Diles que no me adapten

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @TurcoViejo

Ilustración:Margarita González

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.

Esta línea, tan breve como contundente, es la entrada a una de las novelas más importantes de la literatura del siglo XX, no sólo en México sino en el mundo: tras su publicación en 1955, Pedro Páramo habría de consolidar el nombre de Juan Rulfo en el escenario de la literatura universal.

He vuelto a Pedro Páramo otra vez —se sabe: todos somos hijos de Pedro Páramo y volvemos a él una y otra vez— porque hace unos días se hizo público un comunicado de Netflix en el que la plataforma de streaming ha dado a conocer que ya comenzó la producción de la adaptación de la novela en formato de película. Se informó que el filme será dirigido por Rodrigo Prieto y tendrá como protagonistas a Manuel García-Rulfo y Tenoch Huerta, en los papeles de Pedro Páramo y Juan Preciado, respectivamente.

Más allá de las suspicacias que pueda levantar un proyecto que se antoja difícil de llevar a cabo de manera satisfactoria por la complejidad de la novela —amén de las expectativas que cada lector pueda alimentar—, a mí lo que me ha venido a la mente es el dolor de cabeza que puede representar la Fundación Juan Rulfo, celosa vigilante del legado del escritor jalisciense y que, con sus decisiones que rayan en la caprichosa censura, ha causado más de un dolor de cabeza a quien osa poner el ojo sobre Rulfo y su obra.

Para muestra, unos botones:

En 2007, el Congreso de Jalisco dio luz verde a la incorporación de Juan Rulfo a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres. Ya con el dictamen aprobado, la cosa quedó empantanada porque sus herederos, junto con la Fundación Juan Rulfo —¿quién si no?—, no estuvieron de acuerdo con dos puntos del dictamen: 1) Se negaron a trasladar los restos del autor de Pedro Páramo a la Rotonda (decisión respetable, dicho sea de paso), y 2) No les gustó el proyecto de escultura que habría de ponerse en el pedestal. Querían, se dijo entonces, que Rulfo estuviera presente con un busto y no con una efigie de cuerpo completo, como todas las demás esculturas del panteón jalisciense. ¿Resultado? ¿Han visitado el pedestal dedicado a Rulfo en la Rotonda? Yo tampoco, porque no existe: jamás pasó.

2017 fue movido. El 16 de mayo se cumplían 100 años del natalicio de Juan Rulfo y antes de que cualquier cosa sucediera la Fundación mandó decir que se oponían a cualquier homenaje en torno al escritor. Aquel año apareció también el libro Había mucho humo o neblina o no sé qué: exploración sobre la obra literaria de Juan Rulfo, en el que Cristina Rivera Garza buscaba, dijo entonces, “ampliar la conversación acerca de Rulfo”. El volumen no fue bien recibido por los censores, perdón, los vigilantes del legado, quienes acusaron a Rivera Garza de difamar a Rulfo y después terminaron por  retirarse de la Feria del Libro y la Rosa de la UNAM, prohibiendo a los organizadores usar la imagen de Rulfo o siquiera nombrarlo. Lo que pudo ser el inicio de un buen debate en torno a la figura del narrador jalisciense terminó en berrinche. Otra vez.

La disputa más recordada es la que entabló la Fundación contra la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y que derivó en el cambio de nombre del hasta entonces Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo por el de Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el galardón más importante que se entrega en el marco del encuentro librero.

Cuando en 2005 Tomás Segovia fue anunciado como ganador del premio, dijo: «Siempre he pensado que es un tipo de escritor muy peculiar, creo que es el tipo de escritor que tiene el puro don, es decir, es un escritor misterioso, nadie sabe por qué Rulfo tenía ese talento, porque en otros escritores uno puede rastrear el trabajo, la cultura, las influencias, incluso la biografía, pero Rulfo es un puro milagro, nadie sabe por qué tiene ese talento. No tuvo una vida muy deslumbrante, no fue un gran estudioso ni un gran conocedor, él simplemente nació con el don».

Ardió Troya: la Fundación acusó a Segovia de menospreciar a Rulfo y a la Feria de cobijar a un grupo que estaba en contra del escritor. Exigieron que se retirara el nombre del premio, la FIL se negó y comenzó una disputa legal que incluyó el registro del nombre Juan Rulfo ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Al final la Fundación se salió con la suya y el premio cambió de nombre, aunque sigue siendo frecuente que las y los ganadores recuerden que el premio antes estaba dedicado a Rulfo y le dirijan unas palabras —en 2017, en su discurso de recepción del premio Emmanuel Carrère dijo: «Debo confesar que estoy un poco triste porque este magnífico premio ya no lleva el nombre de Juan Rulfo. Porque Pedro Páramo y El llano en llamas, que descubrí cuando tenía unos veinte años, han sido de las experiencias más fuertes en mi vida de lector. Libros mágicos, libros intensos, libros misteriosos como la carrera de su autor, aunque la palabra “carrera” no va bien con Rulfo, pienso que valdría más hablar de destino».

Con estos antecedentes, bien vale la pena moderar las expectativas respecto a la adaptación cinematográfica de Pedro Páramo a cargo de Netflix. Porque aunque parezca que ya se dio el visto bueno, puede ocurrir que de pronto, un día, algo no le guste a la Fundación Juan Rulfo y de buenas a primeras digan que siempre no, armen un litigio y congelen el proyecto. 

Mientras tanto, desde allá donde todos están muertos y se desmoronan como un montón de piedras, quizá Rulfo está pensando: «¡Diles que no me adapten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad».

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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