Un camino hacia la salud mental sin alumbrado público

Endometrio no es una banda de punk

Por Danielle Orendain / @OrendainDaniell

Cuando era niño tuve terrores nocturnos, consecuencia de crecer entre la violencia y la negligencia. Recuerdo mucho esos sueños, porque algunas veces vuelven como si se tratase de algún tipo de ejercicio para rememorar mi pasado.

En muchos de esos sueños estoy perdido, fuera de casa, entre grandes calles solitarias, siempre de noche, siempre tratando de llegar a casa sin lograr conseguirlo. En todos los sueños se presenta un obstáculo diferente, como perder la orientación, perder la noción del tiempo o hasta perder la percepción visual por la oscuridad — como cuando caminas de noche en una calle sin alumbrado público.

A veces despierto agitado, otras veces cansado, y en uno de los sueños en particular, despierto llorando. En ese sueño, entre sollozos, se escucha de fondo Killing me softly with his song, con Roberta Flack, como si ella supiera cómo me siento, cantando mi vida con sus palabras y matándome suavemente con su canción.

Entre todos estos elementos abstractos sobre mi sentido del duelo y el trauma, he podido encontrar ideas acerca de mi proceso de salud mental. Así he tratado de entender cómo se ha construido mi percepción del mundo y cómo es que me enfrento a él. Y también he reconocido los límites entre las consecuencias del espacio social en el que vivo, y las responsabilidades que tengo sobre eso.

¿A qué me refiero?

Con estos sueños entendí que así me sentía tras las secuelas de la violencia y el desinterés de lxs adultxs de quienes esperaba cuidados, ternura, comprensión y acompañamiento, pero en lugar de eso encontré violencia e indiferencia en muchas ocasiones. Esto es algo que eventualmente he tratado de trabajar, incorporando otras experiencias y otras herramientas de vida, para adaptarme al mundo que habito.

Sin embargo, no era mi responsabilidad que me protegieran ni es mi responsabilidad ahora. Aunque yo adquiera todas las herramientas del mundo, el mundo está roto en algunas partes, una de ellas es la que habito y eso me afectará de alguna u otra manera y no lo puedo controlar ni depende de mí que me afecte o no.

Regresando a las metáforas de mis sueños: no es mi responsabilidad ponerle un foco a cada poste de luz en esa calle oscura porque no tengo los recursos; ni es mi responsabilidad llegar a salvo a casa, porque no puedo controlar la seguridad; pero sí es importante para mí señalar cómo es que todos esos factores me afectan, me vulneran y me ponen en riesgo. Así sería más fácil para mí reconocer mis necesidades, para por fin llegar a casa, y evaluar si puedo hacerlo diferente o al menos buscar otro lugar que no sea esa casa (que quizá no existe, y por eso nunca llego a ella).

Sé que esto que te compartí sobre mi proceso de salud mental es complejo, pero quiero hacerte una pregunta al respecto:

¿Te diste cuenta que mi proceso de salud mental está construído por factores personales — como el impacto de la violencia en mi necesidad de seguridad — y sociales — como la violencia que viví y los obstáculos para tener esa seguridad?

Precisamente estos elementos debemos tener en cuenta, cuando hablamos de salud mental.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), salud mental es:

(…) un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. (…) es un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. (…). Se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes.

La salud mental no depende de nosotrxs como individuxs, aunque somos quienes la ponemos en práctica, sino que es un conjunto de todo lo que nos rodea y construye como esxs individuxs: el espacio donde vivo, la familia o comunidad donde crecí, el contexto geopolítico y económico que me atraviesa, los recursos con los que cuento, la narrativa e imperativo de salud mental con el que establezco expectativas al respecto, las personas con quienes me relaciono, las personas a quienes afecto y me afectan, el espacio de trabajo, la escuela, el barrio, entre otras cosas.

Si una persona no tiene todos los recursos para vivir con bienestar mental ¿realmente puede hacer algo por tener salud mental, aunque se lo proponga y se esfuerce en lograrlo? La respuesta es no, porque no se trata de meritocracia, echaleganismo ni optimismo.

Esto tampoco significa que una persona sin esos recursos está condenada al malestar mental, la psicopatología, del trastorno, el síntoma, la locura y la desviación. Sino que desde esa contranarrativa de la salud mental, es capaz de construir lo que mejor le convenga para reclamar su derecho a la salud mental, aún a pesar de que ese derecho le fue negado desde allá arriba (desde las instituciones de poder).

Para hablar de salud mental, necesitamos derechos, justicia social, reparación del daño, atención de las violencias, atención de la pobreza y el hambre, acceso a los espacios de recreación y descanso, justicia inmobiliaria, retroceso al urbanismo que devora al bosque, una esperanza de una vida digna, organización social, alegres rebeldías, digna rabia, suicidio asistido, abortos acompañados, placeres, espacios para entender el dolor y curarse del mal de amores.

Necesitamos que dejen de asesinar defensores de la tierra y de la vida; y que aquellxs que sus vidas fueron arrebatadas brutalmente junto a los árboles, las tierras, el agua, las mariposas monarcas, las ranas de méxico y sus territorios, regresen en la furia del aire, el fuego, la tierra y el agua.

Necesitamos que dejen de desaparecer personas.

Necesitamos sacar a los militares de la calle y desmantelar sus cuarteles.

Necesitamos redistribución de las riquezas.

Necesitamos combatir el patriarcado capitalista, heternormado, cisexista y racista.

Necesitamos tomar las calles para jugar una cascarita, juntarnos a contar chismes, pedalear en bici o bailar.

Necesitamos a las abuelas sentadas en las puertas de sus casas.

Necesitamos a los animales libres.

Necesitamos que suba el salario mínimo y baje la canasta básica.

Necesitamos quitarle la cuatrimoto a Sandra Cuevas y usarla para irnos a okupar Casa Jalisco, con una bocina y una USB con más de mil éxitos de salsa, cumbia, punk y bellakeo.

Necesitamos libertad a todxs los presxs políticxs, quemar las cárceles y destruir los mecanismos que sostienen la criminalidad (desigualdad, empobrecimiento, vulnerabilidad y reclutamiento forzado al CO).

Necesitamos poner a Alfaro a cavar y buscar a lxs desaparecidxs, mientras las madres y familias buscadoras redefinen la justicia y la reparación social.

Necesitamos llegar a casa.

Necesitamos derechos laborales y derechohabiencia para lxs putxs que ejercen el trabajo sexual en calle, en el cibermundo o sus oficinas con M y H mayúscula.

Necesitamos vidas trans sin definirlas como una cifra de esperanza de vida y precariedad.

Necesitamos la calle alumbrada con estrellas rojas y fuegos deslumbrantes.

Y entre tantas cosas más, necesitamos que la salud mental deje de ser un imperativo higienista y que lxs locxs podamos definir lo que significa salud y bienestar mental.

***

Para más información visita mis redes sociales, donde subo contenido de salud sexual y salud mental desde mi experiencia y formación. Me encuentras en Instagram como @danielle.orendain https://www.instagram.com/danielle.orendain y en Twitter como @OrendainDaniell https://twitter.com/OrendainDaniell Lo que publico en mis redes sociales es responsabilidad mía y no representa la opinión de Zona Docs.

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Danielle Orendain
Danielle Orendain
Psicóloga y Pedagoga Menstrual / Me quejo y hablo de salud sexual, menstrual y placeres.

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