Febrero: El mes más cruento de la pandemia

#Anuario2021

Por Saúl Justino Prieto Mendoza Territorio

Febrero

Febrero de 2021 representó el punto de inflexión más determinante de la pandemia debido a la segunda ola de contagios por COVID-19 que saturó los hospitales. El primer día del mes registró 22 mil 437 personas atendidas en unidades médicas en México, un ligero descenso después de tres meses y medio (que comenzaron el 10 de octubre de 2020) en el que la atención de personas contagiadas no paró. El punto más alto fue el 27 de enero de 2021 con 24 mil 297, la cifra más alta de toda la pandemia.

De acuerdo con datos de la Red Infección Respiratoria Aguda Grave (IRAG) de la Secretaría de Salud Federal, la primera ola de contagios registrada en julio de 2020 tuvo un máximo de 16 mil 339 personas hospitalizadas, y la tercera ola de agosto de 2021 tuvo 14 mil 109, casi 10 mil menos que en febrero. Al final del mes el porcentaje de hospitalización de Jalisco llegó al 22.7%.

A pesar de la notoria crisis en México, particularmente en Jalisco hubo una consignación gubernamental distinta de los datos. En un mensaje del gobernador Enrique Alfaro Ramírez el 29 de enero, expuso que el punto más crítico de hospitalización había pasado y que se estabilizó la cantidad de casos. Difundió que el máximo de personas atendidas en nosocomios llegó al 61.2% de la capacidad.

Sin embargo, en otro reporte emitido el 15 de enero afirmó que se había querido “construir una idea de un sistema hospitalario desbordado (…) Nuestro sistema no está desbordado tenemos margen de maniobra”. Informó que de las 3 mil 66 camas que en ese momento podían instalarse en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) solo estaba disponible el 76%, por lo que el porcentaje de ocupación era en realidad mayor al que se informaba.

El abordaje de parte de las autoridades durante este periodo reveló un nivel de reacción nulo, analiza el profesor de la División de Estudios Políticos y Sociedad del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Carlos Alonso Reynoso.

“Vimos situaciones complicadas como el desabasto de oxígeno donde no hubo reacción de ninguna autoridad para garantizar el suministro, y el manejo de las cifras de la ocupación hospitalaria dejó mucho que desear. Cuando se hablaba de porcentaje de ocupación hubiera sido más útil hablar de camas. Todos escuchamos historias de personas que buscaban atención y eran rechazadas. Eso generó desconfianza y se aunó al hartazgo que la población ya presentaba”.

La saturación de las unidades médicas también se tradujo en miles de muertes. Para el cierre de febrero de 2021 se documentaron 185 mil 715 fallecimientos desde el comienzo de la pandemia en México; y en Jalisco, durante febrero hubo un promedio de 71 muertes diarias, nueve menos comparadas con el promedio de fenecimientos de enero.

Este periodo representó uno de los puntos más negativos en la gestión gubernamental de la pandemia, concuerda el director de la División de Disciplinas Clínicas del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) e integrante de la Sala de Situación de Salud COVID-19 de la UdeG, Héctor Raúl Pérez Gómez: “El número de espacios para atender COVID-19 fue insuficiente casi en toda la república. La gente no encontraba dónde hospitalizarse. Hubo una grave crisis también para tener oxígeno medicinal con el que las personas pudieran atenderse en casa”.

El desabasto de oxígeno y la falta de medidas de gobierno para surtir el medicamento provocó que las personas promovieran acciones independientes como la iniciativa “Oxígeno Sobre Ruedas”, en la que ciudadanos llevaron oxígeno y rellenaron tanques a diferentes colonias de la ciudad.

A pesar de la crisis, el 1 de febrero el Gobierno Jalisco anunció la apertura de espacios para realizar ejercicio, pero cerrados como los gimnasios. Y para mediados de febrero el gobernador Alfaro Ramírez hizo público el “Plan COVID-2021” que permitió la asistencia de grupos de personas a tiendas, 50% de aforo en establecimientos cerrados, la eliminación de los horarios restringidos y, principalmente, el regreso a clases a partir del mes de agosto.

El factor decisivo que más influyó para revertir la tendencia negativa que dejó la segunda ola fue la vacunación que comenzó el 24 de diciembre de 2020, y que llegó a Jalisco en el mes de febrero.

Protección de vacunación

El 2 de febrero el Gobierno Federal publicó el sitio web de registro para solicitar la vacuna contra COVID-19, que ha servido para mantener el control de la inoculación durante todo 2021.

En total, el Gobierno Federal ha pagado 15 mil 809 millones de pesos para la compra de 250 millones de vacunas de todas las farmacéuticas que han producido vacunas, la mayoría de Pfizer BioNTech y de AstraZeneca. La adquisición de tantos tipos de vacuna generó una logística de llegada y reparto compleja, aunque con el avance que se ha tenido de protección entre la población es aceptable, un poco por encima de la media a nivel internacional, analiza el académico de la UdeG e integrante de la Mesa de Salud Héctor Raúl Pérez Gómez:

“Es un logro que a la fecha tengamos más del 50% de la población mayor de 18 años con esquema completo, pero falta camino”.

En un inicio y de acuerdo con el Plan Nacional de Vacunación, la inoculación se concentró en personas de 60 años de edad o más, las más expuestas a fallecer en caso de que enfermaran de COVID-19. Tras varios días de fallas, la plataforma permitió el registro para los 999 mil adultos mayores residentes en Jalisco que finalmente pudieron comenzar a aplicarse la vacuna el 16 de febrero en los municipios de Colotlán, Tamazula, Ciudad Guzmán, Autlán, Puerto Vallarta y Ameca. Para el AMG, las jornadas iniciaron hasta el mes de marzo, pero la constante al comienzo de la vacunación en todo el estado fue el predominio de la desorganización y el caos.

El investigador de la UdeG Carlos Alonso Reynoso apunta que la atribución concedida a la Secretaría de Bienestar Federal para la coordinación de la vacunación fue un error, debido a que no tenía experiencia para la implementación de un programa de esta magnitud, que hubiera sido mejor dirigido por la Secretaría de Salud: “La poca coordinación entre las dependencias hizo que los adultos mayores pasaran muchas penurias para recibir una dosis y eso es injustificable e inaceptable”.

En ese punto concuerda el doctor Pérez Gómez, quien califica como desastrosa y desorganizada el comienzo de la estrategia, sobre todo por la poca disposición y voluntad que mostraron los coordinadores: “El cambio constante en la apertura y cierre de las sedes y la incertidumbre de la cantidad de días en que aplicarían el biológico causaron la desorganización”.

El investigador del CUCS añade que, a pesar de esto, la respuesta de la población para acudir a aplicarse la vacuna ha sido buena “a secas”, ya que no ha existido una campaña de comunicación e información concisa y adecuada desde las autoridades. Muestra de ello es que entre el personal de salud se detectó un rechazo a la vacuna del 10%; para el grupo etario de 60 años y más alcanzó un 19%; entre las personas de 50 a 60 años de edad, el porcentaje se incrementa al 27%, y en el grupo de 40 a 50 años de edad llega al 28%.

Por su parte, el profesor especializado en salud pública Carlos Alonso Reynoso explica que la reticencia a vacunarse puede provocar el surgimiento de nuevas variantes del COVID-19 más infecciosas y dañinas para la salud, además de nuevas olas de contagios.

El balance de la estrategia

Uno de los factores clave para el planteamiento de las estrategias de prevención de contagios en Jalisco ha sido la rivalidad entre el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, procedente del partido Movimiento Ciudadano, contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, que alcanzó el puesto con el Movimiento de Regeneración Nacional.

Más allá de los señalamientos políticos que se realizaron durante los últimos meses, una de las distinciones más notorias fue la implantación de la estrategia Radar para detectar casos de contagios en Jalisco, en contraste con el modelo Centinela del Gobierno Federal.

El programa a nivel nacional falló por la insuficiencia de pruebas diagnósticas, lo cual provocó el incremento de casos desproporcionado en México, explica Héctor Raúl Pérez Gómez. De hecho, a nivel internacional México es de los países en donde se realizaron menos pruebas por cada mil habitantes.

“El tener menos exámenes de laboratorio nos da como resultado un índice de letalidad (personas contagiadas que fallecieron) por encima de la media mundial de hasta el 7%, cuando el promedio en el mundo es de 2.8%”.

En contraste, el modelo Radar Jalisco buscó realizar más pruebas que el promedio nacional con el fin de detectar personas contagiadas de manera temprana, con el objetivo de confirmar la presencia de más personas con el virus, comparado con las que detectó el modelo Centinela en el estado: “Por ese motivo, en Jalisco se identifica una letalidad más baja que en el promedio nacional”, afirma Pérez Gómez.

Una diferencia más entre la estrategia estatal con la federal fue la reapertura de actividades económicas y recreativas en momentos decisivos de la pandemia, aún cuando de acuerdo con el Semáforo Epidemiológico del Gobierno Federal recomendaba evitar estas acciones. Previó a la temporada navideña de 2020, el Gobierno de Jalisco reabrió giros comerciales tras varios meses de cierre y horarios restringidos; y posterior a la segunda ola cuando se reabrieron los gimnasios.

Miles de reclamos se hicieron notar en las redes sociales del gobernador Alfaro Ramírez como el de Carlos Muñoz:

“Estos dos días parece que les dijeron que ya no hay pandemia, hay demasiada gente en la calle. En 15 días no quiero saber”, o el de Luis Zavala Robles: “Jalisco es un estado mágico, pasamos de rojo a naranja en una semana, en la siguiente estamos en amarillo y ahorita parece que estamos en verde. Todos los bares y el centro de Guadalajara al 100% ¡viva el mago que lo hizo posible!”.

Tras meses de vacunación y millones de personas ya protegidas, la reapertura o normalización de actividades económicas, sociales y sobre todo recreativas es inevitable y necesaria, diagnóstica Carlos Alonso Reynoso, académico de la UdeG. El problema actual radica en que las autoridades continúan con la revisión y la exigencia de medidas de prevención obsoletas como la utilización de arcos sanitizantes o tapetes, e ignoran el seguimiento de la ventilación en espacios cerrados o con gran concentración de gente.

En el futuro cercano, se espera que las temporadas invernales arriben con nuevas olas de contagios con el incremento de enfermedades respiratorias y la convivencia que tendrá la COVID-19 con ellas. Alonso Reynoso prevé que este lapso la cantidad de contagios no sea igual al de 2020, pero sí requerirá de una ampliación de los servicios médicos.

Agrega que en México y América Latina, debido a su lento avance en la vacunación a diferencia de Estados Unidos y Europa, se espera que la COVID-19 se vuelva una enfermedad estacional con picos en algunos periodos hasta 2023, al contrario de otras naciones que será en 2022.

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