Cine mexicano se ha enriquecido con propuestas de cineastas indígenas y afrodescendientes

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Películas recientes como “Nudo Mixteco” de Ángeles Cruz, “Mamá” y “Vaychiletic” de Xun Sero, “Tote Abuelo” de María Sojob, “Negra” de Medhin Tewolde, “La espera” de Celina Yunuen y “Mi no lugar” de Isis Ahumada, son obras cinematográficas reconocidas a nivel nacional e internacional, y dan cuenta de una diversidad de lenguas y narrativas.

En 2022, de las 258 películas que se produjeron en México 21 fueron dirigidas por personas que se autoadscribieron como indígenas o afrodescendientes. Por lo que, cada vez son más las voces que narran sus historias y las comparten con éxito.

Así pues, el cine mexicano se ha enriquecido con nuevas propuestas audiovisuales de cineastas indígenas y afrodescendientes que reflejan la diversidad cultural del país.

Creo plenamente que la diversidad del cine está en las distintas personas que lo hacen y no tanto en los temas, compartió el realizador chiapaneco Xun Sero.

Este 2023, la Residencia del Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC), se llevó a cabo del 19 al 23 de junio en San Cristóbal de Las Casas.

Así mismo, contaron con la presencia de Alberto Arnaut, Lena Esquenazi, Abril Schmucler, Tatiana Huezo, Pedro de la Garza y Ernesto Pardo, quienes fungieron como asesores y compartieron sus experiencias profesionales con las y los participantes.

Venir aquí me ayudó para complementar ideas que ya tenía. Tuve la oportunidad de tener un acercamiento con grandes profesionales del cine mexicano, que me han podido asesorar en mi proyecto y he podido pensar más en cómo quiero hacer esta película. Siento que es un acompañamiento bastante honesto porque estás en un espacio en el que se te permite intercambiar ideas, dijo Xóchitl Enríquez, del pueblo zapoteco, participante en 2022, con el proyecto “La raíz de mi ombligo”.

En esa edición, formaron parte trece cineastas quienes provienen de los estados de Chiapas, Oaxaca, Sonora, Puebla, Michoacán y Veracruz. En sus proyectos están representadas las lenguas originarias: bats’i vinikotik (tsotsil), chatino, náhuatl, ñuu savi (mixteco), otomí, p’urhépecha (tarasco), yoreme (mayo) y binnizá (zapoteco).

La Residencia se realizó en La Albarrada en San Cristóbal de Las Casas. Durante cinco días, las y los cineastas participan en clases magistrales y charlas, asesorías y sesiones de pitching, entre otras actividades, junto a un grupo de especialistas en diversas áreas del quehacer cinematográfico, quienes conversaron sobre su trabajo con la finalidad de enriquecer la formación personal.

El ECAMC es una de varias convocatorias mediante las cuales la Secretaría de Cultura y el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), impulsan la descentralización y la inclusión en la formación y la producción audiovisual cinematográfica, reconociendo la diversidad cultural de México y Centroamérica.

A partir de su creación en 2019, el ECAMC ha impulsado a cineastas indígenas y afrodescendientes de distintas regiones del país para que realicen las películas desde sus propias voces y miradas. Es así, que ha apoyado a 71 proyectos en los que están representadas 33 lenguas originarias.

Por otro lado, el Centro de apoyo a la postproducción (CAPP) es un proyecto integral que tiene por objeto prioritario apoyar la postproducción de las obras cinematográficas realizadas por directoras y directores de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Chiapas Paralelo que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

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