Orestes y las precampañas

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Hace años que no veo televisión. No, al menos, la televisión abierta, con excepción de uno que otro partido del fútbol mexicano lo sé: qué se le va hacer; y ni siquiera puedo decir que sea un placer culposo: ya no estoy en edad de sentir culpas por mis placeres; en todo caso, prefiero abrazar mis contradicciones. Pero me desvío. Retomo: Hace años que no veo televisión, pero lo que sí hago es escuchar la radio. No mucho, pero sí cotidianamente. Y ahí están: uno tras otro tras otro: «Mensaje dirigido a militantes y simpatizantes de…», «Propaganda dirigida a militantes y simpatizantes de…».

Desde hace unas semanas arrancaron las precampañas, que se supone que es el tiempo en el que los partidos políticos deben elegir entre sus militantes a las personas que contenderán en las elecciones del próximo año. Por esa razón, el tsunami de propaganda, ya sea en forma de spots de radio o televisión o de inserciones pagadas o de volantes, o de hashtags —y de cuanta basura, física o digital, se les ocurra a los publicistas con cargo al erario—, debe llevar esa leyenda, porque en teoría, y sólo en partida, son mensajes dirigidos sólo a la militancia… aunque los tengamos que soportar todas las personas.

Ahora con tanto recurso digital, tanta segmentación de mercado, tantas bases de datos, ¿no habrá una manera de que toda esa propaganda se le haga llegar de una manera más directa a los supuestos interesados sin que la tengamos que escuchar quienes no nos importa? No sé, una herramienta que se las mande por correo electrónico, o por mensaje de texto, o que les llamen directamente. Seguramente sí, pero si en algo son especialistas los partidos políticos es en encontrar vacíos legales para no cumplir la ley, mucho menos la electoral, así que van a hacer todo lo posible para encontrar los recursos que les permitan esparcir sus mensajes demagogos y plagados de lugares comunes.

Y ya entrados, otra pregunta: ¿es necesaria una precampañaen procesos electorales en donde los grupos que van a contender optaron en todos los casos por candidaturas únicas? Por supuesto que no, pero eso a nadie le importa, mucho menos a los partidos.

Si bien cada proceso electoral es lo mismo, con los partidos haciendo hasta lo imposible por realizar actos anticipados de campaña disfrazados de lo que ustedes quieran, creo que este año se volaron la barda: ahora no sólo se anticiparon a las campañas con las precampañas, sino que se anticiparon a las precampañas con esos procesos “internos” para elegir a los “coordinadores” de esos puestos ridículos inventados para violar la ley electoral y no nombrarse precandidatas o precandidatos, pero que les permitió contratar publicidad de revistas inexistentes y llenar de espectaculares las ciudades, por citar sólo un ejemplo.

México es, se sabe, un país de leyes de papel. En diversidad de temas se suele decir que las legislaciones son de avanzada y muy completas en el texto, pero que resultan inútiles porque no se cumplen. Los mexicanos somos buenos para encontrar los resquicios legales y la fauna política es la mejor maestra: para cambiar los usos de suelo, para construir donde no se debería, para meter a la nómina de la dependencia al familiar o al amigo, para ganar licitaciones, para entregar concesiones, para contratar publicidad, para hacer campañas aun cuando todavía no se pueda. Todo amparado por el bien supremo: servir al pueblo, esa abstracción que no dice nada pero que sirve para justificar prácticamente cualquier cosa. (Hace unos años César Hernández González publicó un recuento muy puntual de cómo se ha tratado de regular las precampañas y cómo los partidos se las han ingeniado una y otra vez para seguir violando la ley. Lo pueden leer aquí.)

Y en medio de toda esa simulación, el circo: lo que pasó en Nuevo León y Movimiento Ciudadano con la no-candidatura y la no-suplencia de Samuel García debe tener un lugar de honor en la lista de ridículos partidistas en temporada electoral. Fue como un episodio del Chavo del 8 en tiempo real. Ahora, una vez pasada la función, habrá que ver cuál es el guion de fondo, porque si en la vida todo pasa por una razón, no se diga en la política en general, y en la política mexicana en particular. Yo sigo pensando que en Movimiento Ciudadano siguen negociando con Marcelo Ebrard y que este, por más que se disfrace de institucional y diga que se va a cuadrar con Morena, nomás se está dejando endulzar poquito más el oído. Total, al cabo ahorita está en precampañas. Mientras tanto, seguro Enrique Alfaro está al lado del teléfono de Casa Jalisco esperando a que le llamen para rogarle. El circo naranja de tres pistas todavía tiene muchas fechas por delante.

En fin, que las precampañas están en curso, los spots saturan estaciones, canales, calles y redes sociales y, aunque sea imposible, uno nomás puede hacer lo posible por escapar como alguna vez hizo Orestes, cuando quiso huir de las Furias: con expresiones desesperada y haciendo hasta lo imposible por taparnos los oídos.

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La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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