“Ningún médico nos quiso atender”

COVID Persistente

Por Sofía Loza / Covid-19 Persistente México 

Todo empezó el 20 de diciembre de 2020. Llevábamos 10 meses sin salir de casa, sólo salía mi esposo a trabajar.

Ese día mi esposo comenzó con un simple dolor de garganta, nada grave. El día 26 de diciembre, yo desperté con un dolor de garganta insoportable, temperatura, dolor de oídos, cabeza y ojos, congestión nasal.

Fuimos al médico y nos dijo que era una laringitis. Nos recetó y volvimos a casa. Al día siguiente, mis dos pequeños de 10 y 4 años despertaron con dolor de garganta. Los llevamos al médico e igual los recetó con antibiótico porque, según él, era laringitis también.

Comenzamos tratamiento, pero yo no veía mejorias. Mi esposo es diabético e hipertenso y lo veía realmente mal. El 1 de enero de 2021 desperté con anosmia. Entonces ahí me di cuenta que no era una laringitis. Todos estábamos contagiados.

Busqué atención médica y ningún médico nos quiso atender ni por teléfono porque estaban saturados. Desesperada, le llamé al pediatra de mis hijos y él me pasó el contacto de un médico infectólogo que nos brindó atención telefónica.

Para empezar, a mí no me atendió porque mi caso era leve y pues no tomé ningún tratamiento. Quizá por eso mis secuelas.

A mi esposo lo atendió sólo una semana y se le depositaban 700 pesos cada dos días. Después de la semana ya no contestó ni mensajes ni llamadas. Nos dejó a la deriva, a pesar de que mi esposo era paciente diabético e hipertenso.

Buscamos médico y pues nadie nos quiso atender hasta principios de febrero porque los médicos estaban saturados 😔.

Mi esposo no quiso acudir al IMSS porque estaba saturado y él tenía mucho miedo. Sólo hacíamos chequeos de signos vitales y mi pediatra alergólogo nos asesoraba por teléfono. Nunca nos cobro un peso por su asesoría, a pesar de que le pedí que nos pasará la cuenta de sus honorarios.

Nos enviaron radiografías de tórax y mi esposo tuvo un daño de un 20 % en un pulmón y yo no tuve ningún problema. Él se recuperó y sólo le quedó la secuela de diarreas esporádicas.

Yo soy una persona joven y sana de 30 años que, según los médicos, cursó un cuadro leve de COVID y mis secuelas son: dolor de cabeza, ojos, cuello, tórax, garganta, dolores articulares, mi olfato y gusto van y vienen. Mi vista empeoró al grado de tener que usar lentes, boca seca, mi lengua arde todo el tiempo, mi cabello se cae por montones, las palmas de mis manos arden, tengo sensación de falta de aire, ansiedad y depresión, rinitis, dolor de estómago, congestión nasal, tengo cansancio. 

Mi médico me envió análisis en sangre para determinar si la infección por COVID no desató el Síndrome de Sjögren. A pesar de todo agradezco a Dios todos los días, tener a mi familia completa y trato de hacer mi vida normal, pero hay días que esto se vuelve muy duro 😔.

Ojalá este texto pueda ayudar para que nadie pase por la misma situación que nosotros. Creo que hay mucha falta de empatía y solidaridad por parte del sector salud. No generalizó, también tenemos excelentes médicos,pero no sé dónde estaban cuando los necesité.

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