¿Quiénes buscan a las personas desaparecidas en México?

Dejar de Chingar

Por Dejar de Chingar / @DejarDeChingar

Es obvio que quienes encabezan el movimiento por las personas desaparecidas en diferentes partes del país son principalmente mujeres, madres que buscan a sus hijes. Decimos que es obvio porque llevamos años viéndolas a ellas —en las calles en marchas y a través de medios de comunicación y redes sociales— exigiendo a autoridades estatales y federales que cumplan con las labores de búsqueda con todos los recursos que tengan a mano e incluso asumiendo ellas esta labor. Es obvio porque muchos de sus colectivos lo dicen en el nombre: “Madres buscadoras”.

En realidad nos resulta obvio porque hemos normalizado históricamente que así debe de ser: que sean mujeres, madres, quienes lleven la carga y la responsabilidad de sostener y dignificar la vida. Mientras las estrategias de despojo a lo largo y ancho del territorio son orquestadas principalmente por hombres con mucho poder, la búsqueda incansable de quienes nos faltan y la defensa de aquello que nos es común son impulsadas, en su mayoría, por mujeres. Mujeres a quienes les fueron arrebatades sus hijes, mujeres indígenas que defienden a sus comunidades, vecinas que defienden a sus barrios y estudiantes que intentan erradicar la violencia en sus escuelas y universidades.

Esta asimetría en las relaciones y acciones de poder y contrapoder que nos atraviesan actualmente en razón de género —como hemos mencionado en otras ocasiones— no está determinada por la biología de los sexos. Más bien, está basada en un orden social que privilegia el desarrollo de individuos hombres blancos y su éxito, en detrimento de los vínculos que nos sostienen mediante el cuidado. La arqueóloga Almudena Hernando llama identidad relacional a estos vínculos.

Según Almudena, podemos comprender el sistema de género como un proceso con diferentes grados de individualización, donde la masculinidad es esa posición en el mundo que aspira a una supuesta “independencia”, según la cual no necesitamos de otras personas para vivir y, por tanto, puede ponerse por encima de ellas. Sin embargo, se trata de una fantasía, dice de nuevo Almudena Hernando: todas las personas somos interdependientes. De hecho, esa es la lógica ancestral de muchos pueblos originarios de este lado del mundo: sólo podemos subsistir como comunidad, en tanto que sólo existimos como organismo colectivo.

Las sociedades “modernas” se caracterizan justamente por llevar al extremo la lógica de la individualización, según la cual es legítimo que unos cuantos individuos acumulen la riqueza generada por las mayorías, y con mucha violencia. A pesar de ello, muchas mujeres y muchos pueblos siguen asumiendo, por necesidad y por encargo social, las labores de cuidado de los vínculos que nos sostienen que, en el caso de México, ya no se tratan solamente del trabajo reproductivo cotidiano (crianza, trabajo doméstico, trabajo emocional, cuidados de salud), sino también de la búsqueda de quienes NOS faltan. ¿O es que sólo les faltan a ellas? ¿Las personas desaparecidas les faltan sólo a sus familiares? ¿Por qué?

En las semanas recientes, colectivos de madres buscadoras de Jalisco con el apoyo de Madres Buscadoras de Sonora y colectivos de otros estados, han emprendido dos brigadas de búsqueda en fraccionamientos del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, según pistas proporcionadas de forma anónima a los colectivos. De nuevo, se trata de mujeres con palas y picos que no buscan solamente a sus familiares, sino a les de otras personas(nota al respecto). Además, no se limitan a su entorno inmediato: viajan a otros estados para emprender búsquedas. Y han encontrado ya numerosos restos de personas en fincas abandonadas (nota al respecto). Porque gracias a la experiencia han desarrollado técnicas cada vez más precisas de búsqueda, que incluyen la realización de convocatorias para que la ciudadanía brinde pistas de manera anónima. Las autoridades, esta vez, han evidenciado no solamente su inoperancia para buscar, sino sus acciones para obstaculizar las búsquedas de los colectivos mediante la disuasión, la intimidación y la omisión de sus responsabilidades (nota al respecto).

Ante la situación actual de alerta por la tragedia creciente de las desapariciones forzadas en Jalisco, ¿de qué forma nos interpela la búsqueda de las “madres buscadoras”? ¿Qué pasaría si más personas nos sumáramos a las labores de búsqueda, no sólo como apoyo a los colectivos, sino asumiendo, como ellas, que también es nuestra búsqueda? ¿De qué forma podemos hacerlo? ¿De qué forma nos interpelan estas búsquedas específicamente a los hombres?

En medio de la tragedia, apareció una nueva luz: el llamado de mujeres jóvenes para conformar el colectivo Jóvenes buscadores de Jalisco (videonota al respecto), y la positiva respuesta por parte de decenas de personas, que se sumaron en el terreno a las labores de búsqueda. Durante la segunda brigada en Jalisco no solo hubo madres, también participaron hijos e hijas, primos, y amistades de personas desaparecidas. Esta brigada movilizó, incluso, a personas que no tenían otro vínculo que el de la solidaridad. Si las y los desaparecidos nos hacen falta a todes, hacemos falta más manos y esfuerzos de todo tipo para buscar.

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Puedes apoyar haciendo aportaciones monetarias para continuar las labores de búsqueda de las Madres Buscadoras de Sonora, que se coordinan con otros colectivos. También puedes seguir las actividades de Jóvenes Buscadores Jalisco en su cuenta de Twitter (@jovenesbuscanjal).

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Masculinidades en conflicto. Hombres que reflexionamos y trabajamos colectivamente en torno a la masculinidad y el machismo como problemas.

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