etiquetas reflexiona sobre la dicotomía entre el ocio y la productividad. En una sociedad capitalista, la idea es producir y una persona que tiene momentos de descanso, pareciera ser alguien no productivo.

Si quiero ejercer mi derecho al ocio, pareciera que soy una floja porque en esta sociedad, lo que vale es la hiper productividad pero tenemos derecho a no hacer nada y a ocupar el espacio público para recrearnos»

También señala la disputa permanente entre el gozo del espacio público y la gentrificación.

Se critican los conciertos en el Zócalo pero no se critica la privatización del espacio público cuando los empresarios se apropian de las banquetas para sus restaurantes».

En el feminismo, explica la periodista, una tensión implica posturas distintas. Por eso, la tensión más grande respecto a la ocupación del espacio público a través de la gentrificación y la ocupación del espacio público como reivindicación política del estar.

Juárez también resalta que la disposición arquitectónica del Zócalo permite que haya una diversidad de formas de ocupar ese espacio. «Debemos tomar y usar toda la Ciudad pese a sus barreras de accesibilidad».

Asistentes al concierto lucieron outfits llenos de luces neón, colores y brillos. Foto: María Ruíz

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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página, se réplica en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs:

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