Más “pausas” para resistir con esperanza a las violencias

Manos Libres

Por Francisco Macías Medina / @pacommedina

Las ciudades con tan múltiples rostros, contrastes y dinámicas, en muchas ocasiones hacen pausa para abrir paso a la festividad y la alegría. La necesidad de volver a la normalidad fue la característica que se percibió en el pasado día de las madres, lo cual era visible en los festivales de las escuelas, la compra de flores y otros obsequios, así como en el recuerdo vivido por ejemplo en los panteones.

La pausa nos permite centrarnos en un fin, mirar de otra manera e incluso escuchar un cambio en el ruido y la comunicación, ¡hasta los diarios y los noticiarios cambiaron su agenda!

Existen otras pausas que más bien son interrupciones en lo cotidiano, que son importantes para recordarnos que las realidades existen y forman parte de un todo de la comunidad, sobre todo de una en la que nos hace falta decir y reconocer nuestros dolores para ser acogidos por todas.

Coincidentemente en el mismo 10 de mayo, se realizaron manifestaciones por parte de movimientos de familiares de desaparecidos. En su mayoría mujeres y madres que nos recordaron que existe el daño y la amenaza inminente de las desapariciones de las personas en Jalisco y en el país.

Nos invitaban a través de sus gritos y exigencias a interrumpir la celebración para escuchar y darnos cuenta de la necesidad de tomar postura desde el grito de justicia, para solidarizarnos y responsabilizarnos por lo que está ocurriendo. 

Las “pausas” siempre tienen un llamado con su propio mensaje, una invitación reiterada para entender más profundamente lo que está ocurriendo, para hacernos más preguntas y evitar sentirme ajeno a lo que ocurre.

Puede entenderse el temor que en muchas ocasiones ocurre por el grito de exigencia, del dolor o del reclamo, pero es importante tomarlo y sentirlo al pensar que días o meses antes los que hoy se encuentran desaparecidos realizaban sus actividades cotidianas como yo, las cuales fueron interrumpidas por la extrema violencia que vivimos.

Al sentirlo y pensarlo de otra manera nos permitimos acoger ese grito para buscar formas de transformarlo en acciones, ahí es donde hacen falta manos.

Los colectivos y movimientos de familiares de desaparecidos ya han emprendido caminos para ponernos el ejemplo: realizan búsquedas en lugares con base en el gran amor por sus hijas e hijos y en clara denuncia a la lentitud de las autoridades, publican listas de personas pendientes de identificar en las morgues, conversan y se acompañan entre ellas, pegan las fotografías de sus tesoros en los tótems publicitarios, se organizan, acuden a charlas, mesas y entrevistas, asisten a consejos; también celebran para recordarnos que la construcción de la vida es continua y que la esperanza es resistir a la muerte.

Como ellas, tenemos la oportunidad de aprender que la permanente violencia en nuestra sociedad no es normal, que es continúa y permanece para colocar en riesgo mucho de lo que valoramos, por lo que es importante vencer el miedo.

Para hacerlo hace falta ponerle nombre, lugar y límite a la situación, tal y como lo hicieron pobladores de la comunidad de Santa Ana Tepetitlán en Zapopan -otra de nuestras pausas de esta semana-, ya que al sufrir la desaparición de seis jóvenes de su comunidad (de los cuáles se ha informado la localización de tres de ellos según nota de Mural), se manifestaron y cerraron una de las avenidas más importantes de la ciudad y sólo así consiguieron ser atendidos reactivamente por la autoridad responsable.

Anunciaron que hay más víctimas y que continuarán porque la situación de inseguridad en una colonia lejana ha dejado de importarle a las autoridades.

Si observamos con atención las “pausas” en realidad ya son una cadena que conforma una realidad para ser atendida por una comunidad que escuche, que sepa proteger y aprenda a crear condiciones para cambiar los orígenes de la violencia, para ello necesitamos integrarnos y sentirnos parte de ellos.

Que la siguiente “pausa” nos encuentre en camino de esperanza y resistencia junto con otros y otras.

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Francisco Macías Migrante de experiencias, observador de barrio, reflexiono temas de derechos humanos.

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