Pesimismo Esperanzador
Por Jorge Rocha, académico del ITESO / @JorgeRochaQ
La semana pasada fuimos testigos del último debate presidencial y de la llamada “marea rosa” que congregó a miles de personas en el Zócalo de la Ciudad de México y en varias ciudades del país, entre ellas la capital de Jalisco.
Como sabemos la llamada “marea rosa” era un movimientosocial que aglutinaba a las personas que estaban descontentas con las reformas político-electorales que se impulsaron por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, donde se planteaban múltiples cambios al sistema político mexicano, entre ellos la necesidad de cambiar la estructura del Instituto Nacional Electoral (INE) y la desaparición de los institutos electorales locales.
Recordemos que en la reforma había planteamientos positivos, otros negativos y algunos más claramente absurdos. Desafortunadamente no hubo condiciones para generar un debate amplio al respecto y estas propuestas terminaron en la “congeladora” legislativa por un lado y otras fueron revertidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación por no cumplir con los procedimientos legislativos. A la par de este proceso legislativo, se formó estemovimiento social que con el lema de: “El INE no se toca” que generó varias movilizaciones en todo el país.
Desde el comienzo del movimiento era muy notable el anti-lopezobradorismo que permeaba en las demandas y finalmente el domingo pasado el movimiento abandonó su carácter apartidista y se convirtió en el cobijo de la candidata del PAN-PRI-PRD, Xóchitl Gálvez, a la que por la vía de los hechos le hicieron su cierre de campaña. Esto, desde mi punto de vista, le quitó mucha de la legitimidad ganada y la movilización se convirtió en un acto más de una campaña electoral. La “marea rosa” pasó de pedir que el INE no se tocará a exigirle al INE que López Obrador no se meta en la elección.
Por otro lado, se realizó el tercer debate presidencial entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. De nueva cuenta el debate fue aburrido, prevalecieron las descalificaciones (aunque bajaron en la intensidad) y el nivel de las propuestas fue bastante precario a pesar de tocar temas trascendentales para el país. Nuevamente las candidatas y el candidato quedaron a deber y el formato propuesto no ayudó a la discusión. A continuación, planteo algunas de mis conclusiones sobre este ejercicio:
Ninguno de los tres participantes del debate aparece como claro ganador, tampoco hay un claro perdedor. Más bien me parece que sólo se reforzarán las tendencias que ya están instaladas y que los simpatizantes de cada opción electoral sólo confirmaron sus propias definiciones. Falta una semana para que concluyan las campañas y entraremos en un periodo de discernimiento electoral.
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